"Hemos anticipado ciertas herramientas tecnológicas facilitando a clientes y usuarios la evolución del sector"
Entrevista a D. Francisco Martínez López, presidente de la Asociación Española de Empresas de Mensajería
Las empresas de paquetería son las responsables de transportar la mercancía dónde corresponda. Como todo colectivo, los miembros integrantes han organizado una sociedad que vela por sus intereses. Es muy importante, entre otras cosas, remarcar que la mensajería tiene necesidades particulares que se diferencian del transporte general. En 'Logística Integrada', hablamos con Francisco Martínez López, presidente de la Asociación Española de Empresas de Mensajería para profundizar en sus necesidades y reivindicaciones.
¿Cuándo y por qué razón de ser nació la asociación?
Actúa ante las diferentes administraciones tanto Estatales (Transporte, Postal, Trabajo), como Autonómicas y Municipales, y también ante la opinión pública, para representar al gremio de mensajerías, empresas de reparto, etc.
Surge de la necesidad de representar a un sector que siempre ha sido pionero en su actividad y cuya existencia se remonta a los orígenes mismos del intercambio de bienes.
La necesidad de trasladar pequeña paquetería ha estado siempre presente en la sociedad. La función de la asociación es agrupar a las empresas del sector, reforzar su representatividad, reconocer su labor y contribuir a su profesionalización.
¿De qué se compone su asociación?
AEM ofrece servicios esenciales para la actividad de sus empresas asociadas, entre los que sobresale la negociación del único convenio colectivo sectorial, en vigor para el período 2022–2025. Asimismo, proporciona servicios especializados de asesoramiento laboral y fiscal, así como apoyo en tramitaciones ante la administración de transporte, entre otros.
¿Cuáles son los intereses que unen a sus asociados?
Para las empresas asociadas, pertenecer a la asociación significa disponer de una voz común que represente sus intereses, impulse el reconocimiento de la singularidad de su labor y refuerce su competitividad. Asimismo, les permite acceder a servicios de apoyo especializados y formar parte de un sector cada vez más profesionalizado y adaptado a las demandas actuales de la sociedad.
¿Qué opinan respecto a las normativas que regulan las emisiones y la contaminación del medio ambiente?
Desde AEM apoyamos la regulación ambiental, siempre que esta sea proporcional y económicamente viable para las empresas. Consideramos esencial que se acompañe de incentivos, ayudas y plazos razonables que permitan una transición justa y sostenible.
Fuimos pioneros introduciendo en nuestro convenio colectivo la figura del repartidor con bici y andarín contribuyendo a descongestionar el tráfico en las ciudades y a rebajar la emisión de gases de efecto invernadero.
¿Qué avances se están consiguiendo en la reducción de costes económicos y medioambientales en la última milla?
Una de las principales medidas que contribuiría a reducir el número de furgonetas en circulación sería fomentar el uso de puntos de conveniencia y de lockers. Este modelo permite que un repartidor entregue una parte importante de la mercancía de una forma más ágil, donde los usuarios pueden recoger sus envíos. Sin embargo, aún queda camino por recorrer en este ámbito, ya que se ha normalizado el reparto domiciliario a un coste muy bajo, lo que obliga a los mensajeros a realizar entregas puerta a puerta, encareciendo la distribución.
¿Cómo han variado el tipo de envíos en los últimos diez años?
Actualmente, la mensajería ha adquirido un papel destacado en el sector B2C, aunque en el ámbito B2B lleva décadas siendo una actividad fundamental. La pandemia contribuyó a visibilizar aún más la importancia del sector, al igual que el auge del comercio electrónico, que incrementó de manera significativa el volumen de envíos.
No obstante, conviene recordar que la actividad de reparto y entrega de pequeña paquetería siempre está en una constante adaptación a las nuevas demandas sociales y a las transformaciones que experimentan nuestras ciudades.
¿Qué diferencias hay en términos generales en el impacto económico que provoca el correo urgente del convencional?
