Ser madre y trabajar: las dos jornadas diarias de la mujer
Redacción Protección Laboral12/06/2017
Hemos hablado anteriormente de la dificultad de las madres para conciliar su vida laboral con la familiar. Pues no hay duda de que se trata de un problema real. Cada vez más encuestas evocan evidencia sobre ello. Aunque la mujer haya entrado en el mercado laboral, se encuentra con serias dificultades a la hora de acceder a promociones, mayores salarios o incluso a un trabajo, dependiendo de la edad en que se encuentre. Cuando se es madre, la cosa aún se complica más. La corresponsabilidad (que mujer y hombre participen en igual medida en la crianza de los hijos) avanza, pero demasiado lentamente.
La escuela de negocios IESE publicó un estudio en el que se reflejaba esta triste verdad. El llamado 'Maternidad y trayectoria profesional’ encuestó a hombres y mujeres que combinan crianza con vida laboral. Así, el 57% de mujeres declara haber renunciado a trabajos que veía incompatibles con la maternidad, el 53% no duda en reconocer que ser madre ha influido negativamente en su carrera y el 46% señala que, desde que son madres, han tenido que trabajar mucho más duro para demostrar su valía.
Pero no acaba aquí la cosa: en el terreno familiar también existe desigualdad de reparto de tareas entre las parejas que trabajan a jornada completa. El 85% de las mujeres declara hacer los deberes con sus hijos, mientras que en el caso de los hombres esa cifra no sube del 43%. Actividades como jugar con ellos o leerles un cuento también se reparten de forma similar. Y las labores domésticas aún presentan una brecha más amplia: se ocupan de éstas entre un 80 y 90% de las mujeres según la actividad en cuestión (lavar la ropa, planchar, comprar…) y, en el caso de los hombres, sólo entre el 20 y el 40% de media.
La Asociación Malas Madres ha realizado encuestas similares, tanto en preguntas como en resultados. Según éstas, el 58% de las mujeres renuncia a su carrera profesional al ser madres, frente el 6% de sus parejas. En este caso, también participaron mujeres sin hijos, el 51% de las cuales afirmaron que, de ser madres, tendrían que renunciar a desarrollarse profesionalmente. En este mismo escenario, sólo el 11% de los hombres reconoció esta situación. En cuanto a cuidados del hogar, el 45% de las mujeres declaran ser las principales responsables, frente el 9% en el caso de los hombres. Y, en un 36%, el reparto es equitativo.
Parece que hemos llegado a un estadio en el que la propia mujer tiene miedo a ser madre, por si no va a poder trabajar en las mismas condiciones. Algunas incluso tienen miedo a ser despedidas. Algo que ya ha ocurrido demasiadas veces, cuando una mujer ha comunicado su embarazo o intención de tener hijos a las empresa en la que trabaja. Recordemos, por ejemplo, cuando Qualytel, la empresa que gestiona el número de atención a la mujer maltratada, se hizo famosa por despedir a mujeres embarazadas amparándose en sus contratos de obra y servicio.
En este sentido, es importante saber que en contrato indefinido se considera nulo un despido si no hay motivo que lo justifique más allá de un embarazo. Como el caso de la maestra que fue cesada después de comunicar al colegio donde trabajaba que planeaba someterse a un tratamiento de fertilidad. Fue en 2014. Hace sólo unos meses, La Sala de lo Social del Tribunal Supremo ha obligado al centro a readmitir la trabajadora y abonarle todos los salarios que ha dejado de percibir desde el año en que fue despedida.
En algunos casos, las mujeres podemos recurrir a la ley para no quedarnos sin empleo, aunque algunas veces las empresas escondan que el verdadero motivo del despido sea éste y sea difícil de demostrar. Igualmente, sigue siendo demasiado difícil combinar carrera profesional con maternidad. Pues, aunque no seamos despedidas, en muchos casos recurrimos más a la jornada reducida que los hombres, o nos topamos con el llamado o incluso mobbing. Por no hablar de la doble jornada de las madres trabajadoras, cuando sus parejas no ejercen la misma responsabilidad en la crianza. Son necesarias más leyes que protejan las mujeres en el ámbito laboral, como también lo es la concienciación de los hombres, tanto en casa como en las empresas.
