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Una fertilización racional debe optimizar la aplicación de fertilizantes evitando en lo posible los efectos adversos provocados por un exceso de abonado

Fertilización mineral del olivar

Victorino Vega, Juan Carlos Hidalgo, Javier Hidalgo Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria (IFAPA). Centro 'Alameda del Obispo', Córdoba14/05/2018
La fertilización es una práctica de cultivo generalizada en el olivar. Además de ser un factor importante de las producciones y costes del cultivo, también tiene un papel relevante en la calidad del aceite o aceituna de mesa, respuesta ante factores bióticos y abióticos, potencial agente contaminante, etc. La falta de criterio técnico a la hora de planificar la fertilización del olivar hace que, en numerosas ocasiones, se realicen aportaciones excesivas de algunos elementos, como el nitrógeno, y en otros casos, no se lleguen cubrir las necesidades del cultivo, como en el caso del potasio. Una fertilización racional debe optimizar la aplicación de fertilizantes evitando en lo posible los efectos adversos provocados por un exceso de abonado, teniendo siempre en consideración aspectos tan importantes como la capacidad productiva de la plantación y la disponibilidad de agua y los posibles nutrientes disueltos en la misma, la fertilidad del suelo y el estado nutritivo de los olivos, determinantes a la hora de encontrar respuesta productiva.

La capacidad productiva de la plantación es un factor decisivo a la hora de encontrar respuesta productiva al abonado. En olivares con baja productividad las necesidades nutritivas pueden estar cubiertas por la mineralización de la materia orgánica del suelo, por las aportaciones del agua de lluvia y de riego y por la riqueza en elementos nutritivos presentes en el complejo de cambio del suelo. Sin embargo, en olivares con alta capacidad productiva, normalmente asociados a plantaciones en regadío, las necesidades nutritivas pueden superar notablemente la capacidad de abastecimiento del árbol por dichos medios, y por tanto, comprometer a corto-medio plazo la sostenibilidad de dichos niveles productivos.

Desde el punto de vista de la programación de la fertilización, el análisis de suelo es una herramienta muy útil que nos permite conocer la disponibilidad de elementos que pueden ser asimilados por la planta, así como las características físico-químicas del mismo que pueden incidir en el comportamiento de los fertilizantes. No obstante, en olivares de riego la fertilidad del suelo pierde, en términos relativos, la importancia que puede tener en los métodos tradicionales de abonado, al localizarse la aplicación de agua y fertilizantes en unas zonas muy concretas bajo los emisores (bulbos húmedos).

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El análisis foliar permite diagnosticar el estado nutritivo de la plantación integrando la respuesta a la fertilización durante un periodo de tiempo e informando de la absorción real de nutrientes por la planta, de la existencia de carencias o excesos nutricionales, de posibles antagonismos entre elementos. Al mismo tiempo, permite evaluar las reservas disponibles de aquellos elementos que son móviles en la planta. Con carácter general, en olivar se recomienda realizar el análisis foliar con una periodicidad anual, efectuando la toma de muestras durante el mes de julio.

El análisis de savia aporta información a tiempo real de lo que está aconteciendo en todo el sistema suelo-planta. En el caso del olivo se está introduciendo su empleo pero no se cuenta en la actualidad con un protocolo estandarizado detallado de extracción de muestra (presión de prensado o manejo de brotes en cámara de Schölander por ejemplo) así como valores de referencia a utilizar, aspectos básicos para su utilización. Esta analítica junto a la información complementaria aportada por los análisis de la disolución del suelo obtenida mediante sondas de succión o bien por medio del extracto de la pasta saturada resultará sumamente útil para llevar un control exhaustivo de la fertilización en el olivar, sobre todo el cultivado en condiciones de riego.

