OPINIÓN

“La alimentación natural cruda no es una moda ni una promesa milagrosa, sino una herramienta nutricional válida cuando se formula de manera precisa y se supervisa adecuadamente”

Dietas crudas en perros y gatos: Análisis y reflexiones basadas en la evidencia

Magali Martín, auxiliar técnico veterinario especializada en nutrición canina y felina12/11/2025

Las dietas crudas no son nuevas. Sin embargo, en los últimos años se observa una evolución significativa: Cada vez más empresas desarrollan dietas comerciales crudas o cocinadas mínimamente procesadas, y la demanda por parte de los tutores continúa en aumento. Este interés no responde únicamente a una moda pasajera, sino a un cambio nutricional estructural. Los propietarios buscan ofrecer una alimentación más natural, con menor grado de procesamiento y una composición más próxima a la biología y comportamiento alimentario original de perros y gatos.

Magali Martín, auxiliar técnico veterinario especializada en nutrición canina y felina
Magali Martín, auxiliar técnico veterinario especializada en nutrición canina y felina.

Fundamentos nutricionales

Los perros y los gatos comparten un linaje carnívoro, pero la domesticación y la presión evolutiva asociada al entorno humano han modificado su adaptación alimentaria de manera distinta. En el perro se observa una mayor capacidad para digerir y utilizar carbohidratos, relacionada con el aumento en el número de copias del gen AMY2B y con una mayor actividad de la amilasa pancreática. Esto permite que el perro pueda consumir dietas mixtas. Sin embargo, desde el punto de vista metabólico, continúa mostrando una preferencia energética por las grasas y proteínas de origen animal, que siguen siendo los sustratos más eficientes para la función muscular, la inmunidad y el mantenimiento metabólico. Los carbohidratos no son nutrientes esenciales para la especie y la ausencia de amilasa salival confirma que su fisiología digestiva no está primariamente orientada a dietas ricas en almidón.

En el gato, en cambio, la dependencia del tejido animal se mantiene de forma estricta. Presenta una muy limitada capacidad para utilizar carbohidratos como fuente principal de energía y requiere proteínas y grasas altamente digestibles como base metabólica. Sus necesidades nutricionales obligatorias derivan directamente del consumo de presas: No convierte eficientemente los β-carotenos en vitamina A, por lo que necesita vitamina A preformada procedente de hígado; no sintetiza cantidades adecuadas de taurina, cuya fuente principal son los tejidos animales, especialmente el corazón, y cuya concentración disminuye con la cocción; requiere arginina en cada comida para evitar hiperamonemia postprandial; y necesita ácido araquidónico, presente únicamente en la grasa animal. Estas características metabólicas apuntan a una fisiología todavía alineada con el comportamiento depredador.

La evidencia actual indica que, en ambas especies, las dietas basadas en proteínas y grasas de alta calidad y alta digestibilidad favorecen una mejor composición corporal y una salud digestiva más estable, reduciendo alteraciones fermentativas y mejorando la eficiencia metabólica general.

Beneficios clínicos que se observan

En la literatura disponible, diversos estudios han evidenciado que las dietas crudas presentan mayor digestibilidad de proteínas y grasas, en comparación con las dietas altamente procesadas. Este mayor aprovechamiento digestivo se traduce en un mejor rendimiento energético, una optimización de la composición corporal y, con frecuencia, mejoras visibles en la condición general del animal. En perros con sobrepeso, el cambio hacia una dieta natural —ya sea cruda o cocinada, pero baja en carbohidratos refinados— suele acompañarse de una pérdida de peso sostenida. Este resultado no se debe a una restricción calórica excesiva, sino a una mayor saciedad proteica y lipídica, lo que permite cubrir los requerimientos energéticos sin estimular el sobreconsumo.

La experiencia clínica y estudios comparativos también señalan una menor prevalencia de trastornos dermatológicos en animales alimentados con dietas naturales. La reducción de carbohidratos de alto índice fermentativo, la ausencia de ciertos aditivos y la mayor calidad de las fuentes lipídicas parecen jugar un papel relevante en la modulación inflamatoria.

Asimismo, el creciente interés por la microbiota intestinal ha permitido comprender mejor la relación entre dieta, sistema inmune y eje intestino–cerebro. En perros alimentados desde jóvenes con dietas crudas, investigaciones recientes muestran que las dietas crudas favorecen la proliferación de bacterias del género Fusobacterium, asociadas con la integridad de la mucosa y la salud intestinal. Esto contrasta con la afirmación generalizada de que las dietas crudas serían perjudiciales para la microbiota: La evidencia señala que, cuando están correctamente formuladas y manejadas, pueden promover un perfil microbiano compatible con estabilidad digestiva y función inmunológica adecuada.

