Entrevista a Eduardo Villar, presidente de Ceoppan
En 2022 echaron el cierren en España unas 600 panaderías artesanas, casi dos por día, una sangría que ha levantado todas las alarmas de un sector que vive con la amenaza de “una muerte anunciada”, que puede derivar en que el pan se convierta en un producto “delicatessen“que habrá que pagar”a doblón”. Así lo confiesa el presidente de la Confederación Española de Panadería, Pastelería, Bollería y Afines (Ceoppan), Eduardo Villar, quien ha dirigido varios apagones-protesta que han conseguido que los medios y los ciudadanos “entienda la gravedad“de lo que ocurre, no así la mayor parte del Gobierno, a su juicio. Los 12.000 pequeños y medianos empresarios que forman parte de Ceoppan reclaman ayudas efectivas, como las adoptadas en Francia, ya que la supresión temporal del IVA les supone en su opinión una medida”simplemente electoralista”.
Llevan meses alertando de la subida de sus costes. ¿En cuánto se puede estimar este alza? ¿Cuáles son sus cuentas como panadero?
La docena de huevos me ha subido 60 céntimos, la leche y la harina se han encarecido cinco veces este año, la nata ha pasado de 3,60 a 4,35 euros, en enero pagaba 1.200 euros de luz, he llegado a pagar 4.000 en verano y además ahora el gasóil sin bonficación, lo que me ha obligado a dejar de repartir en los pueblos. Sólo en materia prima han subido un 65 o 70% los costes.
¿Y cómo han trasladado esos incrementos?
Personalmente no he subido nada en 2022, he asumido todos estos costes. Entendíamos que el consumidor también lo estaba pasando mal. La misma decisión que yo, la han tomado muchos panaderos. Y aunque hay compañeros que han subido cinco céntimos, eso no es nada en comparación con lo que ha subido todo.
La supresión temporal del IVA del pan al igual que el resto de alimentos básicos que antes tributaban al 4%, ¿aliviará en algo?
Eso una medida electoralista, que no lleva a ningún camino. Muchos clientes rechazan los cinco céntimos que tengo que devolverles. No adelanto nada por no cobrar estos cinco céntimos cuando, por ejemplo, he dejado de suministrar en dos pueblos.
¿Cuáles son a su juicio las medidas que sí pueden ayudar a la panadería artesana?
Lo primero es que el Gobierno ponga orden en la cadena alimentaria; lo segundo, considerar al panadero como reparto de mercancías con ayudas para el gasoil, si se quiere que siga llegando el pan a la España rural. No es sostenible hacer 35 kilómetros y lo mismo de vuelta para llevar diez barras.
Y también son oportunas ayudas –como las que han tenido los panaderos franceses– de rebaja en la factura eléctrica. La situación es que hay dinero para sectores, pero para la panadería, que se consideró esencial, no. Nos están dejando olvidados.
Aseguran que la interlocución con el Gobierno es muy deficiente. ¿En qué se ha traducido?
Hemos remitido cartas al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que sí nos recibió; al Misterio de Industria y Transportes y, por ahora, no hemos tenido respuesta. Me parece una falta de educación y de ética de cara a todo mi sector, que representa 190.000 puestos de trabajo directos. Aunque no nos hagan caso, lo mínimo es que nos reciban y nos escuchen. De seguir así, igual cuando nos reciban en lugar de representar a 12.000 panaderías, sólo soy el portavoz de mil.
En cuanto al cierre de negocios, ¿qué cifras maneja como presidente de Ceoppan?
En mi Confederación estamos unas 12.000 pequeñas y medianas empresas. Sólo este año hemos contado el cierre de 586 panaderías. Son casi dos negocios al día, algo que no se había visto nunca en España. Hemos sobrevivido a guerras y muchas otras cosas y esta es la primera vez que vivimos esto. De seguir así, el pan es va a convertir en un producto prohibitivo, porque los negocios que sobrevivan van a tener que vender el pan “a doblón”. Lo de la panadería tradicional española es una muerte anunciada.
¿Cómo es la convivencia con el pan industrial?
Se puede convivir perfectamente, pero la competencia no es igual. Una planta de pan puede negociar porque compra un tráiler de azúcar; una artesana, no. Esa es una de las principales diferencias y desventajas.
La panadería artesana arranca con este SOS un 2023 en el que seguirá trabajando para que no se apaguen los hornos tradicionales y desaparezca el clásico olor a pan.