Evacuación y PCI en colegios: Más allá de la obligación legal

En España, el Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios (RIPCI), aprobado por el Real Decreto 513/2017, y la Norma Básica de Autoprotección (Real Decreto 393/2007) a las que se suman las normativas autonómicas específicas, como el Decret 30/2015 en Cataluña, establecen los criterios mínimos que deben cumplir los edificios de uso docente. Estas normativas obligan a disponer de sistemas de protección contra incendios adecuados, planes de emergencia y simulacros periódicos.

Sin embargo, el cumplimiento formal de la ley no siempre garantiza una respuesta eficaz ante una emergencia real. Desde Kosmos Group, especialistas en soluciones integrales de seguridad y protección contra incendios, insistimos en que la prevención y la cultura de la seguridad deben integrarse en el día a día del entorno escolar, no solo como una obligación legal, sino como un compromiso ético con la protección de la vida.

La Protección Contra Incendios (PCI) engloba el conjunto de medidas destinadas a prevenir, detectar y actuar ante un fuego. En los centros educativos, su importancia es doble: proteger a los ocupantes y garantizar la continuidad de la actividad docente.

Medidas pasivas de PCI

Las medidas pasivas son aquellas integradas en la propia construcción del edificio. Incluyen la sectorización de espacios para evitar la propagación del fuego, el uso de materiales con resistencia al fuego certificada, y la correcta disposición de salidas de emergencia con puertas que abran en el sentido de la evacuación.

Medidas activas de PCI

Las medidas activas comprenden todos los sistemas diseñados para detectar y extinguir un incendio. Entre los más habituales en colegios se encuentran los extintores portátiles, las Bocas de Incendio Equipadas (BIEs), los sistemas automáticos de detección y alarma y, en algunos casos, los rociadores automáticos.

De acuerdo con el RIPCI, todos estos equipos deben someterse a revisiones y mantenimientos periódicos realizados por empresas instaladoras o mantenedoras habilitadas. Tal y como se explica en la web de Kosmos Group (www.kosmos-group.net), el mantenimiento periódico de los sistemas PCI es una garantía de funcionamiento y una obligación legal que evita sanciones y riesgos operativos.

Formación en el uso de extintores y BIEs

Contar con los medios técnicos adecuados no es suficiente si las personas desconocen cómo utilizarlos. Por ello, la formación práctica en el manejo de extintores y Bocas de Incendio Equipadas (BIEs) resulta esencial en el entorno escolar.

Estas formaciones permiten al personal docente y de mantenimiento familiarizarse con el funcionamiento real de los equipos, practicar maniobras de activación y aprender a valorar cuándo y cómo intervenir con seguridad.

Desde Kosmos Group se recomienda impartir sesiones periódicas de formación y reciclaje, combinando teoría y práctica, para garantizar que el personal sepa actuar con rapidez y eficacia en los primeros minutos de una emergencia.

La planificación de la evacuación en colegios e institutos requiere un enfoque integral. No basta con disponer de salidas señalizadas; es fundamental que todos los ocupantes conozcan los procedimientos y las rutas seguras.

Entre los elementos esenciales destacan:

• Rutas de evacuación claramente señalizadas y libres de obstáculos.
• Espacios de reunión seguros en el exterior, donde se pueda verificar la presencia del alumnado.
• Señalización fotoluminiscente y sistemas de iluminación de emergencia conforme al Código Técnico de la Edificación (CTE).
• Adaptaciones específicas para alumnos con movilidad reducida o necesidades especiales.

Además, los planes de autoprotección deben actualizarse siempre que se produzcan modificaciones en la estructura o el uso de los espacios. Desde Kosmos Group se recomienda revisar anualmente estos planes y validar los recorridos de evacuación con simulacros controlados.

La normativa de autoprotección establece la obligación de realizar al menos un simulacro anual en los centros educativos. Sin embargo, reducirlo a un mero trámite administrativo es un error. Los simulacros constituyen una herramienta de entrenamiento real que permite evaluar la respuesta de alumnos y personal ante una emergencia y detectar posibles fallos en la organización o en las instalaciones.

