Raíces Radiactivas (II): los efectos a largo plazo
Paula Llull16/12/2013
Aquél abril del 86, las personas que vivían en los alrededores de la central fueron evacuadas y se trataron adecuadamente para sacar la radiactividad de sus cuerpos. Pero plantas y animales restaron allí, padeciendo en sus cuerpos todos y cada uno de los efectos de esta nube contaminante.
Un documental emitido por Odisea explica como la fauna y la flora reaccionan diferente a los estímulos externos que el cuerpo humano, pero difícilmente son inmunes a la radiactividad. Así, se muestra que la naturaleza está presente en la zona, donde la vida sigue, lo que es en sí mismo una buena noticia.
Todo empezó después de la explosión, cuando una lluvia de átomos radiactivos cayeron sobre la flora y la fauna de Chernobyl, y los días posteriores al desastre se encontraron millones de cadáveres de animales y plantas de todo tipo. Los pinos enrojecieron y murieron, creando un falso espejismo paisajístico que los científicos llamaron "bosque rojo".
Pasado un tiempo, cuando los niveles de radiación bajaron, se estiman más de 400 nacimientos de animales domésticos con anomalías. Aún así, las plantas florecen y los animales crecen. Parece que la naturaleza creó mecanismos de reparación. Los científicos que se dedican a estudiar los efectos de la explosión declaran una baja tasa de mutación en los ratones que se han ido encontrando en la zona.
El documental sigue explicando como algunas aves como las golondrinas que se encuentran en las cercanías de Chernobyl en la zona de exclusión presentan anomalías de desarrollo, como tumores en las patas, el cuello… Se presentan 14 o 15 anomalías distintas jamás observadas en el mundo. Aun así, se esperaban encontrar mucha mas afectación, y de hecho algunos ratones no presentaban grandes anomalías. Explican experimentos para comprobar si la radiación quizás hace un efecto en algunos animales que los convierte en inmunes a los ataques radiactivos.Ver vídeoVale la pena prestar atención al documental, donde se explica todo el proceso experimental y de investigación hecho por los expertos en la zona de exclusión en cuanto a flora y fauna.
Así, los efectos en animales y plantas son distintos en función de la especie, y empezaron a desarrollarse en zonas afectadas en base a su propio desarrollo y características. No así en el cuerpo humano, del cual ya se conocen algunos de los efectos de la radiación y los resultados en cuanto a mutaciones genéticas.
Veinticinco años después del accidente nuclear de Chernóbil se siguen descubriendo altos niveles de radiactividad en alimentos básicos como leche, bayas o setas de diversas localidades de Ucrania. Después de la catástrofe, el Gobierno ucraniano hacía análisis anualmente,pero desde hace algunos años dejó de hacerlos, por lo que Greenpeace decidió retomar este trabajo. Los resultados muestran que este seguimiento aún es necesario y que los efectos de Chernóbil no han pasado. Hablaremos de ello.
Un documental emitido por Odisea explica como la fauna y la flora reaccionan diferente a los estímulos externos que el cuerpo humano, pero difícilmente son inmunes a la radiactividad. Así, se muestra que la naturaleza está presente en la zona, donde la vida sigue, lo que es en sí mismo una buena noticia.
Todo empezó después de la explosión, cuando una lluvia de átomos radiactivos cayeron sobre la flora y la fauna de Chernobyl, y los días posteriores al desastre se encontraron millones de cadáveres de animales y plantas de todo tipo. Los pinos enrojecieron y murieron, creando un falso espejismo paisajístico que los científicos llamaron "bosque rojo".
Pasado un tiempo, cuando los niveles de radiación bajaron, se estiman más de 400 nacimientos de animales domésticos con anomalías. Aún así, las plantas florecen y los animales crecen. Parece que la naturaleza creó mecanismos de reparación. Los científicos que se dedican a estudiar los efectos de la explosión declaran una baja tasa de mutación en los ratones que se han ido encontrando en la zona.
El documental sigue explicando como algunas aves como las golondrinas que se encuentran en las cercanías de Chernobyl en la zona de exclusión presentan anomalías de desarrollo, como tumores en las patas, el cuello… Se presentan 14 o 15 anomalías distintas jamás observadas en el mundo. Aun así, se esperaban encontrar mucha mas afectación, y de hecho algunos ratones no presentaban grandes anomalías. Explican experimentos para comprobar si la radiación quizás hace un efecto en algunos animales que los convierte en inmunes a los ataques radiactivos.Ver vídeoVale la pena prestar atención al documental, donde se explica todo el proceso experimental y de investigación hecho por los expertos en la zona de exclusión en cuanto a flora y fauna.
Así, los efectos en animales y plantas son distintos en función de la especie, y empezaron a desarrollarse en zonas afectadas en base a su propio desarrollo y características. No así en el cuerpo humano, del cual ya se conocen algunos de los efectos de la radiación y los resultados en cuanto a mutaciones genéticas.
Veinticinco años después del accidente nuclear de Chernóbil se siguen descubriendo altos niveles de radiactividad en alimentos básicos como leche, bayas o setas de diversas localidades de Ucrania. Después de la catástrofe, el Gobierno ucraniano hacía análisis anualmente,pero desde hace algunos años dejó de hacerlos, por lo que Greenpeace decidió retomar este trabajo. Los resultados muestran que este seguimiento aún es necesario y que los efectos de Chernóbil no han pasado. Hablaremos de ello.