El potencial azul de España: inversión, talento y futuro en la economía del mar
Con casi 8.000 kilómetros de costa distribuidos entre la península, archipiélagos y enclaves ultraperiféricos, el protagonismo de España no es casual; representando una plataforma natural formidable para desplegar actividades vinculadas al mar. En concreto, y según los datos aportados por la Comisión Europea, durante los últimos cinco años, las inversiones en economía azul a nivel europeo se han incrementado de forma notable, y España ha logrado posicionarse entre los principales destinos de ese capital.
En este sentido, entre 2018 y 2023, las inversiones en acuicultura y pesca en España alcanzaron los 930 millones de euros, cifra que se ha duplicado respecto al periodo 2012–2017. Al mismo tiempo, en lo referente a biotecnología azul, el volumen invertido superó los 196 millones de euros en ese mismo periodo. Destacando España también en 'tecnología azul y observación de los océanos': en ese segmento, es, a nivel europeo, el tercer país con mayor cantidad de inversores y el segundo con más acuerdos firmados.
Unas cifras datos que explican por qué España aparece consistentemente en los 'top ten' de países de la UE en inversión en economía azul: su litoral, la variedad de sectores vinculados al mar y un marco institucional relativamente favorable han convertido al país en un imán para capital público y privado interesándose por el mar. Y este contexto sirve de base para reflexionar no solo sobre lo logrado, sino sobre el potencial que aún queda por aprovechar.
España como potencia azul: empleo, VAB y estructura del sector
Pero si hay una manera de apreciar la importancia real de la economía azul en España, esta es examinan sus impactos sobre el empleo, el valor añadido bruto (VAB) y su peso relativo frente al conjunto de la economía nacional. Según datos recientes, los sectores de economía azul en España dan empleo a unas 937.000 personas. Al mismo tiempo, durante el año 2022 la contribución del VAB de la economía azul al total nacional se situó alrededor del 2,9 %, lo que equivale a decenas de miles de millones de euros.
En su conjunto, la economía azul representa aproximadamente el 3 % del PIB nacional. Mostrando la estructura del sector que el turismo costero (incluyendo turismo de sol y playa, náutica, cruceros...) sigue siendo la locomotora de la economía azul española. Un subsector que en 2022 concentró en torno al 70 % del empleo azul y al 64 % del VAB de la economía azul.
A su vez, el segundo gran bloque lo conforman los recursos marinos vivos (pesca y acuicultura, procesamiento, distribución de productos del mar, etc.), que en 2022 aportaron el 21 % del empleo azul y cerca del 18 % del VAB. Este mix sectorial es relevante: combina actividades tradicionales (pesca, turismo, puertos) con otras de alto valor añadido y con potencial de innovación: biotecnología marina, tecnología azul, energías renovables marinas, etc. Esa diversidad es una ventaja estratégica: permite amortiguar choques sectoriales y proyectar crecimiento sostenible.
Por todo lo anteriormente expuesto, se puede hablar de España no solo como país costero, sino como potencia azul consolidada.
Focos de inversión, tendencias y oportunidades: hacia un mar de posibilidades
Sin embargo, las dinámicas de inversión recientes confirman que el capital no llega por casualidad, existiendo un interés claro en desarrollar subsectores que combinan valor, innovación y sostenibilidad marina. Al mirar los flujos de inversión por ámbitos, se observan varios focos prometedores:
• Acuicultura y pesca: con 930 millones de euros invertidos entre 2018 y 2023, este subsector sigue siendo un pilar clave dentro de la economía azul. Esta inversión creciente indica que la acuicultura —más sostenible, regulada y tecnificada— se perfila como una vía para garantizar suministro de alimentos, empleo en zonas costeras y valor añadido.
• Biotecnología azul: los 196 millones de euros invertidos en los últimos cinco años muestran que el interés por transformar los recursos marinos —no solo como materia prima para alimentación, sino como fuente de compuestos, bioproductos, innovación— va al alza.
• Tecnología azul y observación oceánica: sectores dedicados a monitorear océanos, desarrollar soluciones sostenibles, innovación en logística marina, energías renovables offshore, sistemas de control y gestión marina; España está bien posicionada aquí, siendo de los países con más acuerdos de inversión en Europa.
• Puertos, transporte marítimo y logística: con infraestructuras portuarias de gran envergadura, España tiene la base física para conformar hubs de comercio, tráfico marítimo, logística internacional, reparación naval y servicios relacionados. Ese tejido informa parte del atractivo de la economía azul en su conjunto.
Estas tendencias ofrecen oportunidades reales: diversificación económica, creación de empleo cualificado, impulso a I+D marina, desarrollo territorial —especialmente en zonas costeras y archipiélagos— y generación de cadenas de valor de alto contenido tecnológico.
La importancia de sostener y reforzar el liderazgo: razones estratégicas
En el mismo sentido, mantener —e incluso mejorar— la posición de España como potencia azul no es una opción secundaria. Conviene subrayar algunos factores que lo hacen un objetivo estratégico:
• Empleo y cohesión territorial. Cerca de un millón de empleos dependen de la economía azul. Por su dispersión geográfica —zonas costeras, archipiélagos, puertos— este sector puede ser un motor de desarrollo para regiones deprimidas o con menor industrialización, contrarrestando desequilibrios territoriales.
• Valor añadido y competitividad internacional. El 3 % del PIB nacional que representa la economía azul evidencia su peso económico. Potenciar subsectores como biotecnología marina, energías renovables y tecnología azul puede elevar ese porcentaje, añadiendo exportaciones de alto valor, innovación y resiliencia.
• Sostenibilidad, innovación y futuro. Las tendencias globales empujan hacia la conservación marina, el uso sostenible de recursos, el impulso de energías limpias, la acuicultura responsable. España puede aprovechar su litoral, experiencia, capital humano y portuario para liderar la transición hacia una economía azul verde, moderna y competitiva.
• Resiliencia ante crisis globales. La diversificación de subsectores (no depender solo del turismo o la pesca tradicional) dota al país de una estructura más robusta frente a choques económicos, variaciones en demanda turística, o riesgos regulatorios.
Porque reforzar este liderazgo no es solo cuestión de orgullo marítimo; supone asegurar empleos, innovación, sostenibilidad ambiental y capacidad estratégica para las próximas décadas.
En definitiva, el objetivo es lograr un futuro para España donde las costas, los puertos y las aguas profundas no son limitantes, sino oportunidades: criaderos de acuicultura de última generación, centros de biotecnología marina creando productos de alto valor, energías renovables marinas contribuyendo al mix energético, puertos inteligentes integrados en cadenas logísticas globales, y un tejido de empresas azules dinámicas, innovadoras y responsables con el medio ambiente.