La fertilización en el olivar de secano frente al de regadío

En olivar de secano la práctica de la fertilización está muy condicionada por la pluviometría. Para que los fertilizantes aplicados pasen a la disolución del suelo o sean retenidos en la matriz del mismo y conseguir una aceptable eficacia en el uso de dichos abonos es necesaria el agua de lluvia. Por lo tanto, el abonado al suelo debe realizarse cuando se prevean lluvias en los días sucesivos a la aplicación, y a ser posible, que tales precipitaciones no sean de tal intensidad que puedan producir escorrentías y arrastre de los fertilizantes, sobre todo en el caso de los nitrogenados. Por otra parte, hay que tener en cuenta, que para que los fertilizantes sean absorbidos por el árbol, éste debe tener cierta actividad radicular. Cuando existen bajas temperaturas las raíces ralentizan ostensiblemente su crecimiento y capacidad de absorción y por lo tanto la aplicación de abono va a ser menos eficiente. Además, hay que tener en cuenta el tipo de abono que se emplea, puesto que en función de su naturaleza y composición química su transformación a formas asimilables para el olivo se ralentizará en mayor o menor medida. En resumen, hay que esperar a que las temperaturas comiencen a subir, que se esperen episodios de lluvia de cierta intensidad, y emplear una fórmula de abono adecuada.

En numerosas ocasiones, sobre todo en años secos y suelos muy calizos, la fertilización foliar puede ser un sistema muy eficiente para el suministro de nutrientes al olivo, si bien no todos los elementos son bien absorbidos a través de la hoja. El N y el K se absorben muy bien cuando son aplicados por este método y el P lo hace de manera aceptable. Por el contrario, elementos como el Ca y Fe son muy mal absorbidos foliarmente. Por su parte, elementos como el Mg, Zn, Mn, B, Cu y Mo presentan una absorción media o escasa.

Sintomatología en hoja de olivo de la deficiencia en potasio. Arriba hojas con zonas necróticas (con deficiencia en K)...
Sintomatología en hoja de olivo de la deficiencia en potasio. Arriba hojas con zonas necróticas (con deficiencia en K). Abajo hojas de olivos testigo (sin deficiencia).
Los olivares de regadío suelen incrementar notablemente sus producciones respecto a los olivares de secano. La fertilización en este tipo de olivares es fundamental si se quieren mantener unas producciones elevadas a lo largo del tiempo y disminuir la alternancia de las mismas (vecería). Al disponer de instalación de riego, lo más recomendable es aplicar el abono simultáneamente con el agua, mediante la técnica de la fertirrigación. Conviene realizar el mayor fraccionamiento de las dosis de fertilizantes que permita la instalación, procurando repartirlos durante toda la campaña de riegos (Figura 1) y durante la práctica totalidad del tiempo que dure cada uno de los riegos. De esta forma se mejora la eficiencia en el uso de los fertilizantes respecto al abonado tradicional, realizado de forma discontinua a lo largo del periodo de riegos.
Figura 1...
Figura 1. Aportaciones mensuales de N–P–K a lo largo de la campaña anual de fertirrigación (15 abril – 15 octubre), expresado en porcentaje de la dosis total anual. * Riego 15 días al mes.

Fertilización nitrogenada

El nitrógeno (N), elemento esencial en la fertilización del olivar, induce una rápida reacción del árbol, acelerando la actividad vegetativa y el desarrollo de la planta. Este elemento es muy móvil dentro de la planta, traslocándose con rapidez a tallos, hojas y flores/frutos.

La obtención de una buena producción y una adecuada calidad del fruto implica, entre otros factores, una correcta disponibilidad de N en el suelo. Un exceso de N puede provocar una disminución de la producción y de su calidad, una mayor sensibilidad a enfermedades y un retraso de la maduración. Por el contrario, una deficiencia en este nutriente puede provocar una reducción del número de frutos por árbol, un tamaño pequeño de las aceitunas, una maduración excesivamente precoz y acentuar la caída prematura de frutos.