En contraste, las empresas de mensajería han logrado consolidarse ofreciendo soluciones adaptadas a las necesidades del ciudadano: envíos rápidos, con seguimiento en tiempo real, entregas a domicilio y opciones flexibles según la urgencia o el coste del servicio. Ya sea mediante entregas inmediatas a un precio acorde o a través de plazos más amplios con tarifas ajustadas, la mensajería siempre pone al usuario en el centro. Esta capacidad de adaptación y respuesta es la que ha permitido al sector ocupar un lugar fundamental en el mercado, ofreciendo exactamente lo que los ciudadanos demandan.
¿Qué quiere el consumidor?
El seguimiento del pedido, el cumplimiento de los plazos, las notificaciones y otros sistemas de trazabilidad son aspectos muy valorados por el cliente, ya que aportan transparencia y confianza durante todo el proceso de entrega. En cuanto a la sostenibilidad, aún queda un largo camino por recorrer para que el consumidor priorice y acepte pagar un precio más alto por entregas realizadas con vehículos menos contaminantes, comprendiendo que estas opciones benefician directamente al medio ambiente.
Por último, en relación con el precio, debemos recordar que el reparto domiciliario no puede considerarse un servicio de bajo coste. Hace años, la entrega de un paquete en domicilio tenía un precio mucho más elevado que el actual. Aunque en casi todos los sectores los costes han subido, en el nuestro los márgenes son cada vez más ajustados.
¿Cómo la crisis de conductores afecta a las demandas actuales del mercado?
El sector, además, se enfrenta a un cambio generacional que agrava el problema. Las nuevas generaciones buscan empleos con horarios más estables, mejores retribuciones y condiciones laborales menos exigentes físicamente. Frente a ello, el trabajo de mensajero implica jornadas adaptadas a las necesidades del cliente, presión por cumplir plazos, permanencia en la vía pública y exposición a factores externos como el tráfico o las condiciones climatológicas, aspectos que lo hacen menos atractivo frente a otras alternativas laborales.
A esta situación se suma un contexto de transformación del propio sector, ya que el crecimiento del comercio electrónico ha incrementado la demanda de repartidores, mientras que el volumen de profesionales disponibles no crece al mismo ritmo. En definitiva, la escasez de conductores no responde únicamente a una falta de mano de obra, sino también a una necesidad de revalorizar la profesión, dignificar sus condiciones y reconocer su papel esencial en el funcionamiento de la economía y en el servicio al ciudadano. Sin este reconocimiento y sin medidas que lo respalden, será cada vez más difícil garantizar la calidad y la sostenibilidad del reparto de mercancías.
¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta el sector?
Una posible solución pasa por incentivar el uso de puntos de conveniencia y taquillas de recogida. Estos sistemas permiten que el consumidor recoja sus pedidos de manera flexible, reduciendo intentos fallidos de entrega y optimizando la logística. Sin embargo, para que este modelo se implante de forma generalizada, es necesario que el precio de la entrega domiciliaria refleje su verdadero coste, y que la entrega en puntos alternativos sea más atractiva en términos económicos y prácticos.
Otro gran reto es la transición hacia flotas de vehículos más sostenibles, principalmente eléctricos. Aunque existen ayudas públicas, la renovación de vehículos sigue suponiendo un coste muy elevado para las empresas, cuyos márgenes ya son muy ajustados. Si el servicio no se remunera adecuadamente, difícilmente las compañías podrán afrontar las inversiones necesarias para cumplir con las normativas ambientales y avanzar hacia un modelo de reparto menos contaminante.
En este contexto, el futuro del reparto de última milla exige un trabajo conjunto entre administraciones, empresas y ciudadanos. Las administraciones deben establecer marcos regulatorios y de apoyo realistas; las empresas, seguir innovando y adaptando sus modelos operativos; y los ciudadanos, reconocer el valor del servicio que contratan, comprendiendo que la comodidad de recibir un pedido en casa tiene un coste económico y medioambiental que debe asumirse.
Solo a través de esta corresponsabilidad se podrá garantizar un reparto eficiente, sostenible y capaz de responder al crecimiento imparable del comercio electrónico y la demanda de entregas domiciliarias.



































