El sector minero en la Comunidad de Madrid
La minería de Madrid, antiguamente más variada que en la actualidad, ha dejado ya de extraer minerales metálicos (plata, cobre, estaño wolframio y otros). Actualmente se explotan minerales industriales (sepiolita, bentonita y sulfato sódico), rocas ornamentales y productos de cantera (arenas, gravas, arcillas, yesos, calizas y granitos).
En la actualidad no existen explotaciones activas de aguas minerales, sin embargo, en los últimos años se ha despertado un cierto interés, lo que hace previsible que en el futuro próximo, alguna de las declaraciones de aguas minerales actuales deriven en aprovechamientos que generen riqueza en nuestra economía.
Según la última Estadística Minera del año 2016, el valor de la producción minera de la Comunidad de Madrid supone el 4,5% del total nacional. Este dato parece poco significativo frente al 32,2% de Andalucía o el 14,3% de Cataluña, pero si relacionamos el valor de la producción de cada comunidad autónoma con la superficie del territorio nacional que ocupa, obtendremos un índice que nos indicará la intensidad extractiva de cada territorio. Así teniendo en cuenta la superficie de nuestra región (8.028 km2), la densidad de población (810,27 hab./ km2) y la presión urbanística existente, el esfuerzo que la Comunidad de Madrid lleva a cabo con su superficie en materia minera es de las más altas de España. Los datos del año 2016, incluso para sorpresa de muchos madrileños, nos colocan a la cabeza de España, igualando al Principado de Asturias, cuya tradición minera mediante la explotación subterránea de carbón, es para la mayoría de los españoles la referencia del sector minero nacional.
Como todos los índices, éste también tiene sus defectos, pues los recursos mineros no se encuentran en igualdad de condiciones en todos los territorios, sino donde la naturaleza ha tenido a bien disponer, y además el valor de la producción puede sufrir importantes fluctuaciones en los mercados. No obstante, este dato nos permite visibilizar un sector pequeño en relación al resto de los sectores económicos de la Comunidad de Madrid y por ello, desconocido para la mayoría de los madrileños.
Así, una radiografía del sector minero madrileño nos indica que es un sector que está representado por 49 explotaciones (3 de minerales industriales, 9 de rocas ornamentales y 37 de productos de cantera), cuya producción alcanza 129 millones de euros y ocupa a 644 trabajadores directos (2,2% del empleo minero nacional).
Si analizamos el sector por tamaño de la explotación en términos de empleo, el 63% de las explotaciones cuenta con menos de 10 trabajadores, suponiendo el 24% del empleo. En comparación, la única explotación con más de 100 trabajadores representa el 25% del empleo.
Como podemos ver en el siguiente gráfico, las explotaciones más habituales según el recurso son las de rocas y productos de cantera, siguiéndole a mucha distancia las explotaciones de minerales industriales.
La producción de minerales industriales ha supuesto para Madrid el 73% del valor de su producción minera, siguiéndole con un 21% los productos de cantera. Las rocas ornamentales representan algo más del 5%.
La producción de arcillas especiales, sepiolita y bentonita, ha descendido en los últimos años en nuestra región, sin embargo, Madrid continúa siendo la mayor productora mundial, dedicándose principalmente a la exportación.
En Europa, más del 70% de la producción de sepiolita se destina al mercado de productos para cama de animales domésticos, aunque su uso se extiende a la carga de pesticidas, como decolorante y desengrasante de productos agrícolas e industriales y, también, como base de piensos para el ganado, eliminando partículas nocivas y estabilizando los antibióticos y las vitaminas.
La producción de glauberita, sulfato sódico, se mantiene estable en la Comunidad de Madrid en torno a las 300.000 t, convirtiendo a nuestra región en la segunda productora nacional. El sulfato sódico es un componente fundamental de industrias tales como fabricación de detergentes, papeleras, sector textil y del vidrio. Datos como que España es el único productor europeo de sulfato sódico natural y que su principal destino es la exportación, permiten hacernos una idea de su importancia.
