Entrevista a Sergio Alcaraz, presidente del Clúster de la Indústria d’Automoció de Catalunya

Sergio Alcaraz fue elegido a finales de octubre como nuevo presidente del Clúster de la Indústria d’Automoció de Catalunya (CIAC) con un mandato para los próximos cinco años, en sustitución de Josep Maria Vall. Ya como presidente, fue el encargado de dar la bienvenida a la 2ª edición del Automotive Talent Show del CIAC celebrado a mediados de noviembre. Allí tuvimos la oportunidad de hablar con él de los retos y oportunidades que se abren para el sector de cara al futuro.

Lo cierto es que estoy en el clúster desde su fundación… así que mucho cambio no es, pero es verdad que la función de presidente tiene otras connotaciones. Cuando Josep Maria Vall estaba preparando ya su relevo —es sano para cualquier organización que entre 3-5 años se produzcan estos cambios— me lo propuso sabiendo que sería un mandato de continuidad en los términos de crecimiento y apertura, adaptándonos a los tiempos que corren. Y es que CIAC se ha ido adaptando siempre a la realidad del momento. Hemos pasado crisis, situaciones complejas, pero sin dejar de crecer.

La situación actual también es un punto de inflexión, pero no por ello debe ser negativo. Al contrario, soy muy optimista.

Totalmente. Salimos de una pandemia con una afectación muy directa y nada desdeñable dentro del sector. La situación económica no ayuda, el precio de la energía, la falta de componentes…sin olvidar el conflicto político en Europa… y todo ello en medio de la plena transformación del sector.

Correcto. Pero es que va más allá. La transformación no solo afecta al modelo de vehículo (eléctrico, hidrogeno, combustibles sintéticos…) sino también es una transformación en el sentido del modelo de negocio dentro del sector de la automoción. Ha cambiado: ya no se trata de una gran OEM tractora de una cadena de suministro. Ahora, con la nueva movilidad entran otros actores: necesitaremos una nueva energía por lo que entran en juego las empresas suministradoras pero también las propias políticas energéticas; la conectividad será crítica, por lo que necesitaremos empresas especializadas en software y telecomunicaciones… Y el mismo concepto de movilidad del usuario, ha cambiado.

Correcto. Ya entonces se planteaba. Pero hay muchos detalles que no están resueltos ni definidos: desde la responsabilidad ante cualquier accidente, a temas de ciberseguridad ante posibles hackeos… son parte de la incertidumbre de hacia dónde debe dirigirse el sector. Y ello afecta, por una parte, al propio cliente y, por otra, al mismo sector para poder predecir hacia dónde va la demanda.

Por ello desde el CIAC creemos que es necesaria cierta certeza y estabilidad. Ello no significa que será la única o la mejor, pero hay que definir un camino. Hoy tenemos el modelo eléctrico como la opción más disponible. Un modelo que nos ayudará a llevar a cabo las diferentes transiciones.

Si hablamos de hidrogeno, por ejemplo, hoy existe la ‘fuel cell’, pero no es más que un vehículo eléctrico alimentado con energía de hidrogeno y no eléctrica. También se trabaja en vehículos alimentados directamente con hidrogeno, pero no está todavía muy definido. Lo importante, por lo tanto, es concretar en qué dirección queremos ir para que haya la estabilidad que comentaba de cara al futuro.

Creo que a nivel europeo cada día se está definiendo más y desde el clúster trabajamos para adaptarnos a esta evolución, lo que supone buscar la incorporación de las empresas relacionadas con los nuevos segmentos a modo de colaboración. No se trata de ayudar a una empresa industrial a nivel de competitividad sino también buscar nuevas líneas de negocio que pueden suponer posibilidades de expansión.

Y este crecimiento debe ser no solo en cuanto a sectores sino también geográficamente. Hoy por hoy, el CIAC está muy bien posicionado tanto en Catalunya como a nivel español, gracias al trabajo hecho por mis dos antecesores. Pero debemos crecer en el ámbito europeo y con otros clústeres internacionales. Ello permite avanzarse a las tendencias y potenciar la cooperación entre empresas.

