OPINIÓN
“Trabajamos sobre el objeto manifiesto y el diseño protesta”

Entrevista a Álvaro Catalán de Ocón

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Álvaro Catalán de Ocón lleva más de una década demostrando que la luz es mucho más que un elemento técnico: es poesía, tradición, conciencia medioambiental y responsabilidad social. Desde PET Lamp en Madrid ha construido un ecosistema que une diseño contemporáneo, artesanía ancestral y reutilización de residuos plásticos, para crear piezas únicas con un importante compromiso, como nos explica en la siguiente entrevista.

¿Cómo se definiría?

Profesionalmente, soy un diseñador industrial, pero me considero más creador, sin tratar de invadir ninguna otra profesión. Bebo mucho de otras aguas como la arquitectura, la escultura, las artes... Realmente, el diseño es cómo materializo mis ideas, pero también soy autoproductor, que es otra forma diferente de hacer diseño tocando más de pies en el suelo. Tengo como esas dos vertientes, la parte más abstracta y acercándome a otras áreas de investigación creativa; pero por otro lado soy consciente de la industria, fabricar, distribuir, comunicar…

Álvaro Catalán de Ocón en su showroom de PET Lamp en Madrid
Álvaro Catalán de Ocón en su showroom de PET Lamp en Madrid.

Sin duda, la iluminación forma parte de su ADN.

La primera pieza que hice en la universidad, que luego salió en producción, fue una luminaria y, a partir de ahí, fui encadenando proyectos. Además, una luminaria tiene magia porque es muy abstracta, pero muy concreta a la vez. Por un lado, estás jugando con la luz y, por el otro, te centras en lo que sujeta esa fuente de luz. Esas dos vertientes me funcionan porque, por un lado, está el componente más poético e inmaterial, pero también es una pieza técnica porque requiere una tecnología, electricidad, normativa…

¿Cómo conjuga estas dos condiciones, la parte más artística que sería el diseño de una luminaria con su adaptación normativa?

La fuente de inspiración en el diseño siempre han sido los nuevos materiales y las nuevas tecnologías. Siempre están surgiendo nuevas fuentes de luz, de la incandescencia al halógeno, ahora el LED… que son como fuentes de inspiración para los diseñadores. Me encanta resolver técnicamente los productos y ese es el contrapunto que hacemos con la manualidad extrema de los artesanos con los que trabajamos. No definimos el dibujo, el color a aplicar, la parte más ornamental de la pieza... y eso es lo que le da más fuerza al proyecto.

Yo me mantengo en el lado más conceptual y el artesano en la parte ornamental y decorativa, pero también antropológica, porque no ven esos dibujos como pura decoración, sino que tienen un significado dentro de su cultura.

Precisamente, la artesanía tiene un peso importante en PET Lamp por el cual se ha creado un ecosistema, cuyas creaciones son auténticas obras de arte.

Transmitimos esa autenticidad y eso me gusta porque realmente nos involucramos de lleno en el proyecto. Visitamos la comunidad y pasamos con ellos semanas o meses desarrollando el producto mano a mano y te das cuenta de la fuerza que tiene algo ancestral, que se lleva haciendo durante generaciones y que va cargando historias. Cada luminaria, además, es muy significativa porque varias personas trabajan con sus recursos, uniendo cada pieza de manera colaborativa. El trabajo manual tiene esa magia que tienes que sentirla.

Dos instantáneas del proceso de producción de las pantallas de PET Lamp que ponen en valor la artesanía
Dos instantáneas del proceso de producción de las pantallas de PET Lamp que ponen en valor la artesanía.

En este sentido, ¿existe una tendencia marcada por recuperar los orígenes?

Yo no reniego ni me parece equivocada la industria, creo que además es una responsabilidad, si la industria se utiliza bien, ya que afecta al ecosistema general. La artesanía puramente manual es algo más puntual, no llega tan lejos en cuanto al objeto, hay un límite siempre, pero creo que sí que hay una conciencia hoy en día hacia los procesos manuales. Además, con la inteligencia artificial lo artesanal va a resurgir inevitablemente y es lo que realmente va a ser más difícil de sustituir.

En paralelo al diseño de estas luminarias, en las cuales crean un ecosistema, también hay un compromiso social. ¿Qué nos puede explicar al respecto?

Para nosotros es muy importante generar un taller y mantenerlo activo mientras haya demanda del producto. Eso significa que el producto tiene que ser atractivo y contemporáneo y que encaje dentro del mundo occidental, que es donde luego se presenta el objeto. Pero también hay una organización detrás que da respuesta a esa demanda porque la artesanía se aprecia más fuera de los países donde se fabrica.

