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Retrospectiva

Torre Castelar de Madrid. Conversación con Rafael de La-Hoz Castanys

Xavier Ferrés Padró. Arquitecto03/11/2021
La Torre Castelar es uno de los edificios más impresionantes que conozco, por su imagen, por la audacia del arquitecto o simplemente por la solución técnica de la fachada de vidrio de doble piel. Cuando contacté con Rafael de La-Hoz Castanys para proponerle hablar con calma de la obra y de cómo su padre Rafael de La-Hoz Arderius la imaginó, me contestó que le interesaba y que era una oportunidad para él reflexionar acerca del qué y el cómo de las fachadas del edificio del Paseo de la Castellana nº 50 de Madrid.
Dibujo original de Rafael de La Hoz Arderiu de lo que debía había sido la sede del Banco Coca de Madrid...

Dibujo original de Rafael de La Hoz Arderiu de lo que debía había sido la sede del Banco Coca de Madrid, para ya ser conocida posteriormente como la Torre Castelar.

Es un edificio que se ha publicado en numerosas ocasiones con cuantiosas referencias bibliográficas, pero que se ha descrito siempre desde el punto de vista técnico, pero en esta ocasión se trataba de ir un poco más allá y saber cómo Rafael, un aprendiz de arquitecto recién incorporado a la profesión, vivió en primera fila y junto a su padre la génesis y construcción de la que fue sede del Banco Coca de Madrid.

Lo primero que me dijo Rafael al empezar nuestra conversación fue: “Me hubiese gustado, es más echo en falta, tener esta conversación con mi padre desde la madurez de hoy, para poder escucharle tranquilamente y reflexionar con él acerca de cómo se planteaba el oficio de proyectar y construir hace 40 años, cuando yo asistía como alumno privilegiado a sus lecciones de arquitectura, esa charla quizá hubiese sido más reveladora. Pero la perspectiva y experiencia acumulada durante tantos años es posible que me ayude a entender ahora desde la distancia un edificio tan singular como la Torre Castelar.”

La arquitectura se basa en la evolución y mejora de un proyecto tras otro. ¿Cuáles fueron los antecedentes de Torre Castelar?

La arquitectura de la Torre Castelar, con un volumen tan rotundo, surge de la propia planta y tiene su origen en el proyecto que había hecho años atrás Rafael de La-Hoz A., para el concurso de la sede del Banco de Bilbao, hoy BBVA en Paseo de la Castellana 81 de Madrid, concurso que ganó en 1970 el arquitecto Saenz de Oiza. El proyecto presentado se basaba en el estudio de los problemas que generan en las torres la posición del núcleo central, ya que una buena solución estructural está muchas veces en contradicción con una buena solución funcional.

Rafael de La Hoz Castanys, a la izquierda, en un momento de la conversación mantenida con Xavier Ferrés acerca de la Torre Castelar...
Rafael de La Hoz Castanys, a la izquierda, en un momento de la conversación mantenida con Xavier Ferrés acerca de la Torre Castelar.

La torre propuesta por Rafael de La-Hoz para el concurso de la torre del Banco de Bilbao, tenía el esquema de la torre Eiffel, con 4 patas, es decir con 2 pilares apoyados a ambos lados del ‘túnel del tren’, su propuesta de alguna manera criticaba duramente los 2 núcleos, uno a cada lado de la torre que dejaban una planta poco eficaz, que tal vez hubiese mejorado si se hubiese hecho con los 2 núcleos no simétricos.

Por tanto, el primer acierto de la Torre Castelar es el modelo estructural con una planta cuadrada y el núcleo adosado a una de las caras, con los forjados en voladizo y soportados por cables de tal modo que las plantas son diáfanas.

El segundo antecedente de la Torre Castelar y tal vez el más definitivo, fue la sede del Banco Coca, en Valencia, allá por principios de los 70. Fue para Rafael de La-Hoz A. el primer experimento de fachada ligera con 2 pieles basado en el convencimiento de la poca eficacia del muro cortina en los climas mediterráneos como los nuestros, dando como respuesta la construcción de una pantalla de vidrio para hacer el efecto contra-invernadero.

El proyecto citado de Valencia tenía los tornapuntas metálicos como conexión entre las 2 pieles y allí se ensaya la técnica del edificio suspendido y excéntrico: ‘si tengo péndolas a tracción de mínima sección puedo obtener lo que busco, la planta diáfana’.