¿Una dieta cruda tipo BARF es realmente completa?

Miss, perrita adulta alimentada con dieta BARF desde que tenía menos de 3 meses...
Miss, perrita adulta alimentada con dieta BARF desde que tenía menos de 3 meses. Un ejemplo real de los beneficios de la alimentación natural en la salud y el desarrollo de los perros.

Una dieta cruda casera adecuadamente estructurada se basa en la combinación de huesos carnosos crudos (hueso con su carne en proporción adecuada), un porcentaje de carne magra, una cantidad menor de hígado y otras vísceras, además de fuentes controladas de carbohidratos de baja carga glucémica (principalmente vegetales y algunas frutas), grasas animales y pescado azul, como aporte de ácidos grasos esenciales.

Si bien es posible formular una dieta cruda completa sin necesidad de suplementos sintéticos, esto solo es viable cuando la ración está diseñada a partir de la composición real de presas completas y cuando se garantiza una rotación adecuada de ingredientes. En la práctica cotidiana, dado que no es habitual alimentar con presas enteras y que muchas raciones se calculan únicamente mediante porcentajes generalizados sin análisis nutricional, pueden aparecer deficiencias nutricionales. Entre las más frecuentes se encuentran bajas aportaciones de zinc, yodo, manganeso y, en algunos casos, magnesio, así como vitamina E y vitamina D, cuando el consumo de pescado azul es insuficiente.

Por este motivo, la dieta cruda es completa y segura únicamente cuando se formula de manera profesional, teniendo en cuenta la biodisponibilidad real de los nutrientes y las necesidades individuales del animal. La intervención de un nutricionista cualificado permite ajustar la cantidad de huesos carnosos para mantener un ratio calcio:fósforo óptimo, así como para equilibrar el aporte de vísceras y suplementación para mantener el equilibrio zinc:cobre. Aunque el hígado es una fuente relevante de cobre, la biodisponibilidad de este mineral varía según la especie y el tejido de origen, por lo que su aporte debe evaluarse caso por caso y no asumirse como suficiente por defecto.

Fósforo y calcio

En nutrición animal, el fósforo y el calcio son minerales esenciales que deben mantenerse en equilibrio para garantizar la salud ósea, renal y metabólica. Sin embargo, su origen y forma química determinan cómo se absorben y cómo impactan en el organismo.

En dietas BARF, el fósforo proviene de fuentes naturales como carne, vísceras y huesos carnosos. Está ligado a proteínas y se absorbe de forma gradual, respetando los ritmos fisiológicos del animal. Su biodisponibilidad es alta, pero menos agresiva que la del fósforo inorgánico.

En los piensos comerciales, el fósforo se añade como suplemento inorgánico (fosfato monocálcico, dicálcico, monosódico), ya que los ingredientes vegetales —especialmente los cereales— contienen fósforo en forma de fitatos, poco absorbibles. La NRC ha estudiado este fenómeno y establece recomendaciones específicas para garantizar que los animales reciban suficiente fósforo biodisponible, no solo total.

El fósforo inorgánico tiene una absorción más directa, lo que puede ser útil para cubrir requerimientos mínimos, pero también puede acumularse más fácilmente en el organismo si no se formula con precisión. En animales sensibles o con predisposición a enfermedad renal, un exceso de fósforo inorgánico puede acelerar el deterioro renal, mientras que el fósforo natural, bien balanceado, se considera menos agresivo.

El calcio en dietas BARF proviene principalmente de huesos carnosos crudos, donde está en forma natural y ligado a tejidos. Cuando hay un exceso de hueso, el calcio no se absorbe completamente y se excreta por las heces, lo que se manifiesta en heces blancas, secas y duras. Esta señal permite al cuidador ajustar la dieta de forma práctica.

En los piensos, el calcio se añade como suplemento inorgánico (carbonato cálcico, fosfato cálcico), con alta biodisponibilidad. A diferencia del calcio natural, el exceso de calcio inorgánico no se excreta por las heces, sino que se regula por vía hormonal y renal. Esto significa que puede pasar desapercibido y, si no se ajusta bien la relación calcio/fósforo, puede generar desequilibrios.

National Research Council y Small Animal Nutrition

La NRC (2006) describe (capítulo 2) que los gatos son carnívoros estrictos, cuya fisiología digestiva, comportamiento depredador y necesidades de aminoácidos se mantienen alineadas con la ingestión de presas pequeñas y húmedas. Esto contrasta con los perros, cuya historia evolutiva corresponde más a un patrón de carnívoro oportunista. Esta distinción no prescribe un formato dietético específico, pero sí indica que la textura, humedad, densidad proteica y patrón de consumo tienen relevancia fisiológica real. Considerando este marco evolutivo, las dietas basadas en alimentos frescos y menos procesados pueden acercarse más al rango de humedad, densidad proteica y textura masticable que caracteriza la ingestión de tejidos animales completos. Esto es particularmente relevante en gatos, donde la baja respuesta al estímulo de sed está directamente vinculada al riesgo de enfermedad urinaria en dietas muy secas.

