El I+D de la montaña: Calzado y las 3 capas textiles

Exceptuando las marcas de mayor renombre, la familia de las materias primas es un mundo desconocido para el usuario medio. Paradójicamente, son estos procesos tecnológicos, que se ocultan bajo atractivos diseños, las que marcan la diferencia entre los productos. Y es que la tecnicidad es clave en cualquier sector, pero especialmente en el outdoor en el que muchas veces protección, ligereza, durabilidad o confort influyen en la seguridad.
Esta preocupación por el I+D está presente en el trabajo de las empresas especialistas como Gore-Tex, Polartec o Vibram, que aportan su conocimiento, además de una necesaria diferenciación a las marcas en un mercado con la oferta desbordada. Sin embargo, no son los únicos. Desde hace años vivimos una tendencia creciente en la que los propios fabricantes desarrollan compuestos y tecnologías que mejoran sustancialmente sus productos.
Uno de los grandes logros del mundo del outdoor ha sido su capacidad para trasladar esta innovación a la calle. Como pasa con la Fórmula 1, el desarrollo que han llevado a cabo los productores de textiles técnicos y, también, las marcas, ha sido clave para popularizar la tecnicidad, en la medida en la que nuestros bolsillos nos lo permitan. Evidentemente lo funcional se paga, pero ese es un aspecto que el consumidor tiene bastante asumido, gracias en parte al trabajo comunicativo de las propias marcas.
De esta manera, la lista de tejidos, componentes y materiales que las marcas tienen a su disposición es interminable lo que ayuda a los fabricantes a definir con total libertad el tipo de producto que quieren producir y, sobre todo, las prestaciones que debe tener. Como si de un puzle se tratase, las materias primas son paleta de posibilidades que las marcas utilizan para encajar las piezas y poder dar al consumidor lo que reclama y lo que necesita.
Calzado
El calzado es uno de los factores diferenciadores de los deportes de montaña y dentro de esta familia, es la suela, nuestro único contacto con la superficie, uno de los componentes que mayores dosis de innovación presenta. Están fabricadas mayoritariamente de caucho -en varias densidades-, aunque algunos modelos que priman la ligereza, la amortiguación y la absorción de impactos, apuesta por la inserción, total o parcial de poliuretano (PU), sacrificando la durabilidad, o incluso por material textil.
En cuanto a las propuestas más innovadoras, no podemos obviar el papel de la marca italiana Vibram, con más de 50 productos en el mercado, que este año ha lanzado su compuesto Megagrip. Se trata de una goma diseñada para actividades que requieren un gran agarre de la zapatilla, por ejemplo sobre superficies deslizantes como barro o terrenos húmedos. Está disponible en varias durezas diferentes y pensada tanto para caminar como para correr por la montaña. El gigante de Milan además afirma que tiene un menor desgaste y destaca su función “auto-limpieza”, logrando que el barro y las piedras que a menudo se quedan incrustadas en nuestra suela se despeguen con las propias zancadas. Otras propuestas novedosas son las que proponen Salewa o Adidas con Michelin o Continental, expertos en el caucho gracias a la fabricación de neumáticos.
El upper o corte del calzado tiene la doble función de proteger al pie, mientras lo deja “respirar”. En los calzados ligeros, previstos para actividades con buen tiempo, aparece la malla, fresca y agradable, mientras que en zapatillas y botas de mayor fiabilidad, el tejido se une a membranas impermeables, que intentan no perder la transpirabilidad. En este sentido, la última gran creación ha sido la membrana Gore-Tex Surround que, con sus ventilaciones en 360º, sigue ganando peso en el mercado tras su llegada hace dos años. También pega con fuerza la tecnología OutDry con una construcción en una sola pieza que expulsa el agua.
Primeras capas
En contacto con nuestra piel, los tejidos de las primeras capas deben tener un tacto y ajuste agradable, mantener la temperatura -especialmente si son térmicas- y sobretodo evacuar el sudor. Los tejidos más utilizados son fibras sintéticas de poliéster, polipropileno o elastano, que ofrecen buenas propiedades caloríficas y elasticidad, y naturales como el algodón, que en los últimos años se ha reencontrado con la lana merino, y a los que se han añadido otros derivados del coco, bambú y madera. En busca de la mezcla más completa, es frecuente encontrar tejidos que integran varias de estas fibras.
La innovación en esta familia va encaminada a añadir nuevos valores a las prendas que ahora pueden ser también antibacterianas, hipoalergénicas, protectoras de los rayos UVA, repelentes de insectos o incluso que ofrezcan un aporte energético extra a través del propio tejido. También se han multiplicado los tejidos que apuestan por la compresión, una propiedad que favorece el trabajo muscular y facilita el paso de la sangre por los vasos capilares, con todo lo que ello implica a nivel de salud y rendimiento.
Segundas capas
En segundas capas lo importante es aislar al cuerpo y no “interferir” en la expulsión del sudor que lleva a cabo la primera capa. Son los históricos fleece o forros polares, con multitud de versiones y con casi todas las marcas apostando por sus propios tejidos, son la estrella de esta categoría, especialmente el emblemático Power Stretch de Polartec. Este tipo de tejido, que se obtiene de la polimerización del etileno, cuenta con una larga lista de ventajas entre las que destacan la calidez, el confort, la durabilidad, la polivalencia, la elasticidad… Suele estar disponible en varios gramajes (100, 200 o 300 gramos) en función de su capacidad térmica, aunque también influirá en su durabilidad.
Las segundas capas viven desde hace años en un proceso de hibridación, empujado por el auge que están viviendo deportes con alto grado de movimiento como el fast hiking, el trail running o el esquí de montaña, y en general por una visión minimalista del material de montaña. Los denominados softshells han adquirido algunas de las prestaciones que antes asumían las terceras capas. Así, podemos utilizar una segunda capa cortavientos e impermeable -por supuesto sin perder la transpirabilidad- y olvidarnos de otra chaqueta durante una jornada cálida y sin amenaza de lluvias.
Terceras capas
En la última capa es donde más dura es la batalla entre fabricantes de tejidos. Es una capa clave porque “protege” todas las