La inteligencia artificial generativa entra en la rutina diaria y revoluciona el marketing
Al derribar las barreras técnicas, la IA generativa ha dejado de ser una promesa lejana para convertirse en una presencia tangible en el día a día. Gracias a modelos más potentes y fáciles de usar, se está normalizando como asistente cotidiano, ayudando a escribir correos, diseñar presentaciones o dar rienda suelta a la creatividad personal.
En el consumidor medio, el impacto se nota en la eficiencia: lo que antes requería horas de trabajo humano, ahora se logra en minutos. Pero no se trata solo de rapidez, sino también de expresión; herramientas de GenAI permiten a cualquier persona generar desde textos profundos hasta imágenes sofisticadas sin necesidad de conocimientos técnicos.
Por su parte, los equipos de marketing han incorporado esta tecnología de forma escalable. Se usa para producir contenido hiperpersonalizado, generar múltiples variantes de anuncios y optimizar campañas, lo que antes exigía un gran esfuerzo en redacción y diseño. Sin embargo, la velocidad y la creatividad generada por la IA aún necesitan del pulso humano para garantizar coherencia, autenticidad y significado emocional.
Este nuevo escenario abre debates fundamentales sobre ética, transparencia y responsabilidad. La cuestión ya no es solo qué puede hacer la IA, sino cómo y cuándo debe intervenir el juicio humano. El editor, el profesional del marketing o el usuario final no solo crean, sino que también supervisan y evalúan, garantizando que la IA se use con propósito y sentido.

































