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Panorama de las distintas tecnologías de display disponibles para el aula

Cómo elegir la mejor tecnología de display y colaboración para la enseñanza superior

Marcos Fernández, director de Christie para España y Portugal17/10/2016
La enseñanza universitaria registra un enorme trasiego de novedosas aplicaciones de tecnologías de pantalla y de colaboración. Unas tecnologías de todo tipo que desbordan ya el espacio del aula y se extienden por todo el campus. Les ofrecemos aquí unos cuantos consejos, que le ayudarán a entender algunos principios básicos para decidir qué paneles LCD, displays 4K, proyectores sin lámpara, videowalls y tecnología de colaboración se adecuan mejor a sus necesidades.
Las necesidades de display han desbordado ya el ámbito estricto de la proyección en el aula para abarcar un amplio abanico de aplicaciones, destacando entre ellas el aprendizaje colaborativo, el signage o señalética digital, la visualización 3D y los displays de alta visibilidad. Al mismo tiempo, la innovación continúa generando nuevas opciones tecnológicas para cada uno de esos usos, entre ellas los proyectores sin lámpara, las soluciones —en continua evolución— de paneles LCD, los displays 4K, los videowalls o la tecnología de colaboración.

Para los profesionales del AV que trabajan en el ámbito de la enseñanza superior, la clave radica en determinar qué solución se adecua mejor a cada necesidad. En este artículo le ofrecemos un panorama de las distintas tecnologías de display que van surgiendo así como una guía básica de las aplicaciones para las que resultan más apropiadas.

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Conozca sus opciones tecnológicas

Entre los productos tecnológicos que pueden utilizarse en un campus se cuentan los displays para aulas, salas de conferencias o auditorios, para enseñanza a distancia, signage digital, presentaciones a gran escala, instalaciones en espacios públicos y entornos de aprendizaje multimedia de inmersión avanzada, sin olvidar las funcionalidades colaborativas e interactivas, susceptibles de combinarse en muchas de esas aplicaciones.

Hemos descubierto que las necesidades de presentación de vídeo de muchos compradores institucionales del ámbito de la enseñanza superior son muy variadas. A menudo han de equipar muchos espacios con funciones y objetivos diversos. Además de aulas, auditorios y salas de conferencias, hay salas de reuniones pequeñas y espacios de trabajo colaborativo que precisan también del apoyo de elementos de comunicación visual. Constatamos además la existencia de aplicaciones de gran escala, como videowalls y entornos de vídeo interactivos o inmersivos, que se instalan con las últimas tecnologías.

Se trate de una sola sala o del despliegue de tecnología de vídeo por todo un campus, lo más indicado será empezar por enumerar unos cuantos requisitos a considerar antes de decidirse por un display.

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Tamaño

Aunque la idea de que las cosas, cuanto más grandes, mejores, está siempre presente, al hablar de las dimensiones que habrá de tener un display nos basaremos en factores tales como el tamaño de la audiencia y el uso que habrá de darse al contenido. El número de personas que componen la audiencia y/o de colaboradores, y las necesidades que plantean en relación con un espacio dado nos condicionarán a la hora de decidirnos por un panel LCD, por una instalación de proyección o por una solución de videowall en mosaico.
En espacios de trabajo en los que el número de personas no va a exceder de cinco o seis, un display de panel LCD de dimensiones razonables podría ser más que suficiente. Sin embargo, cuando las dimensiones del espacio pasan de un cierto tamaño, las necesidades cambian. Por ejemplo, en una sala ocupada por 20 o 30 personas, como un aula pequeña, ni siquiera un display de 84 pulgadas será lo suficientemente visible.

En aulas de tamaño medio, la video proyección es un medio mucho más rentable —en cuanto a coste— para dar soporte visual. De ahí pasamos a las dimensiones de una sala de conferencias o un auditorio, donde hay que llegar a 100, 200, 300 o más personas y donde los paneles LCD no sirven, ni siquiera en configuraciones múltiples. Llegados a ese punto habrá que pensar en un tipo de proyección específico para grandes espacios.