En los suelos agrícolas el aporte de N proviene de la mineralización de la materia orgánica más las aportaciones del agua de lluvia, pudiendo no ser suficientes para suplir las necesidades de un olivar altamente productivo. Aunque en determinadas ocasiones el nitrógeno depositado en el suelo por la lluvia puede tener un papel importante, esta cantidad es relativamente poco relevante en la fertilización de olivares con elevadas producciones. Trabajos realizados en el Valle del Guadalquivir (Ordóñez y col., 1992; Polo y col., 1997; Fernández Escobar y col., 2012) evalúan dicha aportación anual en una cifra media que oscila entre 8-10 kg/ha, observándose una marcada variabilidad interanual, lo que añade una gran incertidumbre a este tipo de aportación en la programación del abonado en este tipo de olivares. La cantidad de N mineralizado a partir de la materia orgánica del suelo está condicionado por la cantidad total de materia orgánica y las características texturales y estructurales del suelo, así como las condiciones climáticas que condicionan su temperatura y contenido de humedad y las prácticas de fertilización nitrogenada realizadas, por lo que el rango en los valores observados puede ser muy amplio. Por ejemplo, para contenidos del 1% de m.o., unos valores medios, en nuestras condiciones edafoclimáticas, pueden estar comprendidos entre los 10-12 kg N/ha para suelos de textura fina (arcillosos) y los 22-25 kg N/ha para los de texturas gruesas (arenosos) (Espada, 2004), valores que pueden ser modificados por las prácticas de fertilización, e incluso presentar valores negativos (desnitrificación) en campos sobrefertilizados (Fernández Escobar y col., 2011).
Sintomatología en hoja de olivo con deficiencia en Ca. Derecha hojas con deficiencia en Ca. Izquierda hojas de olivos testigo (sin deficiencia)...
Sintomatología en hoja de olivo con deficiencia en Ca. Derecha hojas con deficiencia en Ca. Izquierda hojas de olivos testigo (sin deficiencia).

En trabajos realizados en olivar de secano en Andalucía, Navarro y col. (2003) y Fernández Escobar y col. (2009) no encontraron respuesta a la aportación de N cuando los niveles de este elemento en hoja en el mes de julio se situaban por encima del nivel adecuado (>1,5% s.m.s. en muestreo realizado en el mes de julio), concluyendo que en tales casos no es necesaria la aplicación de fertilizantes nitrogenados. En cambio, Ortega Nieto (1964) y Ferreira y col. (1986) aplicando dosis moderadas de N, sí habían obtenido respuestas al abonado N cuando trabajaban con árboles que tenían nivel productivo medio/alto, especialmente en los años de adecuada pluviometría. Estos autores basándose en trabajos realizados en distintas comarcas olivareras andaluzas recomendaron para el olivar tradicional de secano dosis de N de mantenimiento entre 0,6 y 1,0 kg N/olivo, dependiendo dichas dosis de la producción media de la plantación (menos de 25 y más de 35 kg aceituna/olivo, respectivamente).

En muchas ocasiones la aplicación foliar del N ha demostrado ser muy eficaz en los olivares en secano, más que el abonado convencional al suelo (Pastor y col. 2005). La aportación foliar de urea al 2-3 % ha proporcionado resultados interesantes en la nutrición del olivo cuando no se abona el suelo con N. Se ha comprobado un efecto sinérgico sobre la absorción foliar de otros nutrientes, como el potasio, bastando en este caso con emplear concentraciones de urea mucho más bajas (un 1,0 % puede ser suficiente) para conseguir una buena respuesta a la fertilización potásica.

En olivar de regadío en California (EE UU), utilizando sistemas de riego no localizado (fundamentalmente riego a pie), Hartmann y col. (1986) no encontraron una respuesta evidente a la aportación de nitrógeno cuando el estado nutritivo del árbol era adecuado, por lo que dichos autores concluyeron que en este caso podía suprimirse temporalmente el abonado nitrogenado hasta que el contenido en hoja no descendiese por debajo del mencionado nivel umbral, añadiendo que en suelos menos fértiles podría ser arriesgado suprimir el abonado N de mantenimiento.

En olivar de riego por goteo y en plantación intensiva Troncoso y col. (1997) mencionan que se obtuvieron buenos resultados empleando 580 g/olivo de N en fertirrigación, fraccionando la dosis de N a lo largo de toda la campaña de riego.

