La inteligencia artificial en las centrales receptoras de alarma: eficiencia, automatización y nuevos retos
Juan Gabaldón García, Product Manager Intrusión de Casmar
15/09/2025
En la práctica, estos centros gestionan señales de sensores de movimiento, cámaras, detectores perimetrales o sistemas de control de acceso, coordinando la intervención de los servicios de seguridad o de emergencias. Hasta hace relativamente poco, la mayor parte de este trabajo recaía exclusivamente en la figura del operador. Hoy, cada vez más centrales incorporan algoritmos de IA para automatizar procesos que antes eran manuales. Esto en mi opinión es solo el inicio de lo que está por venir.
Una de las motivaciones para esta evolución es el incremento exponencial de dispositivos conectados. Se estima que, en España, por ejemplo, existen ya más de 3,22 millones de instalaciones activas, y las grandes centrales pueden recibir hasta 40 millones de señales diarias. Gestionar manualmente ese volumen no solo es inviable, sino que genera sobrecarga operativa, tiempos de respuesta más largos y un número elevado de falsas alarmas.
La inteligencia artificial ofrece soluciones en distintos niveles. Uno de sus principales aportes es precisamente reducir las falsas alarmas, que sigue siendo el gran desafío del sector. Mediante algoritmos de aprendizaje automático, es posible reconocer patrones habituales y distinguir entre eventos relevantes e irrelevantes. Así, una señal provocada por una mascota, por ejemplo, puede ser descartada sin necesidad de intervención humana, aliviando la carga de trabajo de los operadores.
Otra aplicación clave es la verificación automática mediante vídeo. Gracias al análisis en tiempo real, los sistemas pueden detectar presencia humana o actividad sospechosa y, al mismo tiempo, ignorar movimientos generados por sombras, animales o condiciones climáticas.
Imaginemos, por ejemplo, un perímetro industrial donde la activación constante de sensores se deba al paso de animales. Con IA, estas señales pueden clasificarse automáticamente, dándoles menor prioridad en la cola de alarmas o descartándolas si no representan riesgo. De esta forma, los recursos se concentran en incidentes realmente relevantes, mejorando la eficacia operativa.
También están apareciendo asistentes virtuales que complementan el trabajo del operador. Estos sistemas pueden sugerir protocolos de actuación, priorizar señales según el nivel de riesgo y facilitar información contextual para tomar decisiones más rápidas y fundamentadas. El operador mantiene siempre la última palabra, pero la IA permite que esa decisión se tome con mayor agilidad y precisión.
Incluso hay centrales que ya utilizan análisis predictivo. Esta tecnología detecta patrones de comportamiento anómalos, como accesos fuera de horario, intentos reiterados de desactivación incorrecta o códigos introducidos de forma errónea. Este enfoque no solo mejora la seguridad en tiempo real, sino que también permite implementar estrategias de mantenimiento preventivo y optimizar procesos internos.
Los beneficios son evidentes. Desde el punto de vista de la operación, la automatización permite gestionar más clientes con menos recursos humanos, reducir costes y mantener un estándar de servicio más alto. Para el usuario final, se traduce en mayor fiabilidad, tiempos de respuesta más cortos y una menor probabilidad de intervenciones innecesarias.
Además, esta tecnología permite personalizar los servicios. Los sistemas pueden aprender las rutinas de cada cliente (horarios habituales, accesos recurrentes, zonas sensibles) y ajustar su sensibilidad de forma automática, generando una experiencia de seguridad más fluida y adaptada a cada instalación.
Otro reto clave y, bajo mi punto de vista, crítico es mantener un equilibrio adecuado entre automatización y supervisión humana. Aunque la IA pueda tomar decisiones preliminares, la validación final debe recaer siempre en operadores capacitados, especialmente cuando se trata de actuaciones policiales o situaciones críticas. El modelo conocido como human-in-the-loop (HITL) sigue siendo esencial para evitar errores.
En definitiva, la incorporación de inteligencia artificial en las centrales receptoras de alarma representa un cambio estructural en la gestión de la seguridad. Esta tecnología no pretende sustituir al profesional humano, sino potenciar sus capacidades, reducir errores y responder con mayor eficacia a un entorno cada vez más complejo y exigente. A medida que las CRA avanzan hacia modelos híbridos, donde conviven la automatización y la intervención humana, el sector deberá encontrar el equilibrio entre la eficiencia que aporta la inteligencia artificial y la dedicación profesional y el conocimiento que aportan los profesionales del sector.
"La IA no pretende sustituir al profesional humano, sino potenciar sus capacidades, reducir errores y responder con mayor eficacia a un entorno cada vez más complejo y exigente"















