¿Quién decide sobre el velo en el trabajo?

Recientemente, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitió dos polémicas sentencias que avalaban que determinadas empresas prohibieran el uso del “hijab”, el velo tradicionalmente usado por las mujeres musulmanas para cubrir el cabello y el cuello. Fueron dos casos: uno en Francia y otro en Bélgica, donde las trabajadoras fueron despedidas por negarse a quitárselo.

La justificación del TJUE ha sido avalar el derecho de las empresas a censurar cualquier símbolo político, filosófico o religioso aunque ello suponga una discriminación indirecta. Es decir, no se regula concretamente el uso del hijab, pero la prohibición de símbolos religiosos afecta a las personas que lo utilicen. Y, en este caso, a dos colectivos infra-representados en el ámbito laboral occidental, el de los musulmanes y el de las mujeres. Así se agrava la situación de una minoría y se marca un precedente que legitima una censura que, a su vez, se podría llegar a extender a otras compañías o incluso a centros públicos como universidades.

Aun así, más allá de los juzgados, esta noticia ha tenido un marcado efecto mediático en el mundo. Por un lado, hay quienes aplauden las sentencias en nombre de la laicidad e incluso del feminismo, alegando que el velo es un símbolo de opresión patriarcal. Otros las consideran islamofobia institucionalizada y una medida sexista, ya que al final es una empresa quien impone cómo y cómo no puede vestir una mujer.

Fatima Aatar, activista del feminismo islámico hizo una interesante reflexión en el periódico La Directa. Contestaba a un usuario de redes sociales que exigía que las mujeres musulmanas se adaptaran a las leyes de los países occidentales. Aatar observaba que “si hablamos de laicidad y respeto de las leyes, no se pueda obviar que la libertad religiosa es un derecho constitucional y fundamental, que reconoce que se pueda manifestar de manera individual o colectiva en público o en privado”. Pongamos por ejemplo, la libertad de llevar una cadena con una cruz cristiana colgando del cuello. ¿También nos parece censurable?

El Diario también ofrecía testimonios con una idea similar en este reportaje. Mujeres musulmanas reivindicaban su libertad de poder llevar velo en el trabajo. Ellas reconocen la prenda no como un símbolo de opresión sino de libertad. De hecho, algunas ramas del feminismo islámico han adoptado el hijab como símbolo identitario.

También es cierto que mujeres feministas de países árabes ven el feminismo islámico como algo imposible y, por extensión, incompatible con llevar velo. El ejemplo más mediático es la escritora argelina Wassyla Tamzali, autora del libro “El burka como excusa”. Existen opiniones contrapuestas en lo que significa el velo en cuestión de libertades para la mujer. El Corán no es muy explícito en este asunto y algunos feminismos apuestan por reinterpretarlo.

A nosotros no nos es fácil tomar posición en un tema del que, a decir verdad, ignoramos demasiados matices. Lo que sí que nos chirría, sin embargo, es cuando es el hombre blanco (tradicionalmente cristiano) el que decide sobre cómo debe o no debe vestir una mujer musulmana en el trabajo. Y, en cuanto a la imagen que quiere dar una empresa, ¿hasta qué punto ésta debe obligar a un trabajador a (no) llevar determinada vestimenta?