¿Cómo se gestiona este ecosistema productivo?

Desde el principio, este proyecto surgió de forma espontánea y me di cuenta que desde la organización de un estudio de diseño tradicional no era posible gestionarlo y vender el diseño a una empresa más grande. Además, por aquel entonces, en 2012 estaba muy mal visto autoproducirse. Entonces me di cuenta de que si este proyecto quería que saliese adelante y que además pudiera tener continuidad había que diseñar, además del objeto, un sistema en torno a él y me asocié con Sebastián Betanzos, en la parte empresarial, y con Enrique Romero de la Llana, que lleva la parte de producción, en cambio yo estoy más focalizado en diseño. Estas tres patas eran fundamentales para que el producto pudiera existir. No solo bastaba con diseñarlo, sino todo lo que rodea al objeto.

¿Se atrevería a cifrar cuántos empleados artesanos tiene PET Lamp por todo el mundo?

Es difícil, pero creo que en torno a un centenar. Lo más bonito del proyecto es que nosotros cuando hacemos un taller lo hacemos con pocos artesanos porque el producto tarda en entrar en el mercado. Si la producción crece, estos artesanos se convierten en los maestros y empiezan a contratar a otros artesanos. Con lo cual se genera una microempresa. Pero voy más allá porque generalmente es un trabajo familiar y acaba implicando a una comunidad.

La particularidad de este tipo de piezas es que son exclusivas y únicas.

Trabajamos mucho sobre la serialización de piezas únicas. Establecemos una metodología, una manera de convertir una botella de plástico en una lámpara, y luego el artesano le aplica sus motivos, sus dibujos, sus colores… y le damos la libertad porque cómo vamos a definir nosotros mejor los colores que un artesano que lleva toda la vida haciéndolo y que transmite generación tras generación.

¿Y un taller en España con su cultura y tradición?

Desde aquí centralizamos la parte de diseño de estas luminarias. Cuando nos llega una pantalla, el artesano no hace un producto terminado. Es importante cómo colaboramos con ellos, ya que no actuamos como intermediarios porque no estamos comprando un producto terminado, sino que fabrican un componente de una pieza, que es la pantalla, que cuando llega a nuestro taller se termina también de forma bastante artesanal, de ahí que la producción sea a pequeña escala.

Hasta la fecha, se han vendido más de 25.000 luminarias. ¿Cuál es la capacidad productiva de la empresa?

Podríamos asumir 300 o 400 unidades de distintos modelos. Es un sistema que te puedes adaptar a la demanda. No podemos predecir cuándo nos va a entrar un pedido y, sin embargo, cumplir con los plazos es una estrategia que en estos talleres se convierte en casi un fenómeno comunitario.

También es importante destacar que trabajamos bajo stock para otorgar al artesano una regularidad de producción. De este modo, podemos dar respuesta de forma más rápida al mercado.

Otro de los aspectos remarcables es que trabajan con materiales de proximidad.

Trabajamos sobre cestería más que tejido, cuyas fibras tienen más consistencia y la lámpara se estructura mejor porque ya lo intentamos con algodón y lana. Las luminarias que más se venden son las de Paja Tetera de Colombia, que son como una palmera, y las tailandesas de bambú porque son muy rígidas; mientras que las de Ghana destacan las de ‘elephant grass’ que se usan para el pasto de elefantes.

Gurunsi es una de las piezas más icónicas de Álvaro Catalán de Ocón
Gurunsi es una de las piezas más icónicas de Álvaro Catalán de Ocón.

Además del compromiso social, existen una concienciación medioambiental y para la creación de las luminarias se usan residuos PET. ¿Cómo surgió esta idea de reciclar este tipo de material?

El proyecto surge para dar conciencia de los residuos plásticos en el Amazonas colombiano. Y, claramente, crear conciencia no resuelve el problema que es demasiado amplio con un proyecto de diseño, pero sí usando el poder de comunicación del diseño, se puede llegar muy lejos. Hemos comunicado a millones de personas sobre este proyecto en medios de comunicación, galerías, exposiciones… y ha dado la vuelta al mundo.

Es cierto que ahora todo el mundo habla de esta preocupación, pero en el 2012 no se comentaba tanto, no se tenía esa conciencia. De hecho, surge de pensar que el Amazonas era un lugar virgen, una selva totalmente salvaje, llena de animales, pero la realidad es otra porque vas al Amazonas y en gran parte se ha convertido en un vertedero. Los grandes ríos se han convertido en vertederos y ese plástico se viene arrastrado a los océanos. Ya por aquel entonces se estaba hablando del séptimo continente, que era una isla de residuos que se concentran en una zona del Océano Pacífico y Atlántico. Trabajamos en concreto sobre este problema, analizando las posibilidades que teníamos para poder dar una respuesta y decidimos, en lugar de reciclar, porque no había industria del reciclaje, reutilizar y en lugar de utilizar la industria, que hubiese sido lo natural para nosotros, utilizar la artesanía, que es mucho más natural en la zona y mucho más rica.