La escuela de negocios IESE publicó un estudio en el que se reflejaba esta triste verdad. El llamado 'Maternidad y trayectoria profesional’ encuestó a hombres y mujeres que combinan crianza con vida laboral. Así, el 57% de mujeres declara haber renunciado a trabajos que veía incompatibles con la maternidad, el 53% no duda en reconocer que ser madre ha influido negativamente en su carrera y el 46% señala que, desde que son madres, han tenido que trabajar mucho más duro para demostrar su valía.
Pero no acaba aquí la cosa: en el terreno familiar también existe desigualdad de reparto de tareas entre las parejas que trabajan a jornada completa. El 85% de las mujeres declara hacer los deberes con sus hijos, mientras que en el caso de los hombres esa cifra no sube del 43%. Actividades como jugar con ellos o leerles un cuento también se reparten de forma similar. Y las labores domésticas aún presentan una brecha más amplia: se ocupan de éstas entre un 80 y 90% de las mujeres según la actividad en cuestión (lavar la ropa, planchar, comprar…) y, en el caso de los hombres, sólo entre el 20 y el 40% de media.
La Asociación Malas Madres ha realizado encuestas similares, tanto en preguntas como en resultados. Según éstas, el 58% de las mujeres renuncia a su carrera profesional al ser madres, frente el 6% de sus parejas. En este caso, también participaron mujeres sin hijos, el 51% de las cuales afirmaron que, de ser madres, tendrían que renunciar a desarrollarse profesionalmente. En este mismo escenario, sólo el 11% de los hombres reconoció esta situación. En cuanto a cuidados del hogar, el 45% de las mujeres declaran ser las principales responsables, frente el 9% en el caso de los hombres. Y, en un 36%, el reparto es equitativo.
Parece que hemos llegado a un estadio en el que la propia mujer tiene miedo a ser madre, por si no va a poder trabajar en las mismas condiciones. Algunas incluso tienen miedo a ser despedidas. Algo que ya ha ocurrido demasiadas veces, cuando una mujer ha comunicado su embarazo o intención de tener hijos a las empresa en la que trabaja. Recordemos, por ejemplo, cuando Qualytel, la empresa que gestiona el número de atención a la mujer maltratada, se hizo famosa por despedir a mujeres embarazadas amparándose en sus contratos de obra y servicio.
En este sentido, es importante saber que en contrato indefinido se considera nulo un despido si no hay motivo que lo justifique más allá de un embarazo. Como el caso de la maestra que fue cesada después de comunicar al colegio donde trabajaba que planeaba someterse a un tratamiento de fertilidad. Fue en 2014. Hace sólo unos meses, La Sala de lo Social del Tribunal Supremo ha obligado al centro a readmitir la trabajadora y abonarle todos los salarios que ha dejado de percibir desde el año en que fue despedida.
En algunos casos, las mujeres podemos recurrir a la ley para no quedarnos sin empleo, aunque algunas veces las empresas escondan que el verdadero motivo del despido sea éste y sea difícil de demostrar. Igualmente, sigue siendo demasiado difícil combinar carrera profesional con maternidad. Pues, aunque no seamos despedidas, en muchos casos recurrimos más a la jornada reducida que los hombres, o nos topamos con el llamado o incluso mobbing. Por no hablar de la doble jornada de las madres trabajadoras, cuando sus parejas no ejercen la misma responsabilidad en la crianza. Son necesarias más leyes que protejan las mujeres en el ámbito laboral, como también lo es la concienciación de los hombres, tanto en casa como en las empresas.