Desde el año 2003, el equipo de trabajo del IFAPA Alameda del Obispo, y siguiendo la metodología propuesta por Pastor (2005), ha desarrollado un ensayo de campo de larga duración en olivar adulto intensivo en regadío altamente productivo, de la variedad 'Picual', tratando de establecer las dosis y momentos óptimos de aplicación de nitrógeno en fertirrigación. Los resultados obtenidos (Figura 2) han puesto de manifiesto que aportaciones próximas a 5-6 g N/kg de aceituna (lo que representa un aporte medio de 67-81 kg N/ha para las condiciones del ensayo), han conseguido incrementos de producción del 18%, a pesar de que los niveles de nitrógeno en hoja en el mes de julio se situaban por encima de los umbrales adecuados en todos los tratamientos. Dosis superiores de nitrógeno no han conseguido mejorar las producciones y en cambio ha disminuido la calidad de los aceites obtenidos, fundamentalmente reduciendo el contenido en polifenoles totales y estabilidad oxidativa, hecho también constatado por Fernández-Escobar y col. (2006) y Morales y col. (2007).

Figura 2...
Figura 2. Producción de aceituna en función de las aportaciones de nitrógeno realizadas mediante fertirrigación durante todo el tiempo de riego y a lo largo de toda la campaña de riegos.

Las técnicas de fertirrigación en los olivares con riego por goteo permiten aplicar el N en función de la demanda del árbol y junto con el agua de riego, sin tener que depender de un factor climático tan errático como es la lluvia, consiguiendo así, unas mayores eficiencias de la aplicación del fertilizante. Es muy recomendable fraccionar al máximo la dosis anual de N a aplicar, fijando la cuantía de la aplicación en función de la demanda del cultivo en cada uno de los momentos del ciclo anual, aportándolo en todos y cada uno de los riegos, y durante la totalidad del tiempo de riego. Si se aplica este criterio, la eficiencia de las aplicaciones aumentará significativamente, se evitaran pérdidas de N y contaminación de aguas por lixiviación de nitratos (Baena y col., 2005)

La utilización de fertilizantes recubiertos de polímeros, y sobre todo, los de liberación lenta o estabilizados con inhibidores de la nitrificación o la ureasa, están siendo utilizados en el olivar en los últimos años. Existen escasos trabajos (la mayoría utilizando DMPP) sobre el efecto de las aplicaciones en olivar. Trabajos realizados por Casar y col. (2009) en olivar fertirrigado ponen de manifiesto su efecto positivo sobre la producción.

Fertilización fosfórica

El fósforo (P) es un elemento imprescindible para la vida vegetal, interviniendo en los procesos de división celular, desarrollo de tejidos y transporte de la energía captada en la fotosíntesis.

La deficiencia o carencia de fósforo suele ser poco frecuente en olivar. Sin embargo, en ocasiones en Andalucía pueden observarse bajos contenidos de P en hoja en suelos ácidos, deficiencias que pueden ser debidas a bajos contenidos de fósforo asimilable en el suelo. También se han encontrado niveles bajos de P en olivares que vegetan en suelos calizos con niveles bajos P asimilable, por lo que árboles muy productivos pueden acabar mostrando niveles bajos de este elemento en hoja cuando se realiza el análisis foliar, produciéndose finalmente intensas defoliaciones que empiezan a manifestarse en las ramas más viejas y en las zonas de las fincas en las que el suelo es de peor calidad (más calizo, menos profundo). La manifestación de esta sintomatología es especialmente preocupante en los años secos, afectando incluso a los olivares de regadío, lo que hace que sea recomendable la adopción de medidas correctoras. Cuando se han observado niveles bajos de P en hoja, es normal que simultáneamente se observen niveles relativamente bajos de N. En regadío se puede corregir empleando un adecuado abonado N-P, mientras que en secano se puede recurrir a aplicaciones foliares de fosfato monoamónico o fosfato monopotásico (2,0 %). En terrenos calizos las aplicaciones convencionales de fósforo al suelo suelen ser poco eficaces, siendo su rentabilidad normalmente baja, y solo a largo plazo se pueden obtener resultados apreciables (Ferreira y col., 1986).

El empleo de inhibidores de la nitrificación puede mejorar la absorción de P debido a una mejora de las condiciones de la disolución del suelo como consecuencia de una reducción del pH.

La fertilización P no es aplicada con carácter general en olivar. Sin embargo, diversos trabajos (Erel et al. 2013) ponen de manifiesto que la producción mejora a medida que lo hace el contenido foliar. Se ha encontrado una correlación positiva entre el contenido de P en hoja y el cuajado y número de frutos en recolección. La intensidad de floración, un aumento del número de flores por inflorescencia así como a un mayor número de flores perfectas aumentan a medida que lo hace el P en hoja.

