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¿Sufres de paternalismo en el trabajo?

Redacción Protección Laboral10/06/2016
En anteriores entradas, ya hemos mencionado alguna vez qué son los micro-machismos: esas actitudes hacia la mujer, no abiertamente machistas, pero que denotan el peso del estereotipo “femenino” o del rol de género. Por ejemplo, considerar que una mujer será más organizada u ordenada que un hombre “porque es una mujer y lo lleva en la sangre” por mucho que esté diciendo algo positivo de su persona, la está clasificando en base un rol social de la mujer. Este tipo de conductas, por desgracia, no sólo se encuentran en el ámbito familiar o social, sino que también las podemos vivir en el trabajo. Y lo peor de todo es que en ocasiones ni nos daremos cuenta. Ni quienes suframos de una categorización en base a nuestro género ni quienes estén practicándola. Porque en gran parte de los casos de micro-machismo, la persona que lo está ejerciendo no está siendo conscientemente sexista.

El paternalismo es una actitud que se repite en las relaciones laborales, una modalidad de autoritarismo en la que una persona ejerce poder sobre otra en la toma de decisiones o concesiones, con lo que la otra persona queda directamente subyugada a la primera. Una actitud parecida a la del rol tradicional del “padre de familia”, de donde viene el nombre. Más allá del machismo puro y declarado, existe en muchos ambientes laborales un paternalismo basado en la idea de que hay que ‘proteger’ a las mujeres: “el paternalismo protector, que ve a la mujer como una persona frágil y dependiente. O bien, como un complemento a las habilidades del hombre y, por lo tanto, con un tipo de conocimientos distinto. Esta creencia puede ser expresada en forma de condescendencia hacia la mujer o la necesidad de “enseñarle” algunos conocimientos dando por sentado que ella no los tiene.

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¿Te sientes identificada? ¿E identificado?


El caso es que UNA mujer sí puede tener un rol distinto al de UN hombre. Pero no debería tomarse como una norma general ni mucho menos imponerlo, sino que debería ser una decisión personal, tanto de la mujer como del hombre. Esto aplica para el ámbito laboral y para el personal. Pero para identificar conductas paternalistas en el trabajo vamos a citar algunos ejemplos. Una posibilidad para reflexionar.

  • Utilizar sistemáticamente un tono distinto cuando se pida algo a un hombre que cuando se le pida a una mujer.
  • Necesidad del hombre de explicarle repetidamente algo (una tarea o la importancia de hablar con determinado cliente) a una mujer, aunque ella haya demostrado en diversas ocasiones que ya domina el tema.
  • Interrumpir a menudo a una mujer cuando habla, en una reunión de trabajo por ejemplo. Subir más el volumen de la voz, apagando el suyo. Aunque no sea una actitud hostil, sí es importante fijarse en si se hace lo mismo con un compañero masculino. Este fenómeno ha sido bautizado hace un tiempo como mansplaining y en este vídeo podréis ver unos ejemplos muy claros.
  • Considerar a la mujer más apta para determinados tipos de tareas reservadas para ellas. Sobre todo cuando se trata de tareas relacionadas con los cuidados, la limpieza/orden o la atención al cliente.
  • Dar muestras de cariño paternales. Sí, es una reproducción de una necesidad de protección y, aunque sea con amabilidad, puede albergar una visión de la mujer como un género más indefenso. Por otro lado, recordemos que cualquier muestra de cariño física requiere de consentimiento.

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Este tipo de actitudes pueden repercutir de manera negativa en el desarrollo laboral de una mujer. Pues si te sientes sobreprotegida es posible que te cueste más asumir responsabilidades y autonomía en el futuro. Si ves que tus compañeros de trabajo dan por sentado que saben más que tú, te puedes sentir más insegura a la hora de hacer propuestas. También puedes desarrollar miedo a la libertad de decisión además de dependencia psicológica de los hombres que estén en tu vida (sí, seguimos hablando de relaciones laborales). Otra consecuencia del paternalismo es la culpabilidad que se puede sentir cuando no se cumple con la expectativa en torno a las capacidades atribuidas a la mujer (por muy buena que se sea en otras cosas “reservadas para los hombres”).

Si veis por donde vamos, coincidiréis con nosotros que el paternalismo (hostil o no) es un riesgo psicosocial, que en los casos más extremos puede incluso llevar a la depresión, por no coincidir la imagen que una mujer tiene de sí misma con lo que espera su entorno laboral de ella. Es justo que reflexionemos sobre nuestra posición en el trabajo y hagamos examen de conciencia sobre si reproducimos o dejamos pasar este tipo de conductas. No con el fin de sentirnos mal sino con el de mejorar nuestra actitud (hombres y mujeres) y avanzar hacia a la igualdad total de género.

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