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ENTREVISTA 40 La arquitectura del movimiento moderno comprende corrientes arquitectónicas desarrolladas principalmente desde la década de los años 20 a los años 70 del siglo XX. Muchas de estas obras ya forman parte del patrimonio cultural, gracias a la labor de la Fundación Docomomo Ibérico, centro de Documentación y Conservación de la Arquitectura y el Urbanismo del Movimiento Moderno. Hemos hablado con Celestino García Braña, su presidente, para que nos explique la labor y objetivos de esta fundación. Joan-Lluís Zamora, director del Comité Técnico de iARQCO. Transcripción y edición: José Luis París ¿Cuándo y por qué surge Docomomo, qué vacío pretende llenar? Docomomo surge de una iniciativa de profesores de la escuela de arquitectura de Delft (Países Bajos) que percibieron que algunos edificios significativos de aquello que se llamó arquitectura del movimiento moderno empezaban a tener problemas de subsistencia, a veces total y otras parcial en la medida que la cotidianeidad amenazaba con destruir alguna de sus características significativas. Se puso en marcha entonces esta ONG, Documentación y Conservación de la Arquitectura del Movimiento Moderno, Docomomo. Este movimiento llegó a España a través de la Fundación Mies Van der Rohe y desde aquí se empezó a estudiar la posibilidad de crear una sección española. Se establecieron unos contactos con el CSCAE y la idea fue bien recibida, decidiendo apoyar esta iniciativa. Algunos colegios de arquitectos decidieron apoyar esta iniciativa junto con otras instituciones como el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, la Fundación Arquia y la Ordem dos Arquitectos de Portugal. En septiembre de 1993, en el Pabellón Mies Van der Rohe de Barcelona se juntaron los responsables de estas instituciones y la propia Fundación Mies van der Rohe, donde se decidió poner en marcha este grupo, que nacía como Docomomo Ibérico con el afán de proteger estos edificios de las amenazas que pudieran cernirse sobre ellos, que también empezaban a notarse en España. ¿Cuáles eran estas amenazas? Respondían a diversos motivos. El más perceptible era su nueva situación urbana debida al crecimiento de las ciudades. Un edificio de estas características no se construía en los sitios de centralidad, junto a una catedral o en una plaza mayor. Sin embargo, resultó que esas periferias, pasado el tiempo, comenzaron a ser también centralidades, y surgió una presión urbanística por derribar estos edificios sustituirlos por otros. Muchos de ellos eran fábricas que ocupaban grandes solares y su transformación en espacio edificable residencial o comercial hacía aumentar su valor urbanístico. También se empezaba a percibir, a posteriori, que estos edificios venían definidos en su origen por unos principios de experimentación constructiva. Los arquitectos de aquella época se lanzaron a utilizar el hormigón, el acero y el vidrio con mucho entusiasmo, pero quizás no con suficientes conocimientos técnicos sobre su comportamiento a largo plazo; ello también fue compartido por parte de la industria que aportaba lo que era en la época. Al cabo de 30 o 40 años de su construcción, afloCELESTINO GARCÍA BRAÑA, PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN DOCOMOMO IBÉRICO “Desde Docomomo no solo impulsamos el reconocimiento del movimiento moderno, sino que vendemos arquitectura”

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