Vega y col. (sin publicar) han observado una respuesta similar en un ensayo de campo a largo plazo iniciado en 2015.

Panorámica de un olivar adulto fertirrigado de 30 años de edad en el momento de su recolección para aceituna de mesa. Variedad ‘Hojiblanca’...

Panorámica de un olivar adulto fertirrigado de 30 años de edad en el momento de su recolección para aceituna de mesa. Variedad ‘Hojiblanca’. Producción 21 t/ha.

Fertilización potásica

A nivel fisiológico, el potasio juega un papel importante en la acumulación de hidratos de carbono y grasas en los frutos, así como en los procesos de transpiración y movimiento de agua en la planta, regulando el mecanismo de apertura y cierre de estomas. La mayor demanda de K se produce a medida que se desarrollan los frutos (Figura 3), que acumulan grandes cantidades de este elemento durante el período de maduración, pudiendo ocasionar deficiencias temporales de K, incluso en suelos relativamente bien provistos de este nutriente.
Figura 3...
Figura 3. Evolución del contenido de potasio en frutos de olivo en árboles en carga con riego por goteo de la variedad 'Picual' en la Finca Alameda del Obispo-Córdoba.

En Andalucía un gran porcentaje de los olivares vegetan sobre suelos calizos y arcillosos. Estos suelos, aun siendo muy apropiados para el cultivo del olivo, pueden inducir algunas anomalías desde el punto de vista nutritivo. Por ejemplo, es frecuente encontrar deficiencias en potasio en este tipo de suelos, sobre todo tras años sucesivos de grandes cosechas.

La respuesta del olivar a la aplicación de fertilizantes potásicos depende de las características físico-químicas del suelo, la pluviometría de la zona, la tipología de olivar y, por supuesto, del modo de aplicación del abonado.

En olivar de secano en suelos calizos y arcillosos el abonado convencional con K no suele ser muy eficiente a corto plazo (Ferreira y col., 1986), aunque a largo plazo si se pueden obtener resultados interesantes en olivares con un cierto nivel productivo. En experimentos de campo de larga duración realizados en varias localidades de Andalucía, dichos autores observaron que cuando se empleaba una fórmula de abonado N-K se obtenían mejores producciones que cuando los árboles se abonaban únicamente con N.

Las aplicaciones foliares pueden ayudar a corregir las carencias de potasio en suelos calizos y arcillosos (tanto en riego como en secano), y contribuyen a aportar a la planta una parte importante de las necesidades. Dichas aplicaciones foliares suelen realizarse con nitrato potásico, cloruro potásico o sulfato potásico a concentraciones de 1,5 a 2,5% p/v aplicadas en primavera, verano y otoño aprovechando los tratamientos fitosanitarios (repilo y prais). En un experimento de campo realizado durante 6 años en Córdoba en un olivar intensivo (6x6 m) regado anualmente con 1.500 m3/ha de agua, en el que no se aplicaron fertilizantes al suelo, Pastor y col. (2005) encontraron respuesta a la aplicación foliar de K (Figura 4). Los abonos empleados fueron nitrato potásico (NK), sulfato potásico (SK) y cloruro potásico (ClK), realizándose anualmente 3 aplicaciones (primavera, verano, otoño).

Figura 4. Respuesta del olivar de riego a aportaciones foliares con diferentes abonos potásicos
Figura 4. Respuesta del olivar de riego a aportaciones foliares con diferentes abonos potásicos.

No obstante, cuando el potasio se aplica en fertirrigación, aún siendo menos móvil en el suelo que el nitrógeno, es capaz de desplazarse en profundidad y ser absorbido por las raíces de la planta una vez que se va saturando el complejo de cambio, lo cual es relativamente rápido si se tiene en cuenta que a lo largo de la campaña se aporta una gran cantidad de fertilizante en un volumen de suelo relativamente pequeño (el bulbo húmedo).

En fertirrigación y en plantación intensiva Troncoso (1994) recomienda el abonado con 250 a 350 g/olivo de K2O anualmente.

