La luz natural, las luces del entorno, todo lo que emita luz influye en la contemplación de la pieza y la hace característica de ese lugar y momento
Semplici Coincidenze: El arte de usar la luz para convertir un garaje en un museo
El pasado mes de noviembre, el artista y lighting designer Massimiliano Moro llevó a cabo una instalación en su estudio de Suiza. Un proyecto efímero que pretende mostrar como la luz es capaz de transformar un garaje, un espacio prácticamente 'muerto', en algo parecido a un museo.
Semplici Coincidenze, en castellano ‘Meras coincidencias’, es el último proyecto expositivo llevado a cabo por el artista y lighting designer Massimiliano Moro. Esta instalación se llevó a cabo durante 4 días del pasado mes de noviembre, en Lugano (Suiza), en la propia casa del artista.

“Son días complicados para crear proyectos que incluyan la presencia de público, por ello quería enseñar mi trabajo manteniendo la idea de quedarse en casa”, afirma Massimiliano Moro. Y añade: “Por eso el lugar elegido ha sido mi estudio en Lugano, así como las áreas comunes del edificio donde está situado. Tengo la suerte de tener el taller en un edificio de pocos vecinos y muy colaborativos”.

Convertir lo cotidiano en especial
A diario, transitamos por espacios y lugares sin fijarnos en sus detalles arquitectónicos, muchas veces especiales, por ello la idea principal del artista ha sido convertir el garaje en el eje de la exposición, dejando el taller de lado. “Usar la luz como medio para transformar un lugar de paso en uno de contemplación”, afirma.
Al vaciar las plazas del aparcamiento, una vez eliminados los coches que con su tamaño marcan la referencia de escala, el espacio obtuvo una apariencia espacial completamente distinta. “Puesto que está marcado en el suelo, se veía claramente el espacio destinado a cada automóvil, un espacio más grande que el espacio que normalmente se asigna a una escultura en un museo. De repente, aparecía un volumen vacío donde solo unas marcas en el suelo denotaban su uso”, expone el artista.


Tal y como relata Massimiliano Moro, al poner el lugar a oscuras, prácticamente no se apreciaban diferencias con una sala hecha a medida para obras de luz. Y, teniendo en cuenta los tiempos que corren, la situación actual, el lugar contaba con metros suficientes para garantizar la distancia interpersonal y contaba, además, con una gran puerta al exterior que proporcionaba una buena ventilación.
En cuanto a la intervención artística, Moro relata: “En el espacio situé tres esculturas que ocuparon todo el espacio visual del garaje, y guiaban la mirada de forma natural de un lado a otro”. Y añade: “De las tres, dos centralizaban más hacia un punto concreto, mientras una hacía de conjunción para que las otras estableciesen un diálogo del azul al rojo. Siguiendo los reflejos y las coincidencias se apreciaba poco a poco, y al ritmo marcado por las esculturas, todo el entorno”. Así, en este recorrido y por un momento, el espectador dejaba de estar en un garaje.

“Llevaba tiempo queriendo investigar como el lugar de creación influye en la obra final, y en este caso era un tema perfecto para un proyecto de este tipo”, apostilla el artista. Las esculturas creadas iban a ser expuestas en el mismo lugar de creación, no había separación entre exposición y desarrollo, no hacía falta traducirlas para adaptarlas al espacio. Moro añade: “Esto es diferente de ir a construir una obra en situ, ya que la intimidad del estudio es muy confortadora para la creación”.

La luz como elemento ‘site-specific’

"La luz natural, las luces del entorno, todo lo que emita luz influye en la contemplación de la pieza y la hace característica de ese lugar y momento. Esto ocurre sobre todo porque el diálogo que se establece entre los varios factores es directo y del mismo material”, expone el artista. Y matiza: “Es distinta la relación entre piedra y luz que la ilumina, por ejemplo, que luz y más luz”.