¿Realmente hay “demasiada” proteína o fósforo?

Es común escuchar que las dietas naturales, como la cruda o la cocinada, tienen “exceso” de proteína, fósforo u otros nutrientes. Pero esa percepción suele basarse en porcentajes o análisis proximales, sin hacer las conversiones necesarias para comparar con los estándares nutricionales.

La NRC establece los requerimientos por cada 1000 kcal de energía metabolizable (EM), utilizando recetas tipo formuladas para animales con requerimientos energéticos de 130 kcal/kg de peso metabólico en perros y de 100 kcal/kg en gatos. Si no se ajustan estos dos factores —la EM de la receta y el requerimiento energético real del animal—, cualquier comparación puede llevar a conclusiones erróneas. Lo que parece “mucho” en papel, puede estar perfectamente dentro de los rangos cuando se analiza correctamente.

Riesgos y cómo gestionarlos

El temor al hueso carnoso

Uno de los temores más frecuentes al abordar la alimentación natural es el uso del hueso crudo carnoso. Es fundamental diferenciarlo de otras formas de hueso, ya que su seguridad y efecto fisiológico no son comparables. El hueso crudo carnoso conserva tejido blando adherido, lo que modula la mecánica de la masticación y favorece su digestión. Por el contrario, el hueso cocido representa un riesgo elevado debido a que el tratamiento térmico altera su estructura, lo vuelve quebradizo y propenso a astillarse. El hueso crudo sin carne tiende a compactarse durante el tránsito intestinal, incrementando la probabilidad de estreñimiento y la formación de masas duras. Por su parte, los huesos portadores —propios de huesos de carga de animales grandes— presentan una densidad mineral muy alta, lo que aumenta el riesgo de fracturas dentales, especialmente en molares carnasiales.

Cuando se ofrece un hueso crudo carnoso adecuado al tamaño y capacidad masticatoria del animal, se observa una masticación pausada y funcional. La presencia de carne regula la fuerza de la mordida, estimula una trituración más controlada y permite que el hueso se mezcle de manera más eficiente con el jugo gástrico, lo que facilita su ablandamiento y posterior digestión. Además, la masticación prolongada con resistencia biomecánica ejerce efectos beneficiosos reconocidos: Contribuye a la reducción mecánica de placa y placa dental, favorece la salud periodontal y participa en la modulación del bienestar emocional mediante la activación de mecanismos neuroquímicos relacionados con la reducción del estrés, entre ellos la liberación de serotonina.

Desde esta perspectiva, podemos sostener que la masticación natural reduce la acumulación de placa, que la textura y resistencia del alimento desempeñan un papel determinante en la salud oral, y que los animales que consumen alimentos fisiológicamente apropiados y menos procesados presentan, de manera general, menor prevalencia de enfermedad periodontal que aquellos alimentados exclusivamente con dietas ultraprocesadas y de baja exigencia masticatoria.

Contaminación

En la literatura, el tema de la contaminación microbiológica y la seguridad alimentaria en dietas crudas se ha discutido ampliamente. En la práctica, quienes preparan dietas crudas caseras suelen utilizar alimentos aptos para consumo humano, por lo que las medidas de higiene a aplicar son las mismas que se emplean para la manipulación de alimentos en el hogar. Además, es habitual el congelado previo de las proteínas animales durante un período que puede variar entre 3 días y hasta 4 semanas, según el tipo de alimento, con el objetivo de inactivar parásitos potenciales.

Es importante recordar que el riesgo microbiológico no es exclusivo del crudo. La literatura recoge brotes documentados de Salmonella en humanos asociados al manejo de alimentos extruidos secos, tanto durante la manipulación previa a servir como por contaminación cruzada en el entorno doméstico. Por lo tanto, la seguridad alimentaria depende principalmente de la selección de materias primas, la higiene durante la preparación y el almacenamiento, y no únicamente del tipo de dieta en sí.

Dietas crudas comerciales

Como ocurre con los piensos, no todas las marcas ofrecen la misma calidad nutricional.

Hay productos bien formulados, con ingredientes frescos, proporciones adecuadas y controles sanitarios rigurosos. Pero también existen opciones menos equilibradas, con exceso de grasa, desequilibrio mineral o ingredientes de baja calidad. Por eso, es fundamental aplicar el mismo criterio que usamos al evaluar un pienso: Leer la etiqueta, analizar los ingredientes, revisar la proporción de grasa y proteína, y entender si esa fórmula se adapta al animal en cuestión.

