OPINIÓN
Tribuna de opinión

Seguridad contra incendios a bordo: Cómo disfrutar del mar sin riesgos

Antonio Tortosa, vicepresidente de Tecnifuego y patrón de yate18/09/2025
La navegación recreativa y profesional ha experimentado en los últimos años un crecimiento notable, lo que exige también una mayor atención a la seguridad en el mar. Cada vez más veleros, catamaranes, yates o pequeñas embarcaciones de recreo se concentran en nuestras costas y puertos, y con ello aumenta la probabilidad de incidentes. Lo que muchos asocian con ocio y libertad puede convertirse en un riesgo si no se extreman las precauciones.
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El aumento del número de embarcaciones ha ido acompañado de una mayor diversidad de usuarios. No hablamos únicamente de tripulaciones profesionales con experiencia, sino también de propietarios y patrones ocasionales, a menudo sin la formación adecuada para afrontar una emergencia. Esta democratización del acceso al mar es positiva en términos de disfrute y de desarrollo económico, pero también plantea un reto en materia de seguridad. El incendio es uno de los riesgos más graves a bordo y, en demasiadas ocasiones, uno de los menos contemplados hasta que se presenta el problema.

A diferencia de lo que ocurre en tierra firme, donde los servicios de emergencia pueden actuar en cuestión de minutos, en el mar la realidad es muy distinta: la propagación de las llamas puede ser fulgurante y la ayuda exterior tardar demasiado en llegar. En este escenario, la capacidad de respuesta depende exclusivamente de la preparación de la embarcación y de la formación de sus ocupantes. La prevención no es un trámite ni un simple requisito legal, sino la condición indispensable para garantizar la seguridad de las personas y la protección de los bienes.

La normativa española establece un conjunto de medidas de protección contra incendios (PCI) que toda embarcación debe cumplir. La Orden FOM/1076/2006 regula la cantidad, el tipo y la ubicación de los equipos obligatorios en función de variables como la eslora del barco, la potencia del motor o la existencia de espacios cerrados.

Antonio Tortosa, vicepresidente de Tecnifuego
Antonio Tortosa, vicepresidente de Tecnifuego.

Se exige contar con extintores certificados y accesibles, con sistemas de detección de incendios y de gases en las embarcaciones que dispongan de instalaciones de gas, con sistemas de extinción en los motores y con baldes resistentes que, aunque sencillos, resultan eficaces en una primera intervención. Todos estos sistemas deben estar correctamente instalados y sometidos a revisiones periódicas por empresas habilitadas. Y, en línea con el respeto al medio ambiente, la normativa prohíbe el uso de halones, sustituidos por agentes extintores seguros y respetuosos con el medio ambiente.

El marco es completo en la teoría, pero en la práctica aún detectamos carencias. Embarcaciones que llevan equipos caducados o en mal estado, extintores mal ubicados o sistemas de detección desconectados. Aquí se hace evidente que el cumplimiento formal de la ley no garantiza, por sí solo, la seguridad. Hace falta algo más: una convicción real de que la prevención forma parte esencial de la navegación.

Más allá de la obligación legal, la protección contra incendios en el mar es una cuestión de hábito y de responsabilidad compartida. Un barco es, en definitiva, un espacio cerrado y aislado, donde las posibilidades de reacción son limitadas. La cultura de la prevención consiste en integrar la seguridad en la rutina de la navegación, no como una carga, sino como un acto de responsabilidad hacia la tripulación, los pasajeros y el propio patrimonio.

No hablamos de medidas complejas. Revisar periódicamente los extintores, controlar el repostaje evitando acumulaciones de combustible y gases, vigilar el estado de las instalaciones, ventilar los espacios cerrados, comprobar el sistema de extinción del motor, contar con medios sencillos como mantas ignífugas, señalización, baldes de agua y, sobre todo, disponer de un plan de emergencia que todos los ocupantes conozcan en embarcaciones profesionales de recreo. Son acciones básicas, casi rutinarias, pero determinan si un conato se convierte en un accidente grave o se controla a tiempo.

Un ejemplo claro: un extintor revisado y correctamente colocado puede sofocar en segundos un pequeño incendio en una embarcación. En cambio, un extintor sin mantenimiento o inaccesible puede significar la diferencia entre un susto y una tragedia. Lo mismo ocurre con las instalaciones de gas o los sistemas de ventilación, una revisión a tiempo evita fugas y acumulaciones que, en un entorno cerrado, pueden ser fatales.

La tecnología puede fallar, pero la preparación humana puede compensar esos fallos si existe formación y disciplina. Aquí entran en juego los distintos perfiles de responsabilidad.

Un extintor revisado y correctamente colocado puede sofocar en segundos un pequeño incendio en una embarcación

Un extintor revisado y correctamente colocado puede sofocar en segundos un pequeño incendio en una embarcación.

Los propietarios deben entender que invertir en seguridad no es un gasto accesorio, sino una obligación legal y moral hacia las personas que transportan. Los capitanes y patrones tienen la responsabilidad de liderar con el ejemplo, asegurando la formación de la tripulación y la revisión periódica de los equipos. Incluso los usuarios ocasionales, aunque no tengan responsabilidades técnicas, deben conocer las normas básicas de seguridad y estar dispuestos a colaborar en caso de emergencia.

La seguridad contra incendios, en definitiva, no depende solo de equipos ni de normativas, un valor compartido que requiere la implicación de autoridades, fabricantes, instaladores, propietarios y usuarios. Todos tienen un papel en la cadena de la seguridad.

Existe la percepción equivocada de que hablar de seguridad resta atractivo a la experiencia de navegar. La realidad es justamente la contraria. Solo quien sabe que su barco está preparado y que la tripulación conoce cómo reaccionar puede disfrutar plenamente del mar. La prevención no limita la libertad: la hace posible.

En tierra, un incendio moviliza a los bomberos en minutos. En el mar, la seguridad depende de que la embarcación esté equipada y preparada. Y ahí, la prevención es la única garantía de tranquilidad.

"En el mar, un incendio puede propagarse en segundos y la ayuda puede tardar en llegar; la prevención es la única garantía de tranquilidad"

"Tecnifuego recuerda que las embarcaciones deben contar con extintores, sistemas de detección y equipos de emergencia revisados y en buen estado"

"Cumplir la normativa es necesario, pero la verdadera protección nace de la cultura de prevención y la responsabilidad compartida de todos los que navegan"

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Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios Tecnifuego
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