Imagen
Sede del Banco Coca, en Valencia
Sede del Banco Coca, en Valencia.

Nosotros, los arquitectos, construimos o, lo que es lo mismo, materializamos las ideas. Pero. ¿cómo se concibió una envolvente tan atípica y sin antecedentes evidentes? ¿Cómo se decidió una opción tan arriesgada desde la tecnología?

La torre Castelar debía ser un edificio ligero. Por ello se proyectó con dos núcleos, uno con los baños y las escaleras y el otro con los ascensores, con el objeto de tener una mínima estructura y la planta más diáfana. Los otros dos conceptos eran innovación desde el punto de vista de la eficiencia energética y un edificio flotando.

Para ello, las costillas de vidrio conectan las 2 pieles aligerando su aspecto con respecto de la obra de Valencia proyectada casi 10 años atrás. Esa fue la génesis, apurar los conceptos de transparencia y ligereza.

¿Quién colaboró para que saliera adelante?

En aquellos momentos, los recursos técnicos eran muy limitados comparados con los actuales y también contados los profesionales preparados para prestar el apoyo necesario para el desarrollo de la torre Castelar: fue una organización recién creada que estaba vinculada a La empresa Cristalería Española, el CITAV, Centro de información de la técnica y aplicación del vidrio, la que fue dando soporte al equipo del arquitecto para concretar las soluciones de sus propuestas.

Se contó también con dos o tres industriales más de Córdoba, formados y crecidos desde los años 50, artesanos con una fuerte dosis de entusiasmo, capaces de suplir las carencias y capacidades ‘técnico-científicas’ con las que desarrollar las soluciones finales, exactamente a la inversa de lo que ocurre hoy. Fue mediante el trabajo de todo este equipo, como se construyeron y ensayaron los modelos hasta su aprobación. Fueron realmente verdaderos experimentos en los que todos colaboraban junto al arquitecto cuando algo iba va mal en el desarrollo de la fachada.

Proceso de construcción de la doble fachada de la Torre Castelar
Proceso de construcción de la doble fachada de la Torre Castelar.

¿Cómo se desarrolló la fachada desde el concepto de la doble piel hasta la solución final?

La solución de la fachada exterior soportada por cartelas transparentes se plantea inicialmente con diferentes materiales, porque el vidrio, por su comportamiento delicado como material estructural, ofrecía muchas dudas y se ha trabajado durante años para madurar esta idea tratando de resolver los problemas planteados.

Pero Rafael de La-Hoz A. mantenía la ilusión de utilizar un material que se pudiera taladrar sin riesgo donde hiciera falta y que se comportara estructuralmente de forma adecuada. La primera opción no fue pues el vidrio. Recordemos que Rafael de La-Hoz A. estuvo en el MIT (USA) en 1955 colaborando con GEE (General Electric) en el desarrollo de materiales plásticos, y es por ello que años más tarde contacta con ellos nuevamente. En aquellos momentos los polímeros ofrecían dudas en cuanto a su durabilidad y al conocido problema del amarillamiento; en aquel momento, los policarbonatos y metacrilatos limitaban sus garantías tan sólo a 5 años y esto no era suficiente para un edificio.

Por otra parte, ¿qué ocurre si se rompe alguno de los elementos de vidrio? La respuesta al problema fue utilizar vidrio laminar que se comporta bien a compresión y que sigue trabajando solidariamente con su placa gemela si esta se ha roto, lo que permite disponer de un tiempo de reacción si es precisa su sustitución.

Estaba ya clara la composición de la piel interior y la de las cartelas, pero la gran cuestión continuaba siendo la piel exterior, que debía vincularse al sistema general mediante perfiles y, en el mejor de los casos, con ‘pincitas’. Las placas de la piel de vidrio más exterior necesitan de galces para su soporte, lo que entraba en contradicción con los requisitos de proyecto, que eran la máxima transparencia y la mínima estructura. Para ser consecuente con la técnica del momento había que disponer unos perfiles verticales en los ejes de las placas, las cartelas perpendiculares a la fachada y, por tanto, la imagen ‘limpia’ quedaba alterada. No había pues una salida clara.

Detalle de las pieles interior y exterior de la fachada
Detalle de las pieles interior y exterior de la fachada.

