"La luz es un material tan frágil que cada cambio milimétrico puede distorsionar la percepción de la obra"
Entrevista a Massimiliano Moro, artista y lighting designer
Artista, escultor y lighting designer, Massimiliano Moro compone sus obras modelando la luz y dándole color a la sombra. Esta metodología interdisciplinar, y su forma de trabajar, da como resultado intervenciones que modifican la percepción del espacio. En sus obras y proyectos busca la creación de nuevos equilibrios entre luz y arquitectura.
Para empezar, ¿quién es Massimiliano Moro?
Es un artista suizo que trabaja la luz, el color y el movimiento con la sombra como protagonista. Nací en Italia, de pequeño mi familia se mudó a Lugano, (Suiza) y al acabar el bachillerato vine a Barcelona para estudiar arte. En la Escola Massana hice un ciclo de Escultura y un grado en Arte y Diseño. Sigo viviendo entre Lugano y Barcelona, ya que el encuentro entre las dos diferentes culturas es una fuente de inspiración continua.
Sin Titulo 1. L&B Gallery, Barcelona 2020. Foro: Massimiliano Moro.
Artista y lighting designer, ¿cuál es su relación con la luz? ¿De dónde y cuándo le nace la pasión por la luz?
Soy un escultor que ha devenido lighting designer por trabajar mucho con luz. Lo de escultor viene a raíz de la manera en que trabajo con la luz como material y en la consecuente manera de afrontarlo: mi interés principal son las sombras, así que para obtenerlas tengo que sustraer material. Modelar formas a través de remover material es la misma manera de trabajar la piedra, la madera o cualquier otro material escultórico.
Es un interés que viene de lejos, ya de pequeño me fascinaban las linternas y las velas, pero luego en la universidad, de ejercicio en ejercicio me iba interesando más. La facilidad del cambio de escala a través de las sombras, la ligereza y la rapidez con que se puede cambiar la impresión de un espacio, el poco volumen que ocupa son cosas que poco a poco han ido construyendo mi bagaje técnico y poético y que al final se han convertido en mi interés principal.
Buscaba un material que pudiera tratar e investigar fácilmente conceptos como la contemplación y la belleza, por eso la luz era perfecta: porque es la materia prima de nuestra visión, y al ver, nos situamos en el espacio que nos rodea. Esta combinación abre un espacio para trabajar que es ideal para tratar conceptos abstractos de una manera muy directa.
Sin Titulo 3. L&B Gallery, Barcelona 2020. Foto: Massimiliano Moro.
¿Cómo definiría su forma de trabajar la luz?
Desarrollo mi trabajo en torno a las sombras. Con la combinación de dos fuentes de luz genero sombras de color muy saturadas, que llegan casi a un color pigmento. Esto rompe la dicotomía luz-sombra que trata estos elementos como antagónicos, y los pone en el mismo plano de interés. El color es lo ideal para generar un elemento nuevo, que no estamos acostumbrados a ver y poner las sombras como elemento independiente. Y sobre todo le quita la parte simbólica y lúgubre que normalmente le reservamos, en occidente por lo menos. A esto normalmente le añado movimiento, así que con estos tres elementos creo todo mi recorrido visual y conceptual.
Mi enfoque es muy práctico, basado en pruebas en el estudio, donde hay poco dibujo o proyección de antemano. La luz es un material tan frágil que cada cambio milimétrico puede distorsionar la percepción de la obra, por lo que prefiero controlarla de forma práctica en lugar de teórica.
En mi trabajo, intento hacer tangible el umbral entre la luz y la sombra, entre lo visible y lo invisible. Pero trato de desarrollarlo de una manera muy espontánea y directa, creando una dimensión en la que nos inclinamos naturalmente a ver un límite, sin forzar la comprensión. Podemos estar en el mismo espacio y tiempo de la escultura, sin necesidad de comprenderla. Es como dar un paso atrás, olvidar lo que sabemos que estamos viendo y dejar la mirada libre para ver nuevas cosas que están sucediendo frente a nuestros ojos.
Y sus proyectos, ¿cómo los definiría? ¿Hay algún hilo conductor común a todos ellos o son totalmente independientes?
Hay esculturas de luz que dialogan con el entorno, a partir de eso se generan los proyectos, sean instalaciones permanentes o efímeras, grandes o pequeñas.
Yo creo que es imposible separar la luz de su entorno, así que cada obra es site-specific en el verdadero sentido de la expresión. Si miramos de esta manera, cada proyecto es independiente. Pero como al final lo que hay expuesto es mi punto de vista, todas mis obras tienen en común mi sentido de la estética.
¿Qué aspectos son fundamentales en sus proyectos de iluminación?
