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tecnogarden 45 esto tiene un coste: no entra CO2 con el que fabricar glucosa y se acumulan productos tóxicos (radicales libres) que oxidan componentes celulares. La planta, tras unos días, se muere de hambre y se volverán las hojas amarillentas. A nivel celular, las membranas pueden despegarse de las paredes en un proceso irreversible y las propias paredes pueden llegar a partirse. Al final, la muerte por desecación se acaba produciendo debido a un fallo sistémico celular y orgánico producido por un conjunto de causas que actúan de manera simultánea. Una planta reviviscente tiene que actuar contra este proceso, sabiendo que va a ocurrir. No lo evita, sino que aprende a vivir con ello a través de numerosas respuestas morfológicas y fisiológicas. Las plantas reviviscentes del género Craterostigma, por ejemplo, utilizan como estrategia (entre muchas otras) el plegamiento de sus hojas. Cuando la planta está hidratada, las hojas están plenamente expandidas. Sin embargo, durante el secado, las hojas se van plegando hacia dentro de forma que solo los enveses de las hojas más viejas quedan expuestos al sol, protegiendo el interior de un cogollo y limitando el daño oxidativo de las radiaciones ultravioletas. Estos procesos de plegamiento, que son muy específicos y deben seguir un patrón bien definido, están bien estudiados en especies como Ramonda myconi u oreja de oso, representante española de este tipo de plantas. También llevan a cabo un proceso de remodelación de las paredes para contraer el tamaño de toda la célula además de dotarlas de mayor flexibilidad para evitar que se partan. Ramonda myconi u oreja de oso, especie que habita en el Pirineo, es capaz de rehidratarse tras una etapa de latencia por sequía o frío (ambos tienen el mismo efecto sobre la planta). En la imagen no se observa un rebrote, son las hojas las que se pliegan y secan y vuelven a desplegarse al hidratarse meses después. Crédito: José Ignacio García Plazaola, Profesor de Fisiología Vegetal de la Universidad del País Vasco. Selaginella lepidophylla, doradilla o falsa Rosa de Jericó es una verdadera planta que resucita, a diferencia de la otra, que era solo evasiva. En contacto con el agua, esta planta, que es originaria del desierto de Chihuahua, es capaz de hidratarse, reverdecer y continuar con su normal desarrollo.

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