Ahora mismo, no. Pero tiene margen gracias a otras directivas que se están trabajando a nivel europeo relacionadas con los combustibles sintéticos. Y un modo de dar tiempo para la transición es trabajar en este tipo de combustibles que buscan también la neutralidad ecológica en cuanto a CO₂. Así, ante la próxima legislación Euro7 sobre reducción de emisiones, las inversiones a nivel industrial que se prevén, que serían realmente grandes, pueden verse mitigadas gracias a contar con el paso intermedio de combustibles sintéticos y continuar con éxito hacia el objetivo de ser neutrales 100% en el 2050.

Por eso es tan importante la estabilidad del modelo elegido. Porque permite a las empresas planificar sus próximas inversiones. Hoy por hoy, tendremos el vehículo eléctrico, asoman también los híbridos, pero, para 2035, hay que cumplir la directiva europea. Por lo que la oportunidad de alargar esta transición mediante combustibles sintéticos es muy interesante. Así habrá el tiempo suficiente para adaptar la industria a fin de avanzar en el camino iniciado. Y es que no es discutible: para 2050 hay que alcanzar la neutralidad en emisiones. Es una cuestión de emergencia climática.

Ya lo están haciendo, sí. Pero el cambio principal que veremos en el modelo del coche eléctrico no es tanto referente a temas tecnológico eléctrico, sino más por el concepto sostenible. Esto es, no podemos seguir produciendo como hasta ahora sino apostando por materiales reciclados, sostenibles, lo que supondrá el gran cambio. Lo que también supondrán nuevas oportunidades de negocio. Es cierto que el proceso de cambio no va acompañada de un momento de fortaleza económica que lo apoye, por eso reclamamos ayudas gubernamentales para asegurar esta transición —sin convertirnos en industrias subvencionadas— y que las administraciones estén alineadas con este cambio y con las necesidades del sector. En este sentido, valoramos positivamente el pacto nacional por la industria firmado en Catalunya, que es mucho más pragmático que el anterior y ahora hay que estar pendientes que las líneas presupuestarias se dirijan donde toca, que lleguen a las empresas y los proyectos que interesan. Esta será la tarea del clúster CIAC, procurar que el tejido industrial básicamente formado por pymes y micropymes alcance a estas líneas para avanzar en sus proyectos.

Puntualizar también que el modelo de negocio ha cambiado, con nuevos actores. Pero también afecta a las infraestructuras. Hasta ahora Europa ha puesto el foco en el producto —el vehículo— para reducir las emisiones de CO₂, por lo que las empresas han dedicado todos sus esfuerzos en desarrollar estos vehículos de bajas emisiones. Pero tenemos un problema… y es que no hemos puesto el foco en las políticas energéticas en cuanto a las renovables, cuando la energía para la carga de estos vehículos debe proceder de energías renovables. El siguiente paso, necesitaremos infraestructura para cargar estos vehículos. El desarrollo no ha ido a la par y ahora es necesario acelerar el desarrollo de este tipo de equipamientos. Todo ello permitirá aumentar la confianza de los usuarios para apostar por estos vehículos.

Yo soy un usuario de este tipo de vehículo desde 2012 pero reconozco sus limitaciones y la media de usuarios actuales tiene muchas dudas precisamente por estas limitaciones. Un vehículo no debe ser solo para trabajar, debe servir para ir a trabajar en ciudad, pero también para viajes de vacaciones, o largas distancias… en definitiva, un vehículo para cualquier necesidad.

En este sentido, el clúster debe tener influencia a nivel local, nacional y europeo para conocer bien las directivas que están preparando para el futuro, bien para incidir en ellas o para recogerlas e informar y ayudar a las empresas implicadas. Señalar que el CIAC tiene una potencia de crecimiento muy importante. Desde 2013 hasta hoy, se han sumado cerca de 200 empresas asociadas y podemos seguir creciendo de modo no solo orgánico con nuevos socios, sino también en colaboración con otros clústeres que nos ayuda a avanzar en los intereses comunes y nos facilita llegar a las empresas con interés en la nueva movilidad. Es una tarea que inició Vicenç Aguilera, continuó con Josep Maria Vall y ahora tomo yo el relevo.