Existen además otras opciones de display de vídeo que permiten presentar una imagen de vídeo a una escala aún mayor, y con la posibilidad de añadir componentes interactivos o inmersivos, en espacios tales como grandes vestíbulos, centros de estudiantes, laboratorios de visualización, instalaciones para el diseño de juegos u otros espacios de uso intensivo de lo visual. Los displays de videowall en mosaico pueden adoptar gran diversidad de formas para crear imágenes de tamaños increíbles o elementos arquitectónicos ingeniosamente construidos.

El vídeo resulta mucho más impactante si a los videowalls en mosaico, matrices de displays de paneles LCD o proyecciones inmersivas de gran escala y/o 3D les incorporamos tecnología interactiva o colaborativa que permita el intercambio de contenidos o anotaciones dentro de grupos de estudio o de trabajo.
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Resolución

Por lo que concierne a la resolución, el HD continúa siendo el formato de uso más común en la mayoría de las aplicaciones universitarias, sobre todo en presentaciones protagonizadas por un solo interviniente. Sin embargo, en casos especiales en los que se requiera mostrar información más detallada, un panel LCD 4K, una proyección, o una solución de display de videowall podrían ser las alternativas. Con la resolución 4K es posible mostrar cuatro veces más información que con una opción HD, lo que no hace ninguna falta si nos limitamos a mostrar videoclips, pero si eres una institución y lo que muestras son datos de investigación, el 4K es más eficaz como formato de display.
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Brillo

El siguiente paso para seleccionar un nuevo display de vídeo será el de calcular la luz ambiente que va a tener la estancia y asegurarse de que el tipo de display en cuestión tiene el brillo suficiente para mostrar una imagen clara. En la mayoría de salas de reuniones o aulas de pequeñas dimensiones, un display de panel LCD o un proyector de entre 2.000 y 7.000 lúmenes harán bien el papel, pero en espacios mayores, como la típica sala de conferencias, lo recomendable es usar un proyector de entre 20.000 y 30.000 lúmenes. Desde ahí no resultará difícil subir o bajar, llegando por arriba hasta 40.000 lúmenes en situaciones de niveles de iluminación ambiental considerables, o por debajo a un proyector de 10.000 lúmenes si el presupuesto no da para más.
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Iluminación con lámpara vs. ausencia de lámpara

Los proyectores iluminados por lámpara continúan siendo la solución más efectiva en términos de coste. Además, las lámparas de hoy son más duraderas y no necesitan más de un cambio o dos a lo largo de la vida del proyector. Hay dos tipos de lámparas: de mercurio y de xenón. La lámpara de mercurio es la más habitual, por su gran durabilidad y porque las bombillas se cambian con facilidad. La lámpara de xenón se usa a un nivel más profesional, ya que es más difícil de cambiar; por ello las encontramos, sobre todo, en proyectores de cine.

La iluminación de estado sólido, o de proyectores sin lámpara, podría exigir una mayor inversión, pero por lo general alcanzan un funcionamiento de 20.000 horas que es más de lo que suele necesitarse para una aplicación de aula.

Los actuales proyectores sin lámpara pertenecen a tres categorías: LED, fósforo láser y RGB láser. El LED proporciona un brillo de hasta 2.000 lúmenes, insuficiente para la mayoría de aplicaciones comerciales. Con el fósforo láser, un tipo de proyección en auge, la producción de brillo sube a los 10.000-12.000 lúmenes. El láser RGB recibe a veces el apelativo de ‘láser puro’ o ‘láser verdadero’ porque, en lugar de utilizar fósforo, llega directamente desde dispositivos láser, con lo que asegura la mejor representación cromática y unos displays más ricos y de mayor contraste. Resulta también más caro y ocupa más espacio pero con niveles de brillo de 30.000, 40.000 o 50.000 lúmenes en aplicaciones en grandes espacios, resulta muy impactante.

Adaptarse a la aplicación

Establecidos los parámetros de tamaño, resolución y brillo deseados, el siguiente paso será abordar esos factores con una de las tecnologías cuya eficacia en el ámbito de la enseñanza superior haya quedado demostrada. Sigue una serie de directrices para adaptar la mejor opción tecnológica a las actuales tendencias dentro de la enseñanza, comprendiendo desde displays a herramientas de colaboración.

