"Lo que más me ha atrapado de la luz es su inmaterialidad, y como se relaciona con todos los materiales"
Entrevista a Jordi Canudas, diseñador de producto
El diseñador barcelonés Jordi Canudas se ha ganado el reconocimiento internacional gracias a lo especial y único de su trabajo, un trabajo que se mueve entre lo artesanal y lo experimental. ¿Su proyecto estrella? La Dipping Light, una luminaria que mezcla arte, diseño y experimentación.
Jordi Canudas, diseñador de producto. Foto: Alba Yruela.
Para empezar, ¿quién es Jordi Canudas y cuáles son sus inicios?
Estudié diseño industrial, después de una carrera académica bastante dispersa, y me gustó y me interesó lo que estaba haciendo. Justo al terminar diseño industrial estuve trabajando en Barcelona durante unos 3 o 4 años como freelance, colaborando con la arquitectura efímera y el interiorismo. Más tarde me fui a Londres, dónde descubrí el Royal College of Art y decidí hacer el máster allí, y esa fue la experiencia que dio lugar a quien soy como profesional.
Diseñador de formación, ¿de dónde y por qué nace su relación con la luz?
No hay un acto voluntario en eso, pero me encuentro haciendo y trabajando recurrentemente con la luz. A veces pienso que haber vivido en Londres tiene algo que ver. No es que echara de menos la luz de Barcelona, pero pasa algo con la luz y es que hay un cambio. Estando allí valoras mucho más la calidad que tenemos aquí y que, de alguna forma, damos por hecha. De todas maneras, lo que más me ha atrapado de la luz es su inmaterialidad, y como se relaciona con todos los materiales. Al final es como una excusa que te permite saltar de una cosa a otra, como un nexo de unión. No sé cómo empezó mi relación con la luz, pero se ha convertido en una pasión.
¿Cómo definiría su estilo y su forma de trabajar y de concebir la luz? ¿Qué le lleva a la experimentación?
Para mi el progreso es muy importante, la experimentación física y matérica con la luz. Dibujo e intento imaginarme que pasará cuando construya algo, pero para mi lo interesante esdeviene cuando intento construirlo y me doy cuenta de la riqueza de los materiales y los efectos del fenómeno de la luz, del fenómeno luminico, de la ciencia, todo relacionado con la percepción. Lo que más me interesa es la experiencia del momento en el que estoy trabajando. Después ha ido desarrollándose en procesos más performáticos que han dado como resultado productos. Aquí es donde ahora estoy involucrado, en esta parte más de producto y menos de la performance, aunque siempre me gusta ir volviendo a ello.
En cuanto a la experimentaicón, más que buscar cómo la luz puede cambiar la pecepción de las cosas, me fijo en cosas que me atrapan. Qué sucede cuando la luz se refleja en algún elemento o si un color se mezcla con otro, por ejemplo. Son cosas que no busco directamente, pero es cierto que a través de cualquier excusa me pongo a prototipar, y dejo que este proceso me lleve a lugares inesperados. Si a través de la experimentación veo que el proyecto se va a otro lugar donde no tenia intencion al principio, sigo ese camino y dejo que la experimentación me lleve a otro lugar donde, de manera racional o mental, nunca habría podido llegar.
De entre todos sus diseños, ¿hay alguno más especial o del que se sienta más orgulloso?
Hay uno que me gusta mucho, el que hice con chocolate. Lo pasé muy bien durante todo el proceso, fue un proyecto que disfruté mucho. Es un proyecto al que siempre pienso que me gustaría volver para darle un empujón más y acabarlo de cerrar. Pero, en cuanto a icónicos, hay dos proyectos. Por un lado, la Less Lamp, se publicó mucho y pasó a formar parte de la colección del MoMa y se ha expuesto internacionalmente, fue un antes y un después en mi carrera. Por otro lado, y sobre todo, destaco la Dipping Light. Ha ocupado gran parte de mi tiempo, he estado prácticamente 4 años solamente trabajando en este proyecto, entre la creación y la fabricación, hasta que se lo ha quedado Marset. Ha sido un proyecto muy importante.
Habla de la Dipping Light… ¿Cuál es su historia?
Parte de una excusa, de un briefing muy básico, de cómo se puede hacer una pantalla de una lámpara directamente en la bombilla. La realidad es que nace también de una performance que hacía en la que tiraba pintura encima de una bombilla hasta que se apagaba la luz de la habitación y dejaba a todo el mundo a oscuras. Allí pensé en qué pasaría si sumergiese una bombilla encendida en un bote de pintura, y que esta pintura sirviese de pantalla de la lampara, que dirijiese y controlase esa luz. Para mi, el secreto de la Dipping está en esta idea de gradación de color que viene a través de dar capas, que es algo que yo no había conceptualizado. Al dar una capa la bombilla seguía brillando demasiado, entonces esperé que se secara y le di otra capa, así sucesivamente. Y ahí nació esta idea de las capas que es lo que le da valor al proyecto.