Objetivos de los simulacros

• Entrenar la respuesta coordinada ante emergencias.
• Reducir los tiempos de evacuación.
• Evitar situaciones de pánico o confusión.
• Evaluar la eficacia del plan de autoprotección y proponer mejoras.

Cómo organizar un simulacro eficaz

Un simulacro bien planificado debe comenzar con una preparación previa, donde se comunique el ejercicio al personal y se definan los roles de actuación (jefe de emergencia, responsable de planta, ayudantes, etc.). Durante la ejecución, se deben cronometrar los tiempos y registrar incidencias. Finalmente, la evaluación post-simulacro debe traducirse en medidas concretas de mejora.

Casos reales

Un ejemplo reciente es el simulacro de evacuación realizado en el colegio Salesianos Zaragoza en 2024, en el que participaron alrededor de 1.500 alumnos junto al personal docente. El ejercicio, según publicó el propio centro, se desarrolló con éxito y permitió analizar el flujo de evacuación de todos los edificios.

Fuente: zaragoza.salesianos.edu

Por otro lado, el incendio ocurrido en un colegio de Castellón en 2024, provocado por un lavavajillas en la cocina, obligó a evacuar a 260 alumnos y profesores. La evacuación preventiva se completó sin incidentes gracias a la correcta aplicación del protocolo de emergencia.

Fuente: cadenaser.com

Estos casos demuestran que los simulacros y la formación previa son determinantes para garantizar la seguridad en situaciones reales.

Fomentar una auténtica cultura preventiva dentro de la comunidad educativa es tan importante como contar con medios técnicos. La seguridad debe formar parte de la educación en valores, implicando a todo el personal del centro, desde el profesorado hasta las familias.

Actividades como charlas, talleres o formaciones básicas en primeros auxilios y prevención de incendios refuerzan la concienciación colectiva. Además, integrar estos temas en las asignaturas de ciencias o educación cívica ayuda a que los alumnos comprendan la importancia de las normas de seguridad desde una edad temprana.

Los centros que practican simulacros regulares y promueven la formación continua del personal reducen notablemente los tiempos de evacuación y minimizan los riesgos. La experiencia demuestra que la seguridad no debe gestionarse solo desde la dirección, sino que debe asumirse como una responsabilidad compartida por toda la comunidad educativa.

En la web de Kosmos Group (www.kosmos-group.net), se detallan buenas prácticas en materia de prevención y formación, que sirven como referencia para la creación de programas educativos de sensibilización en PCI.

Los centros educativos afrontan diversos desafíos en materia de seguridad.

Retos frecuentes

• Instalaciones antiguas sin infraestructura adecuada para cumplir con los estándares actuales del RIPCI.
• Limitaciones presupuestarias que retrasan la renovación de sistemas PCI o la adaptación de las salidas de emergencia.

Oportunidades

A pesar de las dificultades, existen también importantes oportunidades:

• Avances tecnológicos en sistemas de detección temprana y evacuación inteligente.
• Digitalización de los planes de autoprotección y gestión de incidencias mediante plataformas digitales.
• Ayudas y subvenciones públicas destinadas a mejorar la seguridad en edificios docentes.

La modernización de los sistemas PCI y la formación del personal pueden abordarse de forma gradual, priorizando los riesgos más críticos y aprovechando los programas de apoyo institucional disponibles.

La evacuación y la PCI en colegios reúne tres grandes pilares en los que se basa la seguridad escolar: prevención, protección y respuesta. Su correcta aplicación no solo cumple con la normativa, sino que protege vidas, mejora la confianza de las familias y fortalece la reputación del centro educativo.

La implantación de una política integral de seguridad, apoyada en la tecnología y la formación, es la mejor garantía de que, ante una emergencia, todos sabrán cómo actuar.

La seguridad no debe entenderse como un requisito burocrático, sino como un valor educativo y social que transmite responsabilidad, respeto y cuidado hacia los demás.