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Primer acuerdo de prevención de riesgos laborales del sector pesquero español

Redacción Protección Laboral10/11/2016
Las condiciones laborales de los marineros continúan siendo de las más penosas. La pesca se revela como una de las actividades profesionales más peligrosas en los estudios de siniestralidad laboral. Sorprende por ello la tardía rúbrica del primer acuerdo de PRL del sector, el mes de mayo, y cuyos signatarios fueron los sindicatos y la Confederación Española de Pesca (Cepesca).

Georges Bank, Albatross IV [#Beginning of Shooting Data Section] Nikon D1X Focal Length: 17mm Optimize Image: Color Mode: Mode II (Adobe RGB) Noise Reduction: 2005/03/31 09:18:37.1 Exposure Mode: Manual White Balance: Direct sunlight Tone Comp: Less Contrast RAW (12-bit) Metering Mode: Multi-Pattern AF Mode: AF-C Hue Adjustment: 0° Image Size: Large (3008 x 1960) 1/160 sec - F/10 Flash Sync Mode: Not Attached Saturation: Color Exposure Comp.: 0 EV Sharpening: None Lens: 17-35mm F/2.8 D Sensitivity: ISO 125 Image Comment: [#End of Shooting Data Section]

El acuerdo de PRL, coherente con la Estrategia Española de Seguridad y Salud Laboral, se aplicará en todos los barcos que faenan en los caladeros nacionales y también a los pescadores contratados en España al servicio de empresas españolas en el extranjero y al de las empresas mixtas reguladas. El objetivo fundamental es la protección, formación, divulgación y promoción de la seguridad y salud de los trabajadores/as que desarrollan su actividad en el sector pesquero, considerado de alto riesgo.

Dicho acuerdo “contempla la creación de una comisión específica de la pesca para la prevención de riesgos laborales y la salud laboral, que desarrollará acciones en reforzar el papel de los órganos consultivos y de participación en materia de prevención de riesgos laborales, potenciar la negociación colectiva para el establecimiento de acuerdos que promuevan la integración de la prevención de riesgos laborales en las empresas y la implicación de trabajadores y empresarios”, destacaron fuentes del sector. El secretario general de Cepesca, Javier Garat, se congratulaba de “un acuerdo histórico”, manifestando que “creemos que era fundamental para el sector, teniendo en cuenta el entorno en el que se desarrollan muchas de las actividades pesqueras. Carecía de toda lógica no disponer del mismo, ya que el sector pesquero es uno de los más regulados, tanto nacional como internacionalmente; y sin duda reforzará el prestigio de nuestra flota, reconocida por su escrupulosidad en el estricto cumplimiento de las normativas y por su compromiso con la sostenibilidad social”.

Por su parte, el responsable de salud laboral y medio ambiente de FSC-CCOO, Francis Cabezos, consideraba el acuerdo como “la gran oportunidad de embarcar la prevención de riesgos laborales en todos los barcos de pesca, creando la cultura de seguridad entre los tripulantes de nuestra flota pesquera que haga posible una disminución de la alta siniestralidad en el sector”.

Siniestralidad estable (gravedad al alza)

El sector pesquero español ha mantenido un índice de accidentes laborales estable durante los últimos años frente a otros sectores de actividad económica. De hecho, frente a los 6.593 accidentes contabilizados en 2006, en 2014 esta cifra se situó en 6.884. Sin embargo, la mortalidad por cada 100.000 trabajadores ha crecido, pasando del 40,2% en 2006, al 91,4% en 2016.

El Observatorio Estatal de las Condiciones de Trabajo señala en su informe “Sector pesquero: análisis de situación de la salud laboral” que “se encuentran grandes diferencias entre la actividad laboral que se efectúa a bordo de los buques de pesca y la de otras actividades económicas. El medio en el que se encuentran los barcos, el mar, supone una fuente de peligros muy importante por las condiciones meteorológicas, los movimientos del barco, las estancias prolongadas en alta mar, etc. El lugar de trabajo es también durante largos periodos de tiempo el lugar de residencia y ocio, lo que marca importantes diferencias con el resto de actividades productivas en cuanto a las amplias jornadas de trabajo, las disfunciones horarias, las relaciones interpersonales y el aislamiento o separación del ambiente social habitual. Por otro lado, la atención médica en las embarcaciones es limitada, con mayor dificultad para recibir asistencia y tratamiento adecuados en caso de accidente o enfermedad”.

Salmon fishermen admire the seascape, Bristol Bay, Alaska, USA

Riesgos generales en buques de pesca

Los trabajos de pesca conllevan unos riesgos generales con independencia del trabajo que se realice a bordo de la embarcación. Dichos riesgos son consecuencia de:

-Ruido y vibraciones

-Temperatura

-Tareas náuticas y marineras

-Entorno psicosocial

Desarrollamos este apartado con el apoyo documental del opúsculo “Seguretat i Salut en la pesca a Catalunya”, editado por el Departament de Treball de la Generalitat de Catalunya. El origen del mismo es la ‘Guia de seguretat laboral per a la pesca a Catalunya’ que se publicó en 1994, adaptándose posteriormente a la normativa de prevención de riesgos laborales (Ley 31/1995).

La existencia de documentación sobre PRL específica para el sector pesquero desde hace décadas contrasta con la tardía rúbrica del primer acuerdo de prevención de riesgos laborales, hecho que ha sido una rémora para el avance preventivo en el sector pesquero.

Riesgos derivados del ruido y las vibraciones

La continua exposición a niveles excesivos de ruido comporta el riesgo de pérdida o disminución de la capacidad auditiva. Además, el ruido genera dificultades para la comunicación verbal entre los trabajadores.

No hace falta subrayar la importancia que tiene la comunicación en la transmisión de las instrucciones y las órdenes en el barco. En este sentido, si el ruido ambiental es excesivo, la orden no llegará con claridad. Por otra parte, si se produce una pérdida de la capacidad auditiva entre los trabajadores, es posible que se pierda el contenido de dichas órdenes, lo que puede acarrear múltiples consecuencias.

Asimismo, todos los tripulantes acusan sensación de incomodidad y disminución del rendimiento al verse sometidos a los efectos de un ruido ambiente excesivo.

Durante la construcción del barco, deben instalarse entre el bloque del motor y la bancada sistemas de absorción de las vibraciones con el fin de evitar su transmisión al casco, y reducir así el ruido ambiental.

Los niveles de ruido que sufren los trabajadores de la flota pesquera obligan al uso de protección auditiva individual, siendo muy comunes los del tipo orejera, con dos casquetes acolchados que cubren el pabellón externo de la oreja, y disponen de un sistema de sujeción mediante arnés, así como los tapones auditivos, que se insertan en el canal del oído y se utilizan cuando las orejeras pueden representar un obstáculo para la ejecución del trabajo.

Las vibraciones provocan una disminución de la capacidad de atención, reacción ralentizada ante estímulos sensoriales, fatiga, estrés psíquico, etc. La permanencia continuada durante la jornada de trabajo en ambiente de ruido y vibraciones incrementa la penalidad del trabajo.

El mejor abordaje preventivo de este problema debe hacerse durante la construcción del buque de pesca, así como durante la armadura y el suministro, porque, teniendo en cuenta que las condiciones tendrán una tendencia a empeorar, la puesta en marcha de las medidas correctoras será costosa. Por otra parte, existe constancia de que los pesqueros salen de los astilleros con un exceso de estabilidad, lo que comporta que, incluso con marejadas suaves, los barcos experimentan balanceos grandes y rápidos, que repercuten en la tripulación. La columna vertebral, las articulaciones y el estado de salud general se resienten de manera notable debido a los esfuerzos que son necesarios para mantenerse a pie firme sobre una cubierta inestable.

Dicho efecto se agrava por el efecto simultáneo derivado de las vibraciones, y aumenta con el tiempo. Erróneamente los pescadores consideran que cuando un barco se mueve mucho entre las olas es porque no tiene buena estabilidad. De acuerdo a sus prescripciones, los astilleros colocan pesos en el fondo del barco con el fin de aumentar la estabilidad, lo que paradójicamente empeora la salud osteo-muscular de los marineros.

Riesgos derivados de la temperatura

El cuerpo humano expuesto a temperaturas extremas, bien sea por frío o por calor, sufre alteraciones fisiológicas y psicológicas, además de que aumenta la frecuencia de los errores, que pueden saldarse con accidentes. En los trabajos que requieren de habilidad manual se constata una reducción del rendimiento, disminución de la capacidad de trabajo y malestar fisiológico.

Cuando la temperatura es muy baja, el vestuario debe consistir en diversas capas de tejidos ligeros, que no impiden la movilidad, y una capa exterior impermeable, ya que el sistema de capas y el aire ejercen un efecto de aislamiento que frena la pérdida de calor corporal. Asimismo, es fundamental que la ropa permita una correcta transpiración, pues el frío es más intenso cuando la piel está empapada de sudor.

Cuando hace calor es preciso quitarse ropa, aunque no debe descuidarse la protección personal necesaria para la labor que se esté llevando a cabo en cada momento. En los trabajos al aire libre deben tenerse en cuenta los efectos de la exposición prolongada de la piel y los ojos al sol. Por tanto, deben emplearse métodos preventivos para evitar posibles insolaciones o daños oculares.

En contra de la creencia más común, la ingesta de bebidas alcohólicas no produce un efecto calorífico, sino todo lo contrario. Lo que es cierto es que este tipo de sustancias produce una cierta evasión de la realidad, acompañada con una despreocupación del riesgo y una manifiesta pérdida de reflejos, de manera que se pone en peligro la propia seguridad y la del resto de trabajadores a bordo. Es difícil cambiar las condiciones en las que se desarrolla el trabajo de pesca (entorno agresivo), pero sí se puede actuar sobre el entorno del trabajador teniendo en cuenta los aspectos citados. Por ejemplo, conseguir que las zonas donde reposa la tripulación, como el comedor y las cabinas de descanso, registren unos niveles acústicos y de vibraciones más bajos, mediante la instalación de mamparas absorbentes y modificaciones en el diseño del barco, y que la temperatura sea la adecuada, redundará en una mejor recuperación del personal de los esfuerzos que soportan en su trabajo diario.

Un factor que no debe subestimarse es la ropa, que deberá adecuarse al trabajo desarrollado. Asimismo, la ropa impermeable será de colores muy visibles (rojo o naranja).
Proximidad forzosa y riesgo psicosocial

Aunque lo más usual es que impere un espíritu de camaradería, el buque pesquero (especialmente los que faenan durante tiempo en alta mar) puede ser un terreno abonado para el ejercicio de la violencia laboral entre trabajadores, o para padecer un demoledor aislamiento en una situación de proximidad forzosa, circunstancia harto paradójica, pero posible cuando no existe una buena relación entre los trabajadores (a menudo de nacionalidades y culturas diferentes).

El tipo de comodidades del espacio personal de los trabajadores y la cantidad-calidad del sueño también son aspectos cruciales. Compartir espacio de camarote con uno o incluso más colegas supone vivir en el hacinamiento, padecer falta de espacio de almacenamiento y –lo que es peor- sufrir perturbaciones del sueño a causa de contingencias comunes como son los ronquidos y la actividad ajena. “Es peor que estar en la cárcel –bromean. No puede subestimarse el estrés al que estamos sometidos. Falta de sueño, alarmas intempestivas y repetidas, batir de puertas. Es difícil acostumbrarse a la falta de privacidad y de comodidad”.

Actualmente, en modernos buques-factoría, no es raro disponer de baño propio, wi-fi, teléfono y televisión, comodidades que hacen más llevadera la estancia en una especie de ‘cárcel flotante’ en medio de la nada oceánica, y donde convenciones de tierra como los horarios, los descansos del fin de semana o las actividades de recreo quedan relativizadas por imperativos del trabajo. El ‘decorado’ es muy diferente en la pequeña flota pesquera, que debe hacer esfuerzos por modernizarse y adaptarse a las exigencias de la normativa laboral de seguridad.

Riesgos derivados de las tareas náuticas o marineras

  • Atraque

Durante las maniobras en puerto es habitual ver tripulaciones que pasan los cables por encima de la tapa de regala (parte superior de la borda) de los barcos de manera que se incrementa el riesgo de atrapamiento de las manos entre los cabos y la borda, o el atrapamiento entre el barco y el atracadero. Así, son frecuentes las heridas en las manos, las caídas al mismo o a diferente nivel, e incluso al mar. También pueden producirse golpes por objetos.

Es recomendable instalar gateras, bitas y cornamusas que faciliten el paso y la fijación de los cabos de amarre tanto en el momento de atraque como posteriormente en los desplazamientos que los barcos experimentan por efecto del viento, mar de fondo, resaca, etc.

  • Armado

Durante el proceso de armado del barco se mueven objetos pesados y de difícil manipulación, lo que comporta esfuerzos considerables en condiciones inadecuadas. A veces se producen caídas en el momento de abrir los tambuchos que durante la jornada han permanecido cerrados. Es preciso seguir las recomendaciones sobre el manejo manual de cargas (coger y trasladar el peso): dicho peso no ha de ser excesivo ni impedir la movilidad y visibilidad, siendo necesario flexionar las rodillas al cogerlo, y con la espalda recta.

  • Gobierno del barco

El manejo del timón y generalmente el gobierno y control del barco producen, con el tiempo, fatiga para el piloto o timonel. Es preciso verificar que existe la altura adecuada desde el suelo a la rueda del timón, previendo la posibilidad de instalar una butaca de altura regulable, y colocar los aparatos en el puente de mando de manera que sean accesibles para el manejo sin necesidad de adoptar posturas forzadas. Se evitará de este modo la aparición de lesiones musculo-esqueléticas que suelen afectar a las piernas, el cuello, los brazos, hombros y espalda.

Lo que los técnicos denominan “ergonomía del puente de mando”, es decir, la disposición detallada de todos los elementos que se han de utilizar por el patrón para facilitar su trabajo ha de ser una de las prioridades cuando se instalan los nuevos aparatos. Hay que precisar en este punto la conveniencia de que el parabrisas del puente sea de vidrio. Los parabrisas de plástico, u otros materiales, acaban rayándose, condición que dificulta una buena visibilidad.

El incremento del número de pantallas y monitores en los puentes de mando hace necesario tomar las medidas de protección pertinentes ante los riesgos que pueden ocasionar, ubicarlos y orientarlos de manera que se puedan evitar los reflejos, seleccionar el contraste más adecuado, etc. La consulta permanente de estos aparatos, sobre todo si no cuentan con filtros de pantalla, aumenta la fatiga visual.

  • Cordaje

El mantenimiento y la utilización del cordaje se hace, por lo general, sin guantes, lo que puede ocasionar heridas en las manos, producidas por los hilos libres de los cables y de las malletas. También hay que extremar las medidas de seguridad al usar herramientas manuales para efectuar reparaciones a bordo. No es ocioso insistir en la necesidad de que el personal embarcado se acostumbre a trabajar con los guantes adecuados para cada actividad.

  • Herramientas

Las herramientas manuales se deben guardar en paneles de manera ordenada, y de forma que no puedan desprenderse de su ubicación. Los hilos, clavos y otros elementos cortantes deben hallarse protegidos. El transporte de estas herramientas se ha de hacer de manera que las manos queden libres. En ningún caso podrán dejarse sobre superficies irregulares o pendientes que puedan provocar su desplazamiento o la caída. Las herramientas no se deben llevar nunca en los bolsillos, especialmente si tienen superficies cortantes o puntiagudas.

  • Sala de máquinas

Entre los riesgos más frecuentes, cabe citar las quemaduras, atrapamientos por manipulación de piezas móviles, golpes con (o contra) objetos), heridas por herramienta, entrada de cuerpos extraños en los ojos, caídas de altura y al mismo nivel. Es necesario que las transmisiones y las piezas en movimiento estén protegidas mediante las defensas adecuadas. Todas las superficies calientes han de estar perfectamente aisladas de manera que sea imposible un contacto accidental.

La operación de arranque manual de un motor suele producir un accidente debido al retroceso de la palanca de accionamiento del dispositivo. La lesión característica de este accidente suele ser la fractura de la muñeca. En esta operación hay que ajustar el volante de manera que el pulgar se ubique al mismo lado que el resto de dedos de la mano, única manera de prevenir los efectos lesivos del movimiento de retroceso del volante.

Aunque son menos frecuentes, también conviene destacar las explosiones neumáticas y químicas, así como las intoxicaciones repentinas por los humos y gases que emite el motor.

  • Riesgos eléctricos

La corriente eléctrica ha sido la causa de muchos accidentes mortales a bordo. Sólo el personal cualificado debe efectuar las conexiones o reparaciones eléctricas. El patrón y el mecánico o motorista deben avisar al resto de tripulantes de la prohibición de manipular aparatos o instalaciones eléctricas sin autorización. El peligro de electrocución aumenta cuando:

-Se trabaja en locales húmedos o mojados

-Se está sudado o las manos, ropa o el calzado se encuentran húmedos o mojados. Al trabajar descalzo aumenta el peligro.

-Se trabaja con herramientas eléctricas o luces portátiles con aislamiento defectuoso o desprovistas de la toma de tierra reglamentaria.

Conviene insistir en la necesidad de que los cables, clavijas, enchufes e interruptores se encuentren en perfecto estado, que no se hagan empalmes sin el conveniente aislamiento, y que las luminarias estén dotadas de la protección adecuada. Nunca se depositarán materias combustibles cerca de aparatos o instalaciones eléctricas. Una chispa o un sobrecalentamiento puede iniciar un incendio.

  • El trabajo en la cocina del barco

No pueden obviarse los riesgos del personal que trabaja en las cocinas. El riesgo más frecuente en estos casos está relacionado con heridas y quemaduras. Las cocinas han de contar con agarraderos adecuados donde los tripulantes puedan asirse para compensar el efecto del cabeceo del buque. Las cocinas que funcionan con gas deben tener conducciones rígidas, y las bombonas deben estar instaladas en una cubierta separada que se comunique con la cocina. Igualmente, las cocinas deben contar con elementos de retención que impidan el desplazamiento o el volcado de ollas, cazuelas o sartenes. Por último, recordar la importancia y obligatoriedad de que quienes se dedican a las tareas de la cocina tengan la licencia de manipulador de alimentos.

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