Es un proyecto que ha crecido de una manera muy organica, empezó como una instalación para el escaparate del restaurante Il Giardinetto en Barcelona, más tarde algunos interioristas y tiendas me fueron pidiendo pequeñas series… Hasta que la tienda del MoMa de Nueva York pidió 500 unidades y ahí fue como empezó una aventura casi empresarial, y después de estar un tiempo detrás de toda la gestión y todo lo que esto representaba, apareció Marset. Además de tener la infraestructura necesaria, lo que me parece extraordinario es la visión y la flexibilidad para incorporar un experimento como la Dipping, escalando el sistema de fabricación artesanal a unas necesidades más industriales pero manteniendo el carácter único de cada pieza, el valor material y de proceso que caracteriza esta lámpara.
Fotos: Alba Yruela.
Su trabajo se expone internacionalmente. ¿Qué supone para usted este hecho y el reconocimiento a su trabajo?
En el momento en el que pasó, acabando el Royal College, fue como una palmadita en la espalda. No puedes vivir de ello, pero te anima a seguir. Para mi fue importante en su momento, pero después dejas de darle tanta importancia y se convierte de alguna manera en una parte más del trabajo.
Instalación en LlumBCN 2019. Foto: Álvaro Valdecantos.
En Londres formó parte del colectivo OKAY Studio. ¿Qué le ha dejado aquella experiencia en su forma de trabajar?
Está muy relacionado. OKAY Studio, en realidad, era un grupo de amigos que nos conocimos estudiando en el Royal College, y al acabar nos preguntamos "¿y ahora qué hacemos?" Y nació de ahí, de la voluntad de seguir teniendo lo que teníamos en la universidad. Un compañero ganó una beca que invirtió en un taller, y a partir de ahí teníamos un espacio en el que cada uno tenía su mesa, y también un taller compartido donde podíamos producir estas ideas y prototipar. Esto es lo que tengo y hago ahora, y me viene de Londres y de OKAY Studio, el estar más en contacto con las herramientas, la fabricación, los materiales… Es algo que en Londres pasa mucho más.
Para que un diseño guste y funcione, ¿qué debe tener? ¿Estética y funcionalidad van de la mano?
Sí, estética y funcionalidad van muy de la mano. Pero la funcionalidad ya la tenemos muy resuelta en el mundo en el que vivimos. Que un proyecto funcione tiene que ver mucho con las tendencias y, evidentemente, con una estética, pero no creo que sea algo que se pueda buscar. Yo no tengo una fórmula para repetir lo que ha pasado con la Dipping, con ella han pasado unas casualidades muy difíciles de reproducir. A mi entender, como yo lo haría, es volviendo a experimentar en algo que está muy lejos de poder ser una Dipping, y a lo mejor una cosa lleva a la otra, pero se que buscándola no la voy a encontrar. Así como hay otro tipo de diseñador que trabaja más para industria, desde una perspectiva más profesional en este sentido, que si que puede resolver este tipo de proyectos, mi perfil es otro. Si algo me interesa empiezo a desarrollarlo, cada proyecto encuentra su lugar.
También da clase en la Escuela Superior de Diseño Elisava en Barcelona. ¿Qué le aporta la enseñanza?
Lo que a mi me aporta tiene más que ver con la investigación y con la tecnología, la biología, con toda una serie de factores que están pasando en el mundo y que de alguna manera están definiendo cómo es y cómo va a ser ese mundo. La universidad te conecta con todo esto y te obliga a estar al día de hacia dónde va todo. Y también está la experiencia docente, al final compartes con otros profesionales, con los estudiantes, y es enriquecedor.
¿Algún proyecto en el que esté involucrado actualmente y del que nos pueda hablar?
Hay una cierta presión, que igual me impongo, pero es la típica pregunta que te hacen. Pero, más que otra lámpara, me interesa empezar a investigar otro nuevo camino que no tiene porque tener nada que ver con el que ya he hecho. De momento estoy muy en primario, empezando. Estoy pensando en retomar la idea del chocolate pero más para temas de eventos y de festivales de luz, etc. intentar darle una nueva versión al proyecto. También hace tiempo que tengo ganas de investigar a nivel téxtil, en un sentido muy tecnológico y ver y trabajarlo en relación a la luz.
