El futuro de la industria del automóvil pasa por la modernización de los procesos de producción y de la relación con el cliente

El objetivo de las smart factories o fábricas inteligentes es conseguir reducir costes lo máximo posible y aumentar la eficiencia, algo que no será posible únicamente con la automatización. Por ejemplo, hoy en día más del 90% de los talleres de pintura se encuentran robotizados, y aun así siguen siendo una de las secciones más caras del proceso de producción de coches, según el informe de Oliver Wyman ‘Tomorrow's Factories will need better processes, not just better robots’ (‘Las fábricas del mañana necesitarán mejores procesos, no solo mejores robots’). Algunos laboratorios de investigación están probando con técnicas de cocción similares a las de la cerámica o impresión 3D, tratando así de modernizar los trabajos de pintura y conseguir alguna diferencia significativa que abarate los costes de fabricación de un automóvil.

En la actualidad, dos tercios de los trabajadores del sector centran su actividad en la sección de ensamblaje, en la cual la automatización ha resultado más difícil debido a que la personalización y la complejidad de los vehículos de hoy en día requieren la supervisión de los fabricantes, así como la flexibilidad necesaria ante los constantes cambios de modelos fabricados. Otras tareas, como la instalación de la red de cables, también se hacen muy difíciles para los robots actuales, situación que se verá acentuada con la generalización de los vehículos eléctricos y autónomos.

En este entorno, los robots colaborativos, también conocidos como cobots, son quienes están dándole un nuevo giro a los procesos de producción. En lugar de amenazar la presencia de trabajadores en las fábricas, estos ayudan a mejorar la calidad del trabajo humano. Se trata de asistentes automáticos que trabajan para ellos, realizando tareas que puedan ser peligrosas o repetitivas, pero también actuando en lugares de difícil acceso, como debajo de los coches.

Además, a diferencia de los grandes robots industriales, los cobots están diseñados para operar de manera segura junto a las personas. Entre otras características, están equipados con cámaras y sensores que detectan posibles colisiones, haciendo que la maquinaria se detenga cuando haya un posible riesgo. Las posibilidades son infinitas. Actualmente, algunos investigadores están trabajando en innovaciones que permitan una comunicación real entre cobots y humanos. Otro ejemplo de automatización que puede coexistir con los fabricantes es el exoesqueleto, usado como ayuda para levantar cargas pesadas o llevar a cabo grandes esfuerzos de manera repetitiva. Estos artilugios de estilo ciborg cobran especial importancia a medida que los trabajadores van alcanzando edades avanzadas.

En definitiva, todas estas innovaciones pueden llegar a ser muy atractivas para las empresas. Además de ser económicas, ya que su precio es menor a 45.000 euros, son fáciles de reprogramar y los fabricantes pueden usarlas adaptándolas a sus necesidades para trabajar de manera más eficiente y versátil.

La transformación del sector es una tarea de grandes dimensiones que no se debe limitar únicamente a la fabricación de automóviles, y por ello está evolucionando la forma en que los fabricantes utilizan la tecnología en todos los aspectos de la organización, como la oficina. Tal y como señala el informe de Oliver Wyman ‘Injecting Digital Into Automaker's Organization’ (‘Inyectando lo digital en las organizaciones de los fabricantes de automóviles’), el empleo de nuevos avances en áreas como la interacción con el cliente y el diseño del producto también puede llegar a reportar grandes beneficios dentro del sector.

Tradicionalmente, las empresas automovilísticas han desembolsado grandes cantidades en la captación y retención de clientes, con resultados dispares. El uso de nuevas tecnologías en la interacción con posibles compradores podría abrir nuevas vías de comunicación que permitan ofrecerles todo tipo de servicios, reduciendo además el gasto que conllevan las campañas de marketing. Gracias a una gestión efectiva e inteligente de los datos de los clientes, el coste de captación de un cliente podría verse reducido en hasta 2.000 euros, de los 3.000 necesarios actualmente a solo 1.000. Para ello, es fundamental obtener un conocimiento detallado sobre los clientes, siendo los fabricantes quienes deban tener acceso a la gran cantidad de datos que la industria del automóvil posee sobre ellos. El problema es que los concesionarios no disponen de toda la información necesaria, evitando así que desempeñen un papel más importante. Dichos fabricantes de automóviles tienen contacto directo con los clientes a través de sus departamentos de servicios financieros, pero a menudo externalizan su gestión de datos, por lo que son difíciles de obtener. Como resultado, ni las empresas ni los concesionarios saben mucho acerca de sus compradores, por lo que no pueden predecir qué productos o servicios ofrecer y cuándo.

El primer paso para solucionar esto es mantener un contacto directo con ellos, ya sea de manera personal o a través de redes sociales. A su vez, todos los actores del sector deberán compartir la información que poseen con el objetivo de llevar a cabo un registro común en el que se vean reflejadas todas las interacciones con posibles clientes. Así, un concesionario podrá tener acceso, por ejemplo, a todos los modelos de coche y características que un comprador ha estado consultando. La gestión eficaz de estos datos será el factor principal que haga que el marketing digital despegue en la industria del automóvil.