FO101 - FuturEnviro

41 TECNOLOGÍA los nutrientes adecuados en la tierra, las comunidades microbianas no prosperan como deberían. Esto obliga a los productores a tener que gastar más recursos en fertilizantes, lo que por otro lado suele degradar y empobrecer aún más el sustrato. Mejorando la acción capilar y la estructura del suelo se puede aumentar considerablemente la eficiencia de riego, lo que permitirá que las plantas puedan utilizar un mayor porcentaje del agua y, por tanto, menos líquido quedará desaprovechado en el terreno. Tradicionalmente, los medios utilizados para reducir la tensión superficial del agua consistían en la aplicación de tensioactivos químicos. Estos resultaban métodos costosos, que además suponían posibles problemas medioambientales. El uso de nanoburbujas, no solo no requiere del uso de productos químicos, sino que brinda importantes mejoras, tanto económicas como medioambientales. • Reducción de factores adversos La carga negativa y la superficie dura propia de las nanoburbujas ofrece un efecto de fregado natural que elimina el biofilm que se acumula en las líneas de riego y en los goteros sin la necesidad del uso de productos químicos. Esto reduce el gasto de identificar, limpiar y reemplazar los goteros, y reduce el uso de productos químicos usados para la limpieza de las líneas de riego, lo que contribuye, una vez más, a aumentar la eficiencia del sistema. De forma similar, al incrementarse el nivel de oxígeno en las balsas y tanques de agua de riego, también se reduce la presencia de algas, con la consiguiente mejora de la calidad del agua. • Aumento del vigor y resiliencia de la planta La reducción de la tensión del agua superficial que ofrece la tecnología de nanoburbujas permite que las plantas utilicen menos energía para absorber agua. Esto deriva en que absorberán el volumen de agua óptimo que requieran, y con ello, se reducirá el drenaje de agua en el suelo. El liberar a la planta de ese gasto adicional de energía que supone el tener que absorber agua en condiciones de sequía resulta en una mayor fortaleza y vigor de los cultivos. Las plantas que tienen que gastar mucha energía en tareas de absorción y transpiración de agua son más susceptibles de sufrir enfermedades, y están menos preparadas para activar su enfriamiento en condiciones de altas temperaturas. Así mismo, al mejorar la eficiencia en la absorción de agua y nutrientes, disminuir los patógenos y aumentar la oxigenación del suelo, las plantas tienden a ser más vigorosas y resilientes a potenciales factores de estrés. Gráfico 1. Gráfico 2.

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