Como una integración de un problema que es el plástico con la artesanía.

Así es, para convertir la botella de plástico en la urdimbre sobre la que tejer una trama y, sobre todo, en la conexión entre el sistema eléctrico y la pantalla, que siempre es un problema en una lámpara. Normalmente, se utiliza una varilla de metal, pero es un elemento como muy exento, crea una sombra, tiene una rigidez distinta al tejido… En este contexto la botella se prestaba perfecta porque era flexible, transparente, tiene una sujeción a través de una rosca y un tapón muy eficiente y muy útil, tiene unas marcas del molde que se pueden seguir, tiene una horizontal y una vertical perfecta...

Tiene unos elementos con los que poder jugar y eso se convirtió como base del proyecto en la conexión entre el componente eléctrico y la pantalla. Además, siempre tenía la voluntad de que este objeto se convirtiese en un manifiesto porque tú ves la lámpara y ves la botella. Está ahí, aunque hay mucha gente que compra la lámpara sin ver la botella. Esa es la fuerza del diseño contemporáneo, visual, fotogénico… Pero hay una botella que te manda un mensaje. Es como trabajar sobre el objeto manifiesto y sobre el diseño protesta.

A la izquierda, Bolgatanga; y a la derecha, The Collection, algunas de las piezas diseñadas desde PET Lamp
A la izquierda, Bolgatanga; y a la derecha, The Collection, algunas de las piezas diseñadas desde PET Lamp.

Un proyecto con un fuerte compromiso social y medioambiental

PET Lamp construye su ecosistema a partir de la creación de microtalleres en lugares estratégicos y con una fuerte tradición artesanal. En zonas de Latinoamérica como Colombia o Chile, pero también en países africanos como Ghana e incluso Australia, se fabrican a mano las pantallas de las luminarias de la marca.

La elección de los colores y los motivos artísticos son decisión de cada taller que perpetúan, de esta manera, un legado  ancestral y que se transmite generación tras generación.

Los diseños artesanos son tendencia y, gracias a este proyecto social, se consigue crear un ecosistema empresarial en zonas rurales en zonas estratégicas del planeta.

Pero el compromiso es doble, ya que también se pretende dar salida a las toneladas de plástico, en especial de los envases PET, que se generan a diario en los países más desarrollados y que,en la mayoria de los casos, acaban en el mar. Las luminarias de PET Lamp integran los cuellos de las botellas como portalámparas, fundiéndose de forma orgánica con las pantallas fabricadas artesanalmente en los talleres comunitarios, para crear piezas exclusivas y con un alto contenido decorativo.

¿En el estudio mantienen la misma filosofía con otros diseños?

Las alfombras tratan el mismo tema al utilizar un hilo de plástico, de botellas recicladas de plástico, que cuando lo ves parece lana. La idea era, ya que el material no habla, de hecho, habla erróneamente, parece lo que no es, hagamos un objeto que hable, que cuente la historia de ese material del que está hecho. La idea es recrear esos ríos y uno de estos diseños se centra en el Ganges, que es el sexto río más contaminado en plástico del mundo. Esa alfombra se fabricaba con material recogido de la zona, reciclado y convertido en hilo por la industria del reciclaje y luego convertido en una alfombra por artesanos de la zona. El mensaje es que ese plástico vuelve a Europa, porque generalmente esos plásticos además no son locales, sino que son plásticos de residuos que se compran en países desarrollados. En cierta manera, el proyecto trata el mismo tema que PET Lamp, pero desde una perspectiva diferente.

¿No tiene la sensación que se le exige un compromiso medioambiental al sector de la iluminación ? ¿Cuál es su opinión al respecto?

A nivel técnico es muy exigente y con razón por la responsabilidad de estas piezas eléctricas. A nivel regulación me planteo desde el diseño de la iluminación porque va demasiado vinculado con la obsolescencia de la tecnología. Cuando diseñas una lámpara para una bombilla específica halógena, como hice con la Flaca, en el momento en que esa bombilla queda obsoleta, la luminaria también. Y de repente aparece el mundo LED y empezaron a aparecer los módulos LED específicamente hechos para una lámpara específica.