En 2006 y durante 8 años, el equipo de trabajo del IFAPA Alameda del Obispo, y siguiendo nuevamente la metodología propuesta por Pastor (2005), ha llevado a cabo un ensayo de campo de larga duración en olivar adulto intensivo (208 olivos/ha) en regadío, de la variedad 'Manzanilla de Sevilla', tratando de establecer las dosis y momentos óptimos de aplicación de potasio en fertirrigación. Los resultados obtenidos (Figura 5) mostraron una rápida respuesta productiva, frente al testigo no abonado, de este tipo de aplicaciones para todas las dosis de abonado estudiadas. En este caso, la dosis óptima propuesta (equivalente a 12,1 g K2O/kg de aceituna) ha conseguido un incremento medio de cosecha del 24%, equivalente a 1.248 kg/ha y año. La aplicación de la mitad de la dosis propuesta ha supuesto un incremento productivo respecto al control no abonado. Dosis superiores de potasio no han conseguido mejorar las producciones respecto a la dosis óptima.

Figura 5. Producción de aceituna en función de las aportaciones crecientes de potasio realizadas mediante fertirrigación...
Figura 5. Producción de aceituna en función de las aportaciones crecientes de potasio realizadas mediante fertirrigación.

Conviene destacar que los datos anteriores corresponden a olivar de aceituna de mesa, en el que la recolección se realiza a finales de septiembre o principios de octubre. Las aceitunas en ese momento no han completado el proceso de maduración y formación de aceite, por lo que el consumo de potasio por parte del fruto no es tan elevado como en olivar de almazara. En tipo de olivar, consideramos que la dosis óptima de potasio puede oscilar entre 15 y 18 g K2O/kg.

Otros elementos

A la hora de realizar el programa de fertilización para el resto de macronutrientes (Ca, Mg y S), como primera aproximación, es importante atenerse a los resultados de los análisis foliares, tomando en general la decisión de aportarlos solamente cuando el nivel de estos nutrientes en hoja esté por debajo del adecuado. El agua de riego y el suelo suelen cubrir con creces, en una amplia mayoría de situaciones, las necesidades del cultivo.

Dentro de los elementos denominados micronutrientes (Zn, Mn, Fe, B, Mo, Cu), merece una mención especial el caso del hierro (Fe), ya que su carencia es frecuente en algunas zonas del olivar andaluz, en particular en olivares cultivados sobre suelos muy calizos o en los regados con aguas con altas concentraciones de bicarbonatos. La sintomatología de esta carencia, clorosis férrica, es muy específica y se produce porque en estos suelos el Fe se encuentra en formas no asimilables para la planta, agravándose el problema por el exceso del ión bicarbonato en el sistema agua-suelo-planta.

El análisis foliar no es eficaz para diagnosticar la deficiencia en hierro, ya que es frecuente la acumulación de formas insolubles de hierro en hojas cloróticas debido a la escasa movilidad del Fe en la planta. Por tanto el diagnóstico de esta carencia deberá realizarla una persona experta en función de los síntomas visuales, o mediante medidas del contenido en clorofila en hojas o en su defecto mediante determinaciones del índice SPAD.

Cabezal de filtrado instalado en parcela de olivar joven equipado con tanques de almacenamiento de soluciones líquidas y bomba inyectora hidráulica...
Cabezal de filtrado instalado en parcela de olivar joven equipado con tanques de almacenamiento de soluciones líquidas y bomba inyectora hidráulica.
Las aplicaciones foliares con compuestos de hierro proporcionan unos resultados poco satisfactorios en general, debido a que son muy poco persistentes en el tiempo (descomposición por la luz), exigiendo continuas aplicaciones para mantener el árbol permanentemente verde, por lo que no son en general recomendables.

Para la rápida y eficiente corrección de la clorosis férrica se recomienda en empleo de quelatos de hierro o, o Fe-EDDHA aplicados en fertirrigación, en olivar de regadío, o inyectados al tronco o al suelo en las proximidades del tronco, en olivar de secano.

Agradecimientos

A los Hermanos Millán Tarradas y a Carlos Montijano agradecer su colaboración en permitir realizar los trabajos de experimentación en sus fincas. Ensayo incluido en el Proyecto Transforma Olivar, financiado por el FEDER en un 80% y por fondos propios del IFAPA.

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