Creo que la precisión de las coincidencias espaciales que se crean en un ambiente es lo que más me interesa y que más define mi manera de trabajar. La luz es un material muy sincero, al cual es imposible ocultar defectos; imperfecciones que además se amplifican en las sombras. Así que en mis proyectos siempre hay una búsqueda de una intencionalidad de la posición de los elementos y las coincidencias, de manera que el azar tenga un lugar muy concreto en que actuar.
En relación a su trabajo, ¿podemos hablar de light art?
Se puede hablar de light art de muchas maneras, según que cogemos como punto de partida y categoría. Yo me he construido un relato de historia del arte que me acompaña y me suporta en mis investigaciones. Es un recorrido que empieza con la invención de la luz eléctrica y mira sus influencias en el arte con el desarrollo de nuevas tecnologías lumínicas. Durante un siglo, la luz ha hecho su aparición en muchas disciplinas y corrientes artísticas, pero casi nunca se consideró un material sino un efecto.
Podemos hacer una selección reducida al mínimo de artistas que la consideraron como elemento independiente: Thomas Wilfred, Laszlo Moholy-Nagy, Julio Le Parc, James Turrell y Olafur Eliasson. Con estas cinco referencias yo puedo categorizar todo lo que se ha hecho con luz en el último siglo y usarlo como base teórica.
Según su experiencia y opinión, ¿cómo influye la iluminación en la percepción de los espacios? ¿Y en las sensaciones de las personas?
Si apagamos la luz el espacio desaparece. La luz es lo que nos permite ver y entender un espacio, así que cambiar la iluminación es cambiar por completo todo lo que nos rodea. En el arte estamos acostumbrados a cambiar percepciones y dialogar con las sensaciones, pero sigo sin entender como un elemento tan importante no tiene la importancia que se merece en la arquitectura. Si que se trabaja la luz natural, pero a la luz artificial no se le da la misma importancia.
Pero supongo que ahora que hemos pasado mucho tiempo en nuestras casas esto puede cambiar, ya que todo el mundo se ha dado cuenta que cambiando una bombilla puedes cambiar tu casa.
Habla de “crear una cosmogonía personal”, ¿de qué se trata? ¿En qué consiste?
Me gusta pensar que todas mis obras acaban constituyendo un cuerpo de relaciones entre ellas, y que también me definen como artista y persona.
Cada obra es una fuente de luz artificial que proyecta sobre un objeto, y que tiene un tiempo propio, así como es nuestro sistema solar. Si del macro pasamos al micro, cada escultura es un pequeño sistema independiente. Cuando hay varias esculturas en el mismo ambiente se crea una relación parecida a la de las constelaciones y las galaxias. Pero todo esto siempre estando consciente de la artificialidad de lo que estoy creando, ya que no quiero nunca hacerle competencia al sol.
De sus proyectos, una de las cosas que se extrae es el resultado de su experimentación sobre las propiedades reflectoras de los materiales, la mezcla entre materiales, filtros y reflejos. ¿Qué puede comentarnos sobre esto? ¿Actualmente dirige su trabajo por ese camino?
Mi manera de trabajar es muy práctica y derivada de la experimentación en el estudio: poner objetos delante de una fuente de luz es la base de mi investigación. De aquí que todo lo que sea transparente o translucido sea de máximo interés para mí y si además es reflectante, aún mejor.
Lo que es más importante es controlar los efectos de transparencia y reflexión, hacerlo de manera que se comporten como yo necesito para poder componer y modular la estética de la escultura. Una vez entendido el material en su relación con la luz es cuando empiezo a utilizarlo en obras e intervenciones, juntando varias opacidades o direccionando el movimiento de los reflejos.
Mi camino sigue en esta dirección, buscando siempre nuevas combinaciones de transparencia y colores, pero siempre con un ojo atento a la sostenibilidad en mi práctica artística.
Algunos de sus proyectos más relevantes son instalaciones efímeras. ¿Qué le supone como artística enfrentarse a algo que tiene fecha de caducidad? ¿Cómo lo plantea y lo afronta?
La luz permite entrar en un lugar, cambiarlo radicalmente, y al apagarla que parezca que no haya pasado nada. No hace falta mover paredes, taladrar e intervenir físicamente para transformar. Lo que queda es la memoria de la intervención, la sensación de haber visto el mismo lugar en una situación distinta.
Esta caducidad es un elemento clave para el desarrollo de mi obra, ya que me permite tener en cuenta situaciones ambientales que en otras condiciones serian un problema. Es distinto hacer un proyecto en verano u en invierno, de día o de noche, … así que lo efímero es una manera muy precisa de intervenir en un espacio y un tiempo determinado. Esta relación espacio-tiempo se percibe mucho mejor si hay una fecha exacta de realización.
Para mi hacer instalaciones de breve duración es también una manera de enseñar la rapidez de la luz, la facilidad con que llena espacios enormes y los transforma inmediatamente y sin aparente esfuerzo.
¿Cree que esa fecha de caducidad aporta valor añadido a los proyectos? ¿Por qué?
Me encanta hacer proyectos de un solo día, por ejemplo, porque enfatizan la importancia del aquí y ahora. Esos momentos no se repetirán de la misma manera. En realidad, ningún momento nunca se repite, y esta manera de trabajar es también hacer visible la idea de tiempo y su relación con el espacio.
Hablando de instalaciones efímeras, ha participa en diversas ocasiones en el LlumBCN. ¿Qué opina de este tipo de festivales lumínicos?
Me gusta mucho que se vaya en la dirección de una poética de la luz, en lugar de instalaciones más llamativas. Con el pasar de las ediciones el público se ha familiarizado más con la idea de festival lumínico, y por eso estamos pasando de una feria a una exposición de arte en toda regla. Cada miga que se ponga para que enseñe el trabajo de diseñadores y artistas que trabajan con luz es más que bienvenida, y en el caso de los festivales podemos hablar de una miga muy grande ya que permite a miles de personas disfrutar de lo que hacemos y adentrarse con nosotros en nuestro mundo.
En una de sus instalaciones de la pasada edición ‘Cónica/Frontal’ quiso poner en evidencia la importancia del punto de vista para entender lo que nos rodea. ¿En qué consistió? ¿Cómo lo consigue?
Cuando miramos cogemos puntos de referencia para reconstruir el espacio que nos rodea, y según qué entendemos como principal, el espacio se desarrolla delante de nuestros ojos de una manera u otra. Trabajar con la jerarquía de la visión es muy interesante porque permite hacer que detalles se conviertan en protagonistas y al revés.
En el caso de Cónica/Frontal quería hacer una obra que encajara visualmente en el edificio y que enfatizara las proporciones del espacio expositivo. Era un sitio que se podía ver solo desde afuera, así que el espectador estaba limitado en la percepción, pudiendo ver la obra solo de un punto frontal. Entonces construí la intervención en manera que guiara el ojo desde el centro hacia los lados, para enseñar el espacio en su totalidad.
Un círculo rojo que aparecía y desaparecía cogía la atención, y su reflejo en movimiento trazaba el recorrido, encontrado en su camino texturas y dimensiones de la sala. De esta manera quien estaba de frente se fijaba poco a poco en todo lo que tenía delante, y por un momento esa sala cerrada se volvía uno con quien miraba.
En una segunda instalación, ‘Composiciones’, trabajaba los volúmenes de sus piezas de luz cinéticas de forma pictórica, aprovechando la cualidad inmaterial de la luz para alterar las dimensiones de los objetos. ¿De qué se trata?
Es muy importante para mí poder trabajar en unos marcos establecidos para poderlos romper.
Todo empezó con entender cuánto espacio ocupa una de mis esculturas, hasta dónde se calculan los límites para medir su tamaño. Y hay muchas más variables de ancho-alto-largo. Una de estas es el espacio que ocupa en nuestra percepción, ya que una escultura en movimiento parece ser más grande de lo que ocupa físicamente. El hecho que nos invite a seguir el recorrido en el espacio, hace que la idea que tenemos de ella sea mayor. Y medir esta dimensión es bastante complicado.
De aquí sale entonces la idea de desarrollar una serie de esculturas de pequeño tamaño pero que ocuparan lo máximo posible de espacio perceptivo. Una composición espacial de varios elementos reducidos al mínimo que llenasen todo la sala expositiva y entrasen en diálogo entre ellos.
Todas eran enfocadas hacia la pared de manera que cogiesen el sitio normalmente reservado a los cuadros, y así se pudiesen confrontar las medidas tradicionales con las perceptivas. La idea era iniciar la visión con las mismas intenciones de una pintura, para dar paso a una segunda mirada enfocada sobre el movimiento y así tener la percepción completa de cada obra, y luego del conjunto expositivo.
Para terminar, ¿cuáles son sus planes de futuro en relación a su trabajo?
Muchas de mis intervenciones siempre han requerido mi presencia para desarrollar e instalar un proyecto. Siempre decía que en mi maleta cabían más de 100 m2 de instalación y que yo viajaba con mi exposición. Ahora todo esto parece que va a cambiar, y estoy viendo como planear exposiciones que se puedan instalar en remoto, simplificando y racionalizando cada elemento para que se pueda reproducir de forma ideal sin complicar la logística. Y todo esto sin que mi poética del espacio no se pierda en la parte técnica.
