TB51 - TradeBike 51 - Especial Road

114 opinión en la contra El Tour, el gran baluarte del ciclismo Por Albert Puyuelo Redactor albert@tradebike.es Pedalear en las redes sociales El mundo del ciclismo evoluciona y se adapta a los cambios técnicos y a las nuevas demandas de los ciclistas. Pero aún más rápido evolucionan las redes sociales relacionadas con los deportes. Los usuarios, cada vez más, exigen cambios y piden nuevas herramientas digitales. A priori, puede sonar extraño, pero muchos ciclistas se han transformado en “seres virtuales”. Es decir, existe el ciclista físico que pedalea kilómetro tras kilómetro, y luego existe su perfil social que comparte información a través de las redes sociales con sus seguidores y contactos. No todos los ciclistas tienen la necesidad de mostrar sus hazañas, pero hay un sector muy amplio de deportistas que tienen como gran motivación poder registrar en la red sus progresos y así, entre otras razones, compararlos con los de otros usuarios. ¿Pero, cómo afecta esto al mercado del ciclismo? En este proceso de creación y manutención de perfiles sociales, los usuarios interactúan con una cantidad ingente de información. Evidentemente, es algo que no pasa por alto a las grandes marcas, que intentan aprovecharlo de muchas maneras. La mayoría de empresas de ciclismo ven el potencial de las redes sociales para transformar su negocio, pero pocas saben cómo intermediar con el cliente final. El punto de vista clásico es el de utilizar como altavoz las plataformas digitales y lanzar anuncios (o los llamados call to action) atractivos para sus seguidores. Lo cual no es malo, pero es menos efectivo. El objetivo que plantearía un punto de vista menos tradicional sería el de meter la propia marca dentro de los canales habituales del cliente. Es decir, hacerlo a la inversa: no se trata de conseguir que el cliente venga hacia la empresa, sino que sea él mismo quien la venda. Todas las marcas de ciclismo tienen sus propios influencers. Invertir en ellos es básico si se quiere sobrevivir en las redes. Sin embargo, tan solo son una pequeña pieza de un puzzle gigantesco que va cambiando día tras día. Es un rompecabezas que, además, evoluciona y tiene sus piezas diseminadas por algoritmos que muy poca gente domina.Todo sería más fácil para las empresas de ciclismo si el mismo producto fuera el canal, tal y como sucede con los teléfonos móviles. Pero aún no se ha inventado una “Smart Bike” útil que permita hacer kilómetros reales y contabilizar cada uno de los movimientos del ciclista, para luego volcarlos a las redes sociales y compartirlo con los demás. Todo llegará pero, por ahora, no es una necesidad inmediata para el cliente actual.Si el mercado del ciclismo (y del running, del trail…) ha crecido mucho la última década es, sin lugar a dudas, debido en gran parte a la irrupción de las redes sociales. Muchas personas han fidelizado algo que antes era ocasional, alentadas por su círculo de amistades virtuales y por querer alimentar un ego sediento de nuevos registros. Formar parte de un grupo e integrarse en salidas rápidas es mucho más fácil. También conocer a gente nueva afín a sus gustos, o incluso descubrir otras modalidades del deporte. Mucha gente se debería plantear si sería capaz de salir a rodar sin utilizar su GPS para registrar la salida. Si un árbol cae en medio de un bosque, nadie lo oirá caer. Y si no cuelgas en las redes sociales tu salida en bici, nadie sabrá que has rodado. No se trata de conseguir que el cliente venga hacia la empresa, sino que sea él mismo quien la venda no da si en El ciclismo de carretera es un deporte especialmente ligado a la competición. No es extraño que, buena parte de los cicloturistas aficionados que salen cada fin de semana en grupeta, sean auténticos seguidores del ciclismo profesional, especialmente de las tres grandes pruebas, como son el Tour de Francia, la Vuelta a España o el Giro de Italia. Tampoco es raro ver ciclistas que, aprovechando que salen a hacer kilómetros en el asfalto, lo hagan luciendo los conjuntos de sus equipos preferidos en el pelotón internacional,como puedan ser el Movistar Team o el Ineos. En ese sentido, la vuelta del ciclismo de competición el pasado mes de agosto con las clásicas italianas como la Milán San Remo o el Giro de Lombardía, el ‘road’ también comenzara a reactivarse poco a poco, después de lo que ha sido una primavera difícil, por las circunstancias que todos de sobra conocemos. Esta vuelta a la normalidad para el ciclismo de carretera puede verse consolidada con la que es la prueba estrella del ‘World Tour’, el Tour de Francia, que se disputa desde el 29 de agosto, y que finalizará el 20 de septiembre. El Tour, que tiene lugar tradicionalmente en julio, es el ‘buque insígnia’ del calendario ciclista para los corredores, los equipos, los sponsors y los medios de comunicación que disponen de los derechos para ofrecer la ‘Grande Boucle’. El hecho que, finalmente, se haya podido disputar pese a todas las dificultades, es una muy buena noticia para la economía del ciclismo. Por un lado, todas las empresas que patrocinan la carrera y los conjuntos ciclistas se han asegurado tener su cuota de visibilidad durante las 21 etapas de la presente edición gracias a los millones de espectadores que siguen la prueba a través de las retransmisiones por televisión. Muchos países, entre los cuales está España, ofrecen la carrera en abierto, algo que, sin duda, contribuye a generar más audiencia y que, por lo tanto, la rentabilidad para los sponsors aumente. A esto cabe sumarle el impacto que conlleva el seguimiento del Tour a través de las redes sociales, especialmente Instagram o Twitter. Sin duda, este impacto ayudará a que muchos equipos puedan mantener sus patrocinadores y que se atraigan a otros, algo que será clave para mantener la salud financiera del ciclismo. Pero la disputa del Tour de Francia y la vuelta de las competiciones de ciclismo a nuestras pantallas también ha sido positiva para incentivar la práctica de esta modalidad por parte de los aficionados. El hecho de ver rodar a los ciclistas, subir y bajar los puertos de los Pirineos o los Alpes o ‘sprintando’ para conseguir la victoria, puede animar a mucha gente a desempolvar la bicicleta que tenían aparcada desde hace algún tiempo, incluso antes de la pandemia, o también puede llamar la atención a otros u otras para que se animen con el ciclismo y compren su primera bicicleta para pedalear como sus ídolos. Lo que está claro es que el‘road’es el segmento del bike que más relación guarda con la competición. El retorno de las carreras, que se alargarán hasta bien entrado el otoño, seguirá siendo clave para que el segmento de carretera, muy estable hasta ahora, comience a coger otra dinámica y se apunte al ‘boom’ de ventas de bicicletas que se está dando en el sector. Por Joan Requena Redactor joan@tradebike.es

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