Cada perro es un mundo. Que una marca comercial de BARF no le siente bien a un animal, no significa que ese tipo de alimentación no sea adecuada para él. Lo importante es entender qué está ocurriendo, valorar el estado fisiológico del paciente, sus necesidades energéticas, su digestibilidad individual y adaptar la dieta en consecuencia.

Recomendaciones clínicas

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Si bien las dietas naturales crudas pueden ser seguras y completas cuando están correctamente formuladas y manejadas, existen situaciones clínicas en las que es necesario adaptarlas temporalmente para proteger la integridad digestiva y la función inmune del paciente. En animales sometidos a inmunosupresión farmacológica —como en tratamientos con quimioterápicos, corticoides o ciclosporina— la mucosa intestinal se encuentra más vulnerable y la respuesta inmunitaria reducida, lo que aumenta el riesgo de infecciones sistémicas por bacterias presentes de forma natural en los alimentos crudos. En estos casos, se recomienda utilizar la misma formulación nutricional, pero cocinada y sin huesos, asegurando digestibilidad óptima y minimizando el riesgo bacteriano.

De manera similar, cuando se administran antibióticos de amplio espectro, la microbiota intestinal experimenta grados variables de disbiosis, reduciendo la competencia bacteriana beneficiosa que normalmente controla a los microorganismos oportunistas. En este periodo, la dieta cruda puede resultar más difícil de manejar y aumentar la probabilidad de diarrea, inflamación o mala digestión. La recomendación es posponer temporalmente la dieta cruda hasta que se restablezca el equilibrio microbiano, reintroduciéndola de forma gradual y acompañada de soporte probiótico específico.

Los inhibidores de la bomba de protones, como omeprazol, disminuyen la acidez gástrica y, con ello, la capacidad del estómago para desmineralizar y degradar huesos carnosos. Este cambio en el pH puede aumentar el riesgo de impactación fecal o irritación intestinal, además de reducir la esterilización ácida natural frente a bacterias. Durante su uso continuo o prolongado, es aconsejable retirar los huesos y mantener la dieta cruda solo con carnes deshuesadas, suplementando el calcio.

En animales con tránsito intestinal alterado, como estreñimiento crónico, megacolon o uso frecuente de laxantes y enemas, los huesos pueden endurecer en exceso las heces y favorecer la impactación, motivo por el cual deben eliminarse temporalmente y sustituirse por suplementación de calcio para mantener el equilibrio mineral. Por el contrario, en animales tratados con anticonvulsivos, las adaptaciones serán más dependientes de la respuesta individual: Si el apetito, la digestión y el ritmo intestinal permanecen estables, la dieta cruda puede mantenerse con vigilancia clínica; si se observan vómitos, alteraciones del apetito o variaciones en la motilidad, puede convenir quitar los huesos carnosos y suplementar el calcio.

En resumen, la dieta natural cruda no debe considerarse contraindicada de manera absoluta, sino ajustable según el estado clínico y los tratamientos. En situaciones de riesgo inmunológico, digestivo o metabólico, se prioriza la seguridad digestiva, manteniendo el enfoque nutricional, pero adaptando la preparación (cocida, sin huesos, con suplementos adecuados) hasta que el paciente recupere estabilidad.

En conclusión

La alimentación natural cruda no es una moda ni una promesa milagrosa, sino una herramienta nutricional válida cuando se formula de manera precisa y se supervisa adecuadamente. Su eficacia depende del conocimiento, del equilibrio de nutrientes, de la correcta manipulación higiénica y de la adaptación al estado fisiológico individual del animal. Bajo estos criterios, puede ofrecer beneficios claros en digestibilidad, condición corporal, salud cutánea e integridad de la microbiota.

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Magali Martín es nutricionista canina y felina, especializada en alimentación natural cruda, cocinada y en dietas comerciales. Formuladora de dietas para perros y gatos sanos o con patologías, siguiendo los estándares de la NRC y Small Animal Clinical Nutrition. Auxiliar Técnico Veterinario (ATV) con experiencia clínica, miembro de la Raw Feeding Veterinary Society, y con amplia formación junto a veterinarios internacionales especializados en nutrición. Atiende de forma presencial en Alicante capital y también online, con experiencia en consultas en España, Francia, Argentina, Portugal y Finlandia. Acompaña a tutores y profesionales en el camino hacia una nutrición más consciente y adaptada para perros y gatos, combinando ciencia, sensibilidad clínica y respeto por la individualidad de cada animal.

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Web: www.magalinutrianimal.com

Telf: 601 43 93 96

Mail: magalinutripets@gmail.com

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