La explotación de rocas ornamentales y productos de cantera, muy ligado al sector de la construcción y la obra civil, ha sufrido en Madrid al igual que en el resto de España, importantes descensos, que desgraciadamente, en el caso del granito, se mantiene. No obstante, desde 2012 hay una tendencia alcista en la producción de caliza y sobre todo de yeso.
Es de destacar que la producción de yeso en Madrid, un 9% de la producción nacional, convierte a esta región en la segunda productora nacional después de Andalucía que representa casi el 67% de la producción nacional.
La explotación de calizas se destina prácticamente a la producción de cemento, cales, carbonato cálcico y árido para la construcción. Sólo una explotación con escasa producción destina su producción a caliza ornamental.
La Comunidad de Madrid es la tercera en producción de granito ornamental a nivel nacional después de Galicia y Extremadura. Su resistencia mecánica, su durabilidad, su compatibilidad estética en variadas situaciones arquitectónicas y su belleza intrínseca, es motivo de su proyección internacional.
Los áridos son materiales insustituibles para la construcción y las obras públicas, pues constituyen el elemento básico de hormigones, morteros y prefabricados en la edificación, de las bases, subbases y aglomerados asfálticos en carreteras, y del balasto en vías de ferrocarril, además de otros usos importantes como escolleras, micronizados, etc.
Los depósitos de las graveras formados a lo largo de los ríos Jarama y Manzanares principalmente, y la explotación y trituración de caliza, además de residuos procedentes de otras explotaciones de rocas, son la fuente de los áridos utilizados en nuestra región.
Según estimaciones de la Asociación Nacional de Empresarios Fabricantes de Áridos (Anefa), el consumo de áridos para la construcción en la Comunidad de Madrid se situó, en 2017, en el entorno de los 8,7 millones de toneladas, lo que supone un consumo unitario de 1,3 t/hab.año, muy lejos de los 41 millones de toneladas del año 2004, que situaron el consumo unitario en 6,9 t/hab.año.
Este consumo unitario de áridos es el más bajo de todas las comunidades autónomas y está muy lejos de la media europea (5,2 toneladas/hab.año). Si bien nuestra alta densidad de población es uno de los factores que lo explican, es obvio que su fuerte ligazón con la obra civil y la construcción es determinante.
Los recursos geotérmicos también tienen presencia en nuestra región. Hoy contamos con más de 570 instalaciones de energía geotérmica de muy baja entalpia que suponen una solución eficaz para aumentar la eficiencia energética de nuestros edificios, en materia de climatización por suelo radiante/refrescante.
El interés por fomentar y propiciar el sector minero de nuestra región nos ha llevado, después de 16 años, a convocar el concurso minero número 12 de nuestra historia. Este concurso incluyó más de 100 derechos mineros caducados, tanto de recursos de la sección C) como de la D). Si bien, fruto de la actual coyuntura económica, únicamente se ha recibido una oferta, su convocatoria ha permitido la adecuada actualización de nuestro catastro minero, con todo lo que esto implica. Además de facilitar el potencial aprovechamiento de recursos geotérmicos de alta entalpía en la zona norte de Madrid.
Consideramos que la modernización del sector minero pasa por implementar la liberalización que nuestro país llevó a cabo con su sector industrial en los años 80. Es por ello, que en el marco de la normativa básica estatal que condiciona nuestra capacidad de avanzar en este sentido, hemos apostado por exigir que todas las explotaciones mineras acompañen su plan de labores digital de un informe sobre la rehabilitación efectuada. Dicho informe a realizar por un organismo de control, por un lado, permite la actualización permanente de las garantías financieras depositadas para garantizar su rehabilitación, recompensando los esfuerzos efectuados por los explotadores mineros. Y por otro lado, nos ayuda en nuestra labor de mantenernos vigilantes ante el factor más importante que condiciona la visión de la sociedad ante este sector, es decir, su repercusión en el medio ambiente.
