La dignificación de la profesión
23 de noviembre de 2009
Conversando con Ángel Sanz, presidente de la Unión de Cerrajeros Españoles (UCE), nos deja claro un mensaje: es imprescindible la regulación del sector para una lucha más efectiva contra los llamados ‘cerrajeros piratas’. Por esta razón las principales asociaciones de cerrajeros (Apecs, Asmace, Cerrador, Grupo Cerrajero y Grupo Vicuña) se unieron en febrero de 2009 como indica su página web “con el objetivo principal de desarrollar los trabajos tendentes a establecer los procedimientos para la autorregulación empresarial y profesional del sector de las Empresas de Cerrajería de Seguridad y Cerrajeros de Seguridad”.
Tras los primeros meses de trabajo asociado, la UCE ya ha tenido contactos con la administración para conseguir ese fin. Ángel Sanz nos cuenta que se han iniciado conversaciones con los ministerios del Interior y de Industria, pero las conversaciones están todavía en sus primeros pasos. Las cosas de palacio van despacio y, además, éste ha sido siempre un mercado carente de regulación alguna. Ello ha provocado que los llamados cerrajeros ‘piratas’ se cuelen en un mercado que ya disponía de profesionales muy preparados y que sean capaces (los cerrajeros fraudulentos) de poner precios abusivos a los clientes de hasta 400 euros o de reventar precios cobrando sólo 20.
“Ambos son malos”, aseguraba Ángel Sanz, ya que el precio habitual de una apertura de puerta ronda entre los 50 y los 60 euros. “Obviamente el precio puede variar dependiendo de la puerta y la cerradura, pero es muy improbable que llegue a los 400 euros”. Son estos ‘piratas’ los que han dado una mala fama a la profesión, ya que, aunque dependa de cada empresa, los servicios de urgencia no deberían tener un suplemento extra para encarecer el servicio. Tampoco es habitual entre los profesionales cobrar por el tiempo empleado en realizar la apertura, así que desconfíen de quienes tardan más de 20 minutos en abrir una puerta para luego cobrarles un recargo de 30 ó 40 euros.
Pirata o no pirata, ésa es la cuestión
Pero ¿cómo saber si el cerrajero al que hemos llamado no es ‘pirata’? Lo más obvio sería visitar la web de la UCE (www.grupocerrajero.com), donde todos los cerrajeros que allí se anuncian son profesionales miembros de la asociación, lo cual ya es una garantía. Pero si nos quedamos en el rellano y sin ordenador, ¿cómo distinguirlos? El presidente de la UCE nos lo explicaba: un cerrajero profesional debería comprobar siempre que el cliente es el propietario del piso con el DNI o hablar con los vecinos o, en caso de una situación sospechosa, consultar a la Policía o a la Guardia Civil. Estos no parecen los procedimientos que haría un cerrajero ‘pirata’ ¿verdad?. Pues la intención de la UCE es que éstos sean procedimientos habituales en su profesión, hecho que por la falta de regulación, todavía no es así. Y no es la única medida que plantean, ya que para garantizar aún más su profesionalidad, la asociación pedirá a la Administración que sea imprescindible un Certificado de Penales de los trabajadores. Ello evitaría que aquellas personas con antecedentes penales por robos, hurtos o sustracciones puedan ser contratadas como cerrajeros.
Y aunque sólo llevan trabajando unos pocos meses de forma conjunta, representantes de la UCE se muestran contentos con el trabajo realizado, ya que de los 4.500 profesionales, 400 ya se han asociado con el colectivo y más de 1.500 han sido incluidos en una lista de cerrajeros fiables. También se ha conseguido un reconocimiento del oficio, “ahora al menos se nos conoce” admitía Ángel Sanz, “gracias a reportajes como el que nos hizo Informativos Telecinco” en la sección Reporteros (http://www.telecinco.es/informativos/reporteros/noticia/100009906/Tu+casa+esta+en+tus+manos). Y es cierto que el primer paso para ser reconocido es, aunque parezca obvio, ser conocido. Este reportaje y el trabajo realizado día a día por la UCE acercan a la asociación a ese objetivo de darse a conocer.
La dignificación de una profesión es imprescindible y más si tiene una gran responsabilidad social como la de abrir la puerta al hogar para aquellos que, por la razón que sea, se han quedado fuera. “Esa dignificación –nos decía Ángel Sanz– nos ayudará a conseguir una necesaria regulación para poder luchar y diferenciarnos de los cerrajeros que no son fiables”. Y es cierto que se han dado casos en los que falsos cerrajeros han aprovechado para robar en los hogares que han abierto previamente, mientras el dueño no estaba en casa.
Innovación y seguridad
Pero no podemos dejar pasar un aspecto fundamental en el negocio de la seguridad como es la innovación. Gracias a las inversiones en I+D+i, día a día se encuentran nuevos sistemas que mejoran la protección en nuestros hogares. En este sentido, cada mejora proporciona una mejor calidad de vida que resulta fundamental en los tiempos que corren. Si hablamos de seguridad infantil, son muchos los sistemas que protegen a nuestros pequeños de sufrir accidentes con agua o electricidad (por ejemplo ¿qué niño no ha querido meter los dedos en el enchufe?). Es por eso que empresas como Bomboy Dispositius de Seguretat se dedica a la seguridad en el hogar y en centros públicos como guarderías y escuelas infantiles. Para evitar que los niños o mayores sufran la dolorosa sensación de pillarse los dedos con una puerta, Marcel·lí Bombuy inventó y patentó hace diez años el llamado Sistema Antipinzadedos.
Este sistema proporciona una total protección de goma en todo el contorno de la puerta, incluida la parte inferior y las bisagras, consiguiendo así proteger de posibles golpes, además de ser un efectivo aislante del frío y el calor. Es por tanto un producto de excelente calidad, no porque yo lo escriba, sino porque ha sido homologado por la CEE y ha sido premiado y reconocido con la medalla de plata del 27º Salón Internacional des Inventions de Ginebra (en 1999), la medalla de oro en el salón de inventores Eureka 2001 de Bruselas. Además, Bombuy Dispositius de Seguretat se llevó la medalla de plata en categoría ‘Construcción’, la de oro en categoría ‘Niños y asistencia infantil’ y fue premiado como el Mejor Invento Europeo, los tres galardones en el salón de inventores Inpex 2002 de Pittsburg (EE UU).
De esta forma, podemos pensar que este tipo de sistemas de protección a la infancia se hacen imprescindibles en hospitales infantiles, centros médicos, geriátricos, psiquiátricos, domicilios particulares y en todos aquellos lugares en los que hay un elevado riesgo de sufrir este tipo de accidentes.
Pero su comercialización no ha sido fácil. Inventar y patentar es caro, requiere mucho tiempo y mucho esfuerzo. El papeleo que es necesario para legalizar una patente de un producto innovador es más que considerable y a menudo los inventos son copiados, ligeramente modificados y patentados por empresas más poderosas, que se pueden permitir largos litigios mientras van haciendo negocio. Es por ello que esta modesta empresa de Canet de Mar no se plantea por el momento presentar nuevos productos, aunque como comentaba Marcel·lí Bombuy, “estuvimos planeando nuevos sistemas de seguridad para los vehículos, pero no es el momento de embarcarse en una empresa de tal calibre”.