Cuando ese LED se fundía había que tirar toda la pieza. Entonces, es más eficiente porque consume menos, pero cuando se funde el LED hay que tirar la pieza entera. Ahí es donde, por ejemplo con PET Lamp, decidimos no depender del casquillo. Son casquillos E27, E14 donde enroscas una bombilla que se va adaptando a la tecnología. Antes podías enroscar una bombilla halógena o incandescente, ahora esas bombillas son LED o fluorescentes. De este modo, la lámpara crece, sigue vigente independientemente de los avances tecnológicos en el mundo de la iluminación.

El objetivo es generar los menos residuos posibles.

El mundo LED al final consume menos, pero una bombilla LED es mucho más difícil de reciclar. Y, además, una bombilla LED va cambiando el tono en su vida útil. Si, por ejemplo, tienes un pasillo con 20 bombillas y se funde una, se va a notar y tienes que reemplazar las 20 bombillas. Hay muchos temas dentro de esa normativa que fallan.

En este sentido, ¿con las nuevas tecnologías las luminarias se perciben diferente?

Con esa decisión de definir el portalámparas damos libertad también al cliente porque no queremos ser tan impositivos en ese sentido. La entregamos con una bombilla, con una calidad y un tono de luz recomendados, pero luego el cliente puede poner la que más se adapte a su estilo de vida.

Detalle del stand de PET Lamp en la edición 2025 de Euroluce
Detalle del stand de PET Lamp en la edición 2025 de Euroluce.

¿Qué ha supuesto para usted su participación en varias ediciones en SaloneSatellite de Milán en su carrera profesional?

Llegué a Milán en el 2000 y el SaloneSatellite era la meca absoluta. Era el lugar en el que había que estar. El mundo del diseño era mucho más pequeño a nivel internacional. Cuando fui a estudiar a Milán ya veía la fuerza que tenía el evento con Marva Griffin y, precisamente, el SaloneSatellite era para dar el salto de la universidad a la industria, porque presentabas una propuesta a través de un prototipo que luego veía la industria y si le interesaba la producía y, al año siguiente, la veías en la misma feria, pero en el lado expositivo.

Tras pasar por Londres y Barcelona, en 2007 me presenté por primera vez al SaloneSatellite que era como un máster porque te tocaba hacerlo todo: idear el producto, prototiparlo, presentarlo, comunicarlo, montarlo…. Ese año fui con Francesco Faccin, un amigo de la Universidad de Milán; y en 2010 repetimos otra vez y ahí fue cuando ganamos el primer premio. Fue interesante porque centramos el producto con una clara intención. Incluso el diseño expositivo se ideó a partir de residuos de otros stands de la propia feria. Fue el pistoletazo de salida. A raíz de ahí, fui a Rosana Orlandi, que fue mi galerista desde 2012, que me abrió el camino a la autoproducción y a una forma de crear productos, no necesariamente de forma industrial.

Una carrera que le ha llevado, en esta edición 2025, a disponer de stand propio en Euroluce, la bienal de iluminación de Salone Milan.

Hemos estado en ferias como Maison&Objet, Frankfurt… pero Euroluce es la madre de las ferias de iluminación. Es interesante porque nuestro producto en Euroluce no hubiese encajado hace unos años y ahora empieza a abrirse a este tipo de propuestas. Se está viendo la necesidad de entender que se puede crear de otra forma. Siempre hemos tenido un poco el complejo de si nuestra propuesta es demasiado hippy, pero ahora es tendencia.

Un poco se han adelantado en el tiempo.

Siempre vimos, desde el inicio, que competíamos con empresas como Artemide, pero a nuestra manera. Venían clientes muy potentes que adquirían luminarias de primeras marcas porque iban a poner una gran cantidad en sus proyectos, pero, en cambio, en la cafetería querían colocar una PET Lamp, porque otras marcas no podían hacer un producto como el nuestro.

Sus piezas no son estáticas y pueden estar tanto en el hogar como en el sector contract, un sector en constante crecimiento en los últimos años. ¿Cómo percibe este mercado?

Es curioso porque solemos entrar al mercado a través del contract. Esto es muy interesante porque miles de personas conviven con nuestras luminarias en espacios contract y cuando la ve un particular se la imagina en su casa y la adquiere. Este es el proceso natural de PET Lamp.

“Una luminaria tiene magia porque es abstracta, pero muy concreta a la vez. Por un lado, estás jugando con la luz y, por el otro, te centras en lo que sujeta la fuente de luz”.
“La inteligencia artificial hará resurgir lo artesanal porque es lo más difícil de sustituir”
“En iluminación es clave no depender de la obsolescencia tecnológica”
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