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Proyectores

Los proyectores —montados en techo, dispuestos en configuración de tiro corto o montados sobre un carro móvil— siguen estando muy presentes en las aulas. Desde el punto de vista de la eficacia y la fiabilidad, por no hablar del tamaño de la imagen en términos de la inversión, las ventajas de la proyección son visibles de muchas formas, con una continua evolución de las tecnologías LCD y DLP.

En el campo de la proyección LCD, la resolución WUXGA es la habitual en estos momentos, con algo de WXGA todavía en uso y la resolución XGA prácticamente desaparecida. Las necesidades de brillo se mantienen en 5.000 lúmenes, y para conseguirlos muchas universidades y facultades se decantan por una mezcla de proyectores con o sin lámpara según cuál vaya a ser la aplicación.

Por lo que respecta a la proyección DLP, las soluciones de un chip constituyen unas herramientas fantásticas en la batalla contra el exceso de iluminación ambiental. Un proyector de fósforo láser de un solo chip, con una sola lámpara o sin ella, se adapta por lo general a las aplicaciones de muchísimas aulas; dicho esto, quienes cuenten con algo más de presupuesto podrían optar por un proyector de alto brillo de 8.500 o 10.000 lúmenes. Si se busca un color más rico y mayor profundidad de imagen, el DLP de tres chips lleva el display a un nivel superior.

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Displays de panel LCD

Vendidos en diversos tipos de resolución y diferentes dimensiones, hoy en día el estándar de display de panel LCD es, de hecho, el display LCD con retroiluminación. También el OLED es otro tipo de iluminación que está generando bastante atención, si bien no se ha incorporado aún a la corriente general.

Aunque esos tipos de display cubren las necesidades básicas de presentación en el aula, muchos educadores piensan ya fuera del rectángulo al plantearse los usos potenciales de los displays de paneles planos en la enseñanza. Muchas instituciones académicas están creando laboratorios que responden a las demandas de formación en medios digitales, convirtiendo esos espacios en estudios de producción creativa en los que los estudiantes pueden poner a prueba sus habilidades técnicas, unas habilidades que luego, tras licenciarse, podrán trasladar al puesto de trabajo.

Los mosaicos de videowalls

Los videowalls ofrecen la oportunidad de generar una experiencia de utilización de medios rica e ilustrativa de un entorno académico avanzado y con conocimientos tecnológicos. Los videowalls de la mayor parte de las aplicaciones académicas se componen de displays de panel LCD o de cubos de vídeo. Estos últimos son infinitos en cuanto a tamaño o forma, ya que los cubos pueden ensamblarse en todo tipo de configuraciones planas o curvas.

Además, la incorporación de interactividad táctil a un display en mosaico estimula el juego, el aprendizaje y la experimentación entre alumnos y visitantes. Los videowalls pueden adoptar muchas formas.

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Herramientas de colaboración

Hay otro elemento que se ha vuelto necesario para los sistemas de vídeo en las aulas: la tecnología de colaboración. Estamos en un mundo BYOD (‘trae tu propio dispositivo’), y el aula no es una excepción, sobre todo a la luz de lo que se conoce como ‘aula invertida’ (flipped classroom en inglés), un enfoque cada vez más extendido, que acaba con la pedagogía basada en un único interviniente para dar más importancia a la discusión en grupos reducidos y al intercambio de datos visuales a través de dispositivos móviles y ordenadores portátiles. Las nuevas herramientas de colaboración han terminado con los días en los que las presentaciones se realizaban con un solo proyector o una única entrada de display cada vez: ahora es posible presentar múltiples fuentes de contenido procedentes de varios participantes —los alumnos y el educador—, proyectándolas fácil e inalámbricamente en un display de panel LCD centralizado, sistema de proyección o instalación de videowall, y efectuar anotaciones sobre lo proyectado desde los dispositivos de todos los asistentes.

En aulas, laboratorios de innovación, y casi en cualquier espacio académico donde haya grupos trabajando juntos en pos de un objetivo común, la tecnología de colaboración hace posible lo que los participantes esperan de un sistema de vídeo.

Conclusión

El amplio espectro de tecnologías de display y colaboración actualmente en uso en los campus indica un crecimiento ininterrumpido de los enfoques dinámicos del aprendizaje. Si se eligen cuidadosamente, teniendo en cuenta parámetros técnicos y de uso, los displays y las herramientas colaborativas que les dan vida pueden llevar las experiencias educativas a un nivel superior.

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