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Patinandus populus

Redacción OutdoorActual08/11/2012
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Muchas veces no nos caemos en el típico paso de Vº por p... casualidad. Las manos se escurren, los pies se deslizan y nos preguntamos inútilmente "¿tenemos el día malo o estamos haciendo el ridículo?".Las escaladas más frecuentadas conllevan un problema añadido, que con el tiempo se acentúa: el pulimento de la roca.

Actualmente muchas de nuestras escuelas presentan este inconveniente que hay que asumir o evitar pero, ¿como estarán dentro de "tropecientos" años? Además cuanto más pulido más dificultad, hay que emplear más energía y por consiguiente el grado aumenta. Sera difícil encontrar una solución pero lo evidente es que con los reequipamientos estamos acelerando el problema. No hace falta que la vía sea un "best seller", si hay parabolts en abundancia, tiene el éxito de taquilla asegurado. A la par, por intereses de unos y otros, las rutas clásicas cada vez están mejor equipadas. Suerte tienen esas vías consideradas "vetustas", que se defienden con su óxido y ferralla de la avalancha humana.

Quizás la etiqueta de "clásica" tendrá que variar sus valores y otra generación de itinerarios tomar el relevo en las selecciones recomendadas. Lo cierto, es que la rugosidad es un bien escaso dentro del circuito de escaladas clásicas en todo el mundo y cada vez somos más los usuarios del terreno.

Unas rocas se salvan más que otras, no se puede generalizar, pero el uso y abuso del magnesio aún acentúa más el proceso. Podríamos repartirnos más, huir de la vulgaridad descubriendo la belleza de otros itinerarios menos promocionados por la prensa. No sólo las grandes clásicas son las mejores, simplemente son las que más se repiten, una especie de quiniela para tachar sabiendo de antemano el resultado. La escalada merece de más ingenio, aventura y compromiso que seguir al detalle la descripción de un libro o la mísera estrategia de perseguir a otras cordadas.

Salir de las pautas habituales puede aminorar el desgaste de las vías y ofrecer un respiro a próximas generaciones que, de seguro, inventarán algo nuevo que nos devuelva la textura original de muchos itinerarios gravemente afectados. Con un poco de suerte, en un futuro próximo podremos llevar a nuestros nietos de visita a Lourdes, para que conozcan de antemano esa horrible sensación de no poder agarrarse a la roca cuando más falta hace.

Armand Ballart