Y llegamos al momento clave en el desarrollo del proyecto. La genialidad de Rafael de la Hoz A. fue romper con la inercia mental del equipo y aventurarse a razonar distinto. Cambió la orientación de la piel exterior y ésta pasó de estar formada por unas bandas verticales, a disponer unas placas horizontales que, a su vez, servían para arriostrar las cartelas y evitar los posibles desplazamientos en el plano paralelo a la fachada. Misión cumplida, no hay retícula vertical, tenemos un material que se puede taladrar donde conviene, que es inalterable y por tanto envejece razonablemente bien y con la nueva disposición de las placas de vidrio, además, resolvemos el problema de las esquinas.

No hay cartelas y, por tanto, el velo exterior es realmente autoportante con unas simples pletina y bisagras: el ángulo sin perfiles es ya una realidad. ¡Y es tan inmaterial como quería el arquitecto!

Mies Van der Rohe decía que Dios está en los detalles y Rafael de La-Hoz A. añadía además que la Santísima Trinidad estaba en las esquinas porque es donde se hace evidente la finura del arquitecto.

Hablemos del concepto de visillo, halo o ‘flow’ que envuelve el edificio.

Para ello hay que matizar el vidrio, hay que deslustrarlo, su piel aparente no ha de ser protagonista más allá del velo que es. Recuerdo perfectamente, en este mismo lugar en el que estamos ahora, charlando con un gran amigo de mi padre y compañero de la Escuela TS de Arquitectura de Madrid, Javier Carvajal, y que este le preguntó el motivo por el cual había matizado el vidrio de la piel exterior y mi padre le contestó textualmente: ‘Tengo muchas explicaciones que pueden hacer referencia a la belleza del material, a razones prosaicas, científicas o de estilo… pero a ti te diré la verdad, para mí, el vidrio reflectante arquitectónicamente es poco elegante. El vidrio no hay duda que es un material que me apasiona, pero no su aspecto exterior y he querido que recuperara este matiz de misterio’.

Hoy día, la Torre Castelar, con el CTE, los Eurocódigos, las normas y reglamentos ¿hubiese sido posible?

No tan solo por esto, la manera de proyectar de hoy también lo habría impedido.

Los arquitectos formados en los 50 del siglo XX, que crecieron profesionalmente en la década de los 60 y 70 decidían y hacían con autoridad, pues había confianza en su criterio y conocimiento, su oficio daba credibilidad a sus decisiones. Había también en aquella generación un afán de innovación y un entusiasmo por parte de la industria para responder a los retos planteados, cosa que hoy día no se da, ciertamente.

El vidrio utilizado se fabricó en la planta industrial de Cristalería Española en Avilés, se taladró y templó posteriormente en un taller de León, y se matizó en una pequeña industria de Córdoba; la Torre Castelar es la demostración de que cuando en aquella época se decía ‘esto parece que no se puede hacer’, todo el mundo en la obra se ponía en marcha para encontrar la mejor de las soluciones pues el trabajo en equipo exige complicidad. Y así fue en la Torre Castelar; la industria local acabó de dar forma a las piezas de acero inoxidable y permitió construir un magnífico edificio que a pesar de sus 45 años sigue en perfecto estado.

La Torre Castelar hoy, conocida en la actualidad como Castellana 50. Fotografía: Duccio Malagamba

La Torre Castelar hoy, conocida en la actualidad como Castellana 50. Fotografía: Duccio Malagamba.

Arquitectura con identidad pionera

El Banco Coca, Torre Castelar o Castellana 50, o como quiera que lo denominemos, es un ejemplo de una manera pionera de entender la arquitectura, la tecnología, la autoría, así como la pasión por llevar al límite el riesgo y la intuición como mezcla de conocimiento y experiencia.

He trabajado con Rafael de la Hoz C. desde hace tiempo en diferentes proyectos y al terminar más de dos horas de charla con él, pienso que me ha demostrado, si es que yo no lo tenía claro, lo que él siempre defiende, que “la arquitectura se hace construyendo” y lo reivindica continuamente. Su trabajo se basa en la reflexión permanente acerca de sus proyectos que están siempre vivos, incluso durante el proceso de montaje, y esto es evidente que lo aprendió de su maestro, Rafael de La-Hoz Arderius.

Por otra parte, y ya para terminar, diría que a mí también me hubiese gustado hablar directamente del Banco Coca con Rafael de La-Hoz A. De todas formas, haber escuchado de primera mano las reflexiones de su hijo Rafael hablando de la arquitectura de su padre, también ha sido un privilegio, y espero haber estado a la altura de la oportunidad transcribiendo, tan fielmente como he sabido, las notas que tomé. Gracias Rafael.

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