TI38 - Equipamiento para centros educativos

26 AIRE LIMPIO La letra, con buen aire entra Tras el estallido de la pandemia, el control de contagios en los centros educativos ha sido siempre una de las mayores preocupaciones para tratar de frenar la pandemia, algo lógico si se tienen en cuenta no solo la cantidad de personas que pasan por ellos a diario, sino el nivel de convivencia existente y la cantidad de horas que tanto profesores como alumnos pasan en sus instalaciones. Policarpo González del Valle, Ingeniero ICAI. Director-socio de Aire Limpio Muchos de nosotros vinculamos el inicio de la pandemia del COVID en España al día en que para contener la propagación del coronavirus del Ejecutivo regional de Madrid decidió incluir entre su batería de medidas restrictivas el cierre de colegios y universidades madrileñas, tanto públicas como privadas. Fue una medida de impacto social que afectó solo en la Comunidad de Madrid a más de un millón y medio de alumnos de un día para otro, concretamente del 9 al 10 de marzo de 2020, cifra que por sí sola pone de manifiesto el peso que la comunidad educativa, y sus alumnos, tienen en el conjunto de España. Desde esa fecha, el control de contagios en los centros educativos ha sido siempre una de lasmayores preocupaciones para tratar de frenar la pandemia, algo lógico si se tienen en cuenta no solo la cantidad de personas que pasan por ellos a diario, sino el nivel de convivencia existente y la cantidad de horas que tanto profesores como alumnos pasan en sus instalaciones. Pasados dos años, y a pesar de la complejidad que nos ha traído el SARSCov-2, seguimos observando cómo, al margen de las vacunas, son las iniciativas más sencillas las que mejor nos han defendido y están defendiendo del virus. Iniciativas como el uso de mascarillas, la distancia social o la ventilación, todas de puro sentido común, que se han convertido durante todo este tiempo en nuestros mejores aliados y que nos han permitido interiorizar que controlar lo que respiramos o, mejor dicho, lo que no respiramos, es un elemento clave para evitar enfermedades y contagios. Tras más de dos décadas vinculados al sector de la calidad del aire interior, ofreciendo soluciones innovadoras y liderando proyectos diferenciales para nuestro segmento, en Grupo Aire Limpio siempre hemos sido de la opinión de “más vale tarde que nunca”. Pero también de otra tan popular como la anterior, igualmente enraizada en nuestro refranero y perfectamente aplicable a nuestra actividad: “las cosas bien hechas, bien parecen”. Aplicado a la calidad de aire interior, esto se traduce en que, dado que pasamos la mayor parte de nuestras vidas en interiores de edificios, efectivamente más vale ventilar que no hacerlo. Pero también en que es necesario ventilar correctamente; hacerlo con criterio. Muy especialmente en los entornos educativos, donde además de proteger la salud de las personas, la mayor parte de ellas en pleno desarrollo, una adecuada gestión de la calidad de aire interior es prioritaria para evitar problemas de desempeño cognitivo. Porque la calidad del aire que respiramos no sólo impacta en nuestra salud, sino en nuestra capacidad de concentración y en nuestro aprendizaje. Aunque es común asociar la calidad de aire interior a los niveles de CO2 existentes, lo cierto es que ceñirnos únicamente a este parámetro es simplificar mucho la ecuación, algo habitual, cómo no, en los diferentes tipos de centros educativos. No es suficiente con ventilar, con fijarnos un valor límite de dióxido de carbono porque, a corto y medio plazo, centrarnos únicamente en este indicador puede darnos problemas. Es necesario profundizar mucho más, con herramientas avanzadas de cálculo que

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