El apagón también aporta luz
Uno de los sectores más afectados por el ya histórico apagón sufrido en la España peninsular a las 12,33 horas del 28 de abril de 2025 fue el agroalimentario. Este gravísimo incidente, que paralizó el suministro eléctrico durante varias horas, puso de manifiesto la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas españolas y la dependencia del sector agroalimentario de la energía eléctrica para garantizar su funcionamiento.
Las actividades agrícolas mecanizadas, como el riego automatizado, la siembra y la cosecha, se detuvieron abruptamente. En regiones donde los recursos hídricos son esenciales para mantener los cultivos, la falta de electricidad comprometió la salud de las plantas.
El apagón también impactó en las plantas de procesamiento de alimentos, que vieron alterados procesos de producción y empaquetado, además de pérdidas de materias primas y productos perecederos, como frutas, verduras, carnes y lácteos, dependientes del mantenimiento de la cadena de frío en almacenes y centros de distribución.
La logística tampoco eludió los graves trastornos producidos por la interrupción del suministro eléctrico. Los sistemas de gestión y monitoreo de flotas, que dependen de la conectividad eléctrica y digital, quedaron inoperativos, dificultando la entrega de productos.
En un escenario tan complejo e inesperado, el sector agroalimentario implementó sobre la marcha medidas de emergencia. Algunas empresas contaban con generadores de respaldo (por tiempo limitado) para mantener operaciones críticas, mientras que otras optaron por estrategias de redistribución para minimizar las pérdidas.
Como ya sucediera con la pandemia, un suceso extraordinario ajeno a él volvió a llevar al límite al sector agroalimentario en su conjunto. Y, una vez más, supo responder con eficacia y solvencia. Cierto que el apagón no se prolongó -salvo algún caso aislado- más de 12 horas, por lo que la alimentación humana y animal no corrió peligro, pero ni se agotaron víveres ni al día siguiente faltaron productos en los lineales. Eso sí, se puede aprovechar este insólito (por su duración) incidente como recordatorio de la importancia de prepararse adecuadamente para situaciones disruptivas.
El apagón es una gran oportunidad para reflexionar y diseñar medidas que fortalezcan la resiliencia del sector, necesitado de inversiones estratégicas y una planificación adecuada, para abordar futuros desafíos y garantizar la seguridad alimentaria en España.



