TradeSport 162 - Enero 2009

ts60 [consumidor] La crisis cambia los hábitos de compra del consumidor El descenso del consumo provocado por la coyuntura económica agrava la situación de un sector inmerso desde hace tiempo en una crisis de comercio. El precio gana protagonismo y los descuentos llenan los escaparates de todas las tiendas. Redacción, Barcelona tiempo estimado de lectura >>> 7 min. Aestas alturas utilizar los eufemismos recesión o desaceleración para hablar de la coyuntura económica actual sonaría a mofa. Hace algunos meses, evitar la palabra crisis era hasta cierto punto comprensible, pero tal y como están las cosas, seguir buscando palabras que suenen un poco mejor que esta última es ya un tanto ingenuo. Estamos inmersos en una profunda crisis económica a nivel mundial, de la que muy pocos países se salvan, y de la que casi ningún sector está logrando escapar. De todas maneras, puede que exista una excesiva psicosis en cuanto a la crisis y su desarrollo en los próximos meses. Los expertos llevan tiempo augurando un 2009 catastrófico, pero estos mismos expertos ya apuntan que la recuperación será una realidad a finales de 2009. Hasta entonces, sólo nos queda apretar los dientes y tirar para adelante. Para el sector de artículos deportivos la crisis no deja de ser un nuevo desafío. Llevamos tiempo en plena travesía del desierto y que ahora se nos aparezca una nueva llanura –que deberemos atravesar a pleno sol- no nos debe traumatizar tanto como a otros sectores: llevamos tiempo acostumbrándonos al sufrimiento. La coyuntura económica actual ha provocado una inevitable caída del consumo. Más por miedo que por poder adquisitivo. Pero ahí está. La recesión se da en todos los niveles. Para unos, como el sector inmobiliario o el automovilístico, el bache es profundo –su crecimiento ha sido excesivo en los años anteriores-, mientras que para otros, la caída, de momento, es mucho menos dramática. Seguramente, la campaña navideña –mucho mejor de lo esperado- y las rebajas en las que estamos inmersos, conseguirán disimular un poco esta recesión, al menos hasta mediados de febrero. Los descuentos que hay en casi todas las tiendas –sin excepción de sectores- desde mediados de noviembre han animado un poco a los desconfiados consumidores, siempre dispuestos a comprar gangas. La cuestión ahora es saber qué pasará cuando acaben las rebajas. A priori, todo apunta a una caída espectacular del consumo. La gente ya habrá gastado y medirá mucho sus gastos por lo que pueda pasar en adelante. Esta teoría, que defienden muchos expertos, no tiene en cuenta un factor que puede ser determinante para que la caída sea más suave: es más que probable que el comercio renuncie a margen para seguir vendiendo. Es decir, que es casi seguro -¿apostamos?- que un porcentaje muy alto de las tiendas seguirán con su política de descuentos. Hay que motivar al consumidor, y tal y como están las cosas, el precio es el mejor argumento de venta. Nos guste o no. De todas maneras, los descuentos permanentes no son una salvación. Al contrario: pueden ser la puntilla definitiva para cualquier comercio. Sólo las grandes superficies pueden permitirse el lujo de vivir en el descuento, porque aunque ganen poco será suficiente para volver a llenar sus tiendas de nuevos productos. Sin embargo, es mucho más complejo que los pequeños comercios vuelvan a llenar sus estanterías con esos márgenes. El comercio deportivo, sobre todo el que tiene como reclamo las grandes marcas, no puede hacer descuentos del 50% todo el año porque va a perder dinero. Con este panorama, desalentador para muchos y retador para algunos, el consumidor gana todavía más protagonismo. Si ya estábamos ante un comprador mucho más informado, más analítico y más racional, con la crisis todas estas características se acentuarán mucho más. Además, será más selectivo y comedido en sus compras. El factor precio volverá a ganar el protagonismo que ha perdido en los años de bonanza económica y aunque los gastos difícilmente variarán de dirección, la competencia se acrecentará mucho más, siendo el precio, como hemos dicho, uno de los grandes argumentos de venta. Los precios de la vivienda seguirán cayendo, las marcas de coches continuarán haciendo ofertas impensables hace doce meses, la alimentación hará equilibrios para que sus 3x2 sean rentables y todas las tiendas vivirán inmersas en unas rebajas encubiertas. La guerra de precios está servida y ahora la prioridad es saber qué quiere el consumidor en épocas como la que estamos viviendo. Lo que necesita está claro, y es una guerra aparte; la clave para muchas empresas será saber lo que quiere. El marketing también es uno de los grandes afectados de la crisis. No tanto porque se pierda trabajo, sino más bien porque las marcas tienen que cambiar muchas de sus estrategias para hacer frente a la situación. Puede que muchas de ellas estén equivocadas y que su apuesta por bajar los precios no sea la más indicada, pero es obvio que desde hace unos meses, la publicidad de muchas de estas empresas se ha enfocado hacia un único objetivo: que el consumidor conociera sus ofertas. En el sector deportivo esta tendencia no es una novedad. La guerra de precios está a la orden del día desde mucho antes que Zapatero comenzase a utilizar la palabra crisis en vez de recesión. Seguramente comenzó cuando entre todos nos dimos cuenta de que Decathlon era imparable. Fue una reacción tardía y equivocada. Y sin vuelta atrás. Ahora, en plena psicosis, los productos en oferta inundan muchas tiendas. Algunas no han tenido más remedio que hacerlo para poder liquidar stock y tener liquidez para poder programar; otras lo han hecho, simplemente, para generar tráfico en la tienda. Es más que probable que el comercio renuncie a margen para seguir vendiendo.Un porcentaje muy alto de las tiendas seguirán con su política de descuentos después de rebajas. Hay que motivar al consumidor, y tal y como están las cosas, el precio es el mejor argumento de venta. El consumidor mirará más los precios en todos los productos

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