La implicación medioambiental de la raza caprina Blanca Andaluza
El objetivo principal de producción de la raza Blanca Andaluza o Serrana actualmente es la carne de sistemas extensivos. A ello contribuye, su gran formato, el elevado ritmo de crecimiento de los cabritos, los buenos rendimientos en matadero, la alta calidad de su carne y la buena aptitud lechera de las hembras. Se sigue produciendo el chivo, que es animal criado a pasto con la madre, sacrificado a los cinco meses de edad con 25 o 30 kilogramos de peso vivo, según señala la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Caprino de Raza Blanca Serrana (Ablanse).
Por otro lado, el modelo de consumo más demandado actualmente es el cabrito lechal, que son animales alimentados fundamentalmente con la leche de la madre, sacrificados a la edad de 40-50 días con 10 o 12 kg de peso vivo, más propio de las ganaderías de aprovechamiento principalmente lechero. Sin embargo, este modelo no favorece ni el rendimiento real ni el precio de mercado, siendo este uno de los motivos de su amenaza de extinción al sufrir la competencia de las tendencias comerciales del caprino lechero.
La Blanca Andaluza se caracteriza por su implicación en la conservación medioambiental. Es un animal muy rústico, capaz de adaptarse a condiciones geográficas y climáticas adversas, posibilitando la transformación de masa arbustiva de montaña en recursos ganaderos. Unas de sus relevantes contribuciones son la limpieza y el mantenimiento de las sierras, fomentando así la diversidad vegetal y hábitats, favoreciendo la conservación de numerosas especies de fauna silvestre. Igualmente, son agentes principales en la prevención de incendios forestales.