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Una visión diferente de cultivar, también el olivar

Los nuevos pasos de la agricultura biodinámica

Ramón Pulgar Pérez, Oleólogo25/09/2018
En los últimos años muchos se preguntan qué es la agricultura biodinámica, un concepto que viene con la vitola de premios internacionales en vinos y aceites de oliva de alta gama. “Un paso más que la agricultura ecológica”, “el retorno al terroir”, “la agricultura del futuro mirando al pasado”, “una secta” o “un engaño” son las respuestas más recurrentes entre sus defensores y sus detractores.
Para entender este modo de producir los alimentos debemos remontarnos a Goethe, “el más grande representante de las letras alemanas, y el ultimo verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra” (George Eliot). No solo fue el escritor más brillante de lengua alemana y elemento decisivo del Romanticismo, también fue un científico, aunque un científico diferente, siendo uno de los representantes más destacados de la corriente ‘filosofía de la naturaleza’, que tan bien encaja en su momento cultural. En la obra ‘La metamorfosis de las plantas’ presenta una clasificación muy diferente a la taxonomía de Linneo, que es la que utilizamos todos los técnicos para clasificar a los seres vivos, basada en la observación y los cambios producidos en las hojas desde los cotiledones. Esta clasificación y forma de ‘observación goetheana’ influyó a diversos naturalistas decimonónicos como Charles Darwin.
El oleólogo Ramón Pulgar nos descubre su visión sobre la agricultura biodinámica
El oleólogo Ramón Pulgar nos descubre su visión sobre la agricultura biodinámica.

Con esta necesaria introducción llegamos a Rudolf Steiner, doctor en filosofía, profesor de universidad y el mayor experto en Goethe de su tiempo, que también trabajo en las obras completas de Schopenhauer, e incluso le encargaron ordenar el archivo de Nietzsche. Steiner, siendo un filósofo de cierto renombre entra en contacto con la sociedad teosófica, que utilizaba la influencia espiritual e investigó mucho sobre antiguos conocimientos. El lenguaje teosófico utilizaba el sánscrito y tenía posibilidad de enriquecerse de textos vedados al común investigador científico, posiblemente más centrado en la óptica, química y matemáticas que en otros conocimientos. Steiner crea así su propia corriente de pensamiento, la antroposofía, donde lo espiritual se aborda como una necesidad tan importante como ‘el hambre y la sed’. De esta corriente es la educación Waldorf, aceptada por la Unesco y materia de estudio en pedagogía infantil. Entra en este campo también la medicina y veterinaria antroposófica, como alternativa al uso desproporcionado de sustancias químicas de síntesis, usando masajes y sustancias obtenidas de vegetales, animales y minerales presentes en la naturaleza. En este marco, seguidores de la antroposofía y ante la creciente expansión de la agricultura química de principios del siglo XX, le pidieron consejo y esto quedó plasmado en una serie de conferencias que después se convirtieron en el libro ‘Curso sobre Agricultura Biodinámica’, que no es un libro de entretenimiento, pues está escrito en un lenguaje de filósofo de entre siglos con clara influencia de Goethe, Nietzsche, etc., pasado por el contexto de las grandes atrocidades de la 1ª guerra mundial y de cómo la industria derivó esas armas químicas a los alimentos humanos como panacea.

Independientemente del rechazo a la ‘agricultura química’, Steiner nos lanza ideas, que después seguidores de sus tesis fijarán en reglas a la hora de intentar producir alimentos desde el respeto a la naturaleza y cargados de energías sutiles, que ahora con los años vamos descubriendo (Instituto Karolinka (Suecia), publicado en la revista Environmental Healt 27-09-17).

