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41 el sector público y privado y donde el sector financiero tiene un rol relevante que jugar. En este marco de compromiso internacional, donde los riesgos de sostenibilidad o la búsqueda de nuevas oportunidades sostenibles han pasado a ser elementos centrales de la agenda política y económica, los agentes públicos y privados han avanzado notablemente, buscando crear incentivos, pautas de coordinación y proyectos que permitan acelerar su desarrollo y compatibilidadde esfuerzos. Sin duda, el principal impulso al desarrollo de las finanzas sostenibles en Europa vino de la mano del Plan de Acción, para vincular el sistema financiero al desarrollo sostenible, presentado por la Comisión Europea en marzo de 2018. Supuso el inicio de una senda de actuación para conectar el sistema financiero con “las necesidades específicas de la economía europea y mundial en beneficio del planeta y nuestra sociedad”. Bajo estas directrices, se han definido acciones que inciten al sistema financiero a extender su marco temporal de preocupación e incorporen, además, otras consideraciones más allá del binomio rentabilidad - riesgo. La Comisión Europea buscaba: 1. Reorientar los flujos de capital hacia inversiones sostenibles a fin de alcanzar un crecimiento sostenible e inclusivo. 2. Gestionar los riesgos financieros derivados del cambio climático, el agotamiento de los recursos, la degradación del medio ambiente y los problemas sociales. 3. Fomentar la transparencia y el largoplacismo en las actividades financieras y económicas. Desde entonces, se han incrementado los esfuerzos públicos y privados para vincular las finanzas a criterios de sostenibilidad, tanto desde el punto de vista de las oportunidades (es rentable ser sostenible) como desde los riesgos (relevancia financiera de factores ambientales, sociales y de gobernanza). Elementos que se dan de forma muy clara enmuchas actividades económicas, como por ejemplo, la edificación. El diseño y el funcionamiento de los inmuebles pueden desempeñar un papel importante en la conservación de la energía, identificando por ello los edificios como vehículos, para lograr la eficiencia energética, la reducción del carbono, a la vez que se mejora el bienestar y salud de sus ocupantes. De hecho, los edificios representan aproximadamente el 40 por ciento del consumo de materias primas y energía, mientras que su actividad de construcción asociada representa, al menos, el 30 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Este cambio en la percepción y el uso de los edificios está haciendo que los mercados inmobiliarios comerciales busquen las tan codiciadas certificaciones ‘verdes’. Bajo estas premisas, eso sí, es necesario clarificar que entendemos como construcciones verdes o medioambientalmente responsables de forma que podamos armonizar el lenguaje que utilizamos y que nos permite una adecuada comunicación de acciones y resultados. Clarificar estos criterios facilitará la interacción entre agentes de oferta y demanda e incentivará el redireccionamiento de flujos a activos verdes. Esa es una de las premisas que plantea la conocida como taxonomía europea de actividades ambientales. Hasta ahora, hemos tenido en el mercado muchas categorías y estándares de diseño y gestión privada como: LEED, BREAM, WELL, Passivhaus, VERDE, entre otras muchas. Se trata de estándares demercado que ofrecen una imagen clara para consumidores y requisitos técnicos para oferentes, que facilitan la comunicación cuando hablamos de inmuebles ecoeficientes. No obstante, para acelerar la implantación de este tipo de proyectos de manera exponencial es necesario unificar, o al menos homogeneizar propuestas. Los usuarios, propietarios, promotores y demás agentes intervinientes deben poder entenderse de manera rápida y segura con lo que buscan y ofrecen. Y ahí entra la taxonomía. Eso sí, no olvidemos que la misma fue definida, para que el sector financiero facilitara con su labor el desarrollo de proyectos ambientalmente positivos en diversos ámbitos. La Comisión Europea ha creado una estructura normativa que determina qué proyectos vinculados al sector de la construcción pueden considerarse ambientalmente positivos bajo ciertos criterios técnicos: • Construcción de nuevos edificios: Desarrollo de proyectos de edificación para edificios residenciales y no residenciales cuya demanda primaria de energía es, al menos un 10%, de los conocidos como edificios de consumo de energía casi nulo si queremos vincularlo al objetivo ambiental demitigación del cambio climático. Si nos referimos a otro objetivo ambiental de los aprobados en la normativa reguladora, adaptación al cambio climático, se exige que la edificación identifique los riesgos de desastre natural de origen climático y la implementación de soluciones que minimicen sus efectos. • Renovación de edificios existentes: Construcción y obras de ingeniería civil o preparación de las mismas que permiten la renovación de edificios con una mejora energética de al menos un 30% y/o cumple con los requisitos establecidos para las denominadas como ‘reformas importantes’. Para las renovaciones vinculadas a mejorar la adaptación del edificio al cambio climático aplican las mismas consideraciones de identificación, análisis y planteamiento de soluciones ante posibles

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