Un camino hacia el aislamiento
Paula Llull23/07/2014
Muchos sectores de la industria y la construcción están contaminados, pero no por nitrógeno o CO2, sino por un tipo de contaminación invisible, inodora e insípida: la contaminación acústica.
La pérdida de audición provocada por el ruido es la enfermedad profesional más común en la UE. De hecho, en nuestro país el 10% de los trabajadores están expuestos a un nivel de ruido elevado o muy elevado. De este diez por ciento, casi la mitad pertenecen al sector de la industria y la construcción. Muchos de estos trabajadores pasan más de ocho horas al día envueltos por sonidos que superan los niveles establecidos de confort auditivo, provocando una enfermedad que no tiene solución. La hipoacusia profesional sigue siendo un problema de salud laboral tan común como subestimado.
Además, cuando uno se da cuenta de que realmente está perdiendo audición, la enfermedad suele estar ya muy avanzada. Al principio no se le da importancia a ese pitido suave y continuo que se empieza a oír. Tampoco a los puntuales dolores de oído o vértigos, ya que se achacan a un simple resfriado. Tanto es así, que la mayoría de trabajadores no relacionan que esto pueda ser una consecuencia directa de su ocupación, sino que lo tratan como un factor independiente, por lo que seguramente las estadísticas oficiales de la hipoacusia como enfermedad laboral se quedan cortas y no reflejan la realidad del fenómeno.
Hipoacusia. Imagen de wikipedia
Por ejemplo, en el año 2013, solo 1.300 personas se declaran afectadas por problemas de hipoacusia laboral, cuando más de un millón y medio ellas están expuestas diariamente a niveles de ruido muy por encima del nivel de confort.
La hipoacusia es una enfermedad profesional irrecuperable que, además de afectar directamente a la capacidad auditiva de los trabajadores, también influye en su capacidad de interacción con las personas y el entorno. Una pérdida de audición, por sí sola, reduce la calidad de vida, y para la mayoría de personas con discapacidades auditivas esta pérdida tiene consecuencias psicológicas, físicas y sociales.
Intentar seguir una conversación y superar la ansiedad que crean las situaciones sociales puede ser tan estresante para una persona con problemas auditivos que podría llegar a causar trastornos psicológicos como alteración nerviosa, desórdenes digestivos, insomnio, agresividad, fallos de la visión, hipertensión arterial y bajo rendimiento productivo.
Además de estos trastornos físicos derivados de la somatización, podrían llegar los problemas psicológicos, como pánico, fobia social, trastorno compulsivo obsesivo o ansiedad por no poder relacionarse normalmente con las personas de su entorno y con la sociedad. Aunque todo depende del grado de sordera de cada persona y su capacidad para adaptarse, estos peligros son latentes.
No hay tratamiento médico ni quirúrgico para prevenir o corregir definitivamente una pérdida auditiva inducida por exposición a ruidos. Educar e instruir al trabajador sobre los riegos de la contaminación sonora, brindar información y capacitación sobre la importancia del uso de los medios de protección, que son las medidas más efectivas para impedir la aparición y evolución de la hipoacusia.
La pérdida de audición provocada por el ruido es la enfermedad profesional más común en la UE. De hecho, en nuestro país el 10% de los trabajadores están expuestos a un nivel de ruido elevado o muy elevado. De este diez por ciento, casi la mitad pertenecen al sector de la industria y la construcción. Muchos de estos trabajadores pasan más de ocho horas al día envueltos por sonidos que superan los niveles establecidos de confort auditivo, provocando una enfermedad que no tiene solución. La hipoacusia profesional sigue siendo un problema de salud laboral tan común como subestimado.
Además, cuando uno se da cuenta de que realmente está perdiendo audición, la enfermedad suele estar ya muy avanzada. Al principio no se le da importancia a ese pitido suave y continuo que se empieza a oír. Tampoco a los puntuales dolores de oído o vértigos, ya que se achacan a un simple resfriado. Tanto es así, que la mayoría de trabajadores no relacionan que esto pueda ser una consecuencia directa de su ocupación, sino que lo tratan como un factor independiente, por lo que seguramente las estadísticas oficiales de la hipoacusia como enfermedad laboral se quedan cortas y no reflejan la realidad del fenómeno.
Hipoacusia. Imagen de wikipedia
Por ejemplo, en el año 2013, solo 1.300 personas se declaran afectadas por problemas de hipoacusia laboral, cuando más de un millón y medio ellas están expuestas diariamente a niveles de ruido muy por encima del nivel de confort.
La hipoacusia no solo nos deja sordos
La hipoacusia es una enfermedad profesional irrecuperable que, además de afectar directamente a la capacidad auditiva de los trabajadores, también influye en su capacidad de interacción con las personas y el entorno. Una pérdida de audición, por sí sola, reduce la calidad de vida, y para la mayoría de personas con discapacidades auditivas esta pérdida tiene consecuencias psicológicas, físicas y sociales.
Intentar seguir una conversación y superar la ansiedad que crean las situaciones sociales puede ser tan estresante para una persona con problemas auditivos que podría llegar a causar trastornos psicológicos como alteración nerviosa, desórdenes digestivos, insomnio, agresividad, fallos de la visión, hipertensión arterial y bajo rendimiento productivo.
Además de estos trastornos físicos derivados de la somatización, podrían llegar los problemas psicológicos, como pánico, fobia social, trastorno compulsivo obsesivo o ansiedad por no poder relacionarse normalmente con las personas de su entorno y con la sociedad. Aunque todo depende del grado de sordera de cada persona y su capacidad para adaptarse, estos peligros son latentes.
No hay tratamiento médico ni quirúrgico para prevenir o corregir definitivamente una pérdida auditiva inducida por exposición a ruidos. Educar e instruir al trabajador sobre los riegos de la contaminación sonora, brindar información y capacitación sobre la importancia del uso de los medios de protección, que son las medidas más efectivas para impedir la aparición y evolución de la hipoacusia.