Los ciclos lunares juegan un papel fundamental en la agricultura biodinámica
Los ciclos lunares juegan un papel fundamental en la agricultura biodinámica.
Los que nos acercamos a la agricultura biodinámica, con curiosidad y sin prejuicios, mensajes como “elaborar nuestro propio compost”, “organismo granja”, “utilizar sustancias naturales para corregir plagas o enfermedades”, “la sutil influencia de los astros, sobre todo la luna, en nuestros cultivos”, “la responsabilidad del agricultor de ofrecer productos sanos y de calidad organoléptica”, etc., nos suena muy bien incluso retumba en nuestras conciencias poniendo en tela de juicio lo que un día aprendimos en las escuelas agrarias, tales como unidades de fertilizantes, reposición de nutrientes, extracciones, etc. Prácticamente durante años nadie nos habló de la vida del suelo, y si de plagas, enfermedades, malas hierbas, de cosas que teníamos que destruir porque nos generaban un perjuicio sin contar que también podían generar un beneficio. Investigaciones como la realizada por María Thun nos acerca a nuevas posibilidades que cada agricultor puede comprobar sin grandes cambios, incluso en agricultura ‘convencional’, la simple influencia de los astros por el método ensayo-error. Empezar por libros como ‘El vino del cielo a la tierra’, de Nicolás Yoly, puede dar paso al interesante ‘Sembrar, plantar y recolectar en armonía con el Cosmos’ de María Thun, para después, si sigue habiendo interés en probar y seguir esta ‘filosofía de vida’, llevarnos a la agricultura biodinámica.
Algunos empiezan la casa por el tejado y hablar de tratamientos de estiércol enterrado en cuerno de vaca que haya parido, sin preparación o preámbulo, les suena a brujería o algo peor. Sin conocer mínimamente nada de lo anterior, sin pensar que casi todo el conocimiento primero estuvo en una inspiración, en un sueño o en un ejercicio espiritual. Pensar que a principios del siglo XX un filósofo nos alertara de la importancia del compostaje y que haya pasado un siglo para darnos cuenta de ello, es para hacernos reflexionar. Tratar al compost como un elemento vivo al que podemos curar o enriquecer con elementos de naturaleza que desde tiempo inmemorial se les atribuyen propiedades curativas como la manzanilla, la milenrama, la ortiga, el diente de león, la valeriana, la cola de caballo (equisetum) o la corteza de roble no parece descabellado.

Steiner no era agricultor, ni ingeniero, ni nada parecido, como filósofo su objetivo es cambiar el mundo hacia una sociedad más evolucionada hacia lo natural y espiritual. Es más, Steiner avisaba en sus conferencias que estos conocimientos no deben ser transmitidos a gente ajena a la antroposofía, que hasta hace unos años fue la norma general. Incluso hoy, el presidente y secretario de la Asociación de Agricultura Biodinámica tienen que ser necesariamente miembros de la Sociedad Antroposófica. La puesta en valor de la calidad organoléptica y los premios acumulados por productos ‘Demeter’ (marca que garantiza que estos alimentos se han obtenido cumpliendo las recomendaciones de Steiner) han promovido que la agricultura biodinámica salga de su círculo antroposofico y se muestre al público que demanda alimentos sin pesticidas y con unos valores naturalistas. Estos pensamientos casan difícilmente con el aumento productivo, donde todo lo que no sea competitividad casi no tiene cabida dentro del pensamiento oficial. No obstante, en algunos pensamos en salirnos de la ‘rueda de ratón’ buscando otros caminos y es ahí donde la agricultura biodinámica puede dar una solución, total o parcial, a nuestro impulso individual de hacer las cosas de forma diferente.

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La máxima ‘Veritas ex memoria’. La verdad procede de la memoria tiene mucho sentido cuando se rescatan viejos conocimientos, usados durante siglos, que vinieron de la intuición y se perfeccionaron por el ensayo-error durante siglos. Cuando leo ‘El libro de agricultura de Al Awam’ percibo la importancia del estiércol en la producción agraria, sus tipos y momentos, doy a la idea de Steiner de compostaje con estiércol de nuestro organismo granja, a poder ser de animales que estén en el mismo recinto donde después compostaremos más importancia. No solo en el plano de producción, sino en un sentimiento interno de hacer los trabajos correctamente y sentirnos orgullosos de nuestra contribución a la alimentación de la humanidad, respetando antiguos conocimientos, aportando condiciones para un devenir natural del cultivo y buscando un equilibrio que nos haga más ricos como personas, no económicamente.

Por ultimo, quisiera resaltar que la agricultura biodinámica no es un buen negocio económico, pero si un buen camino vivencial para agricultores que piensan y sientan de forma diferente a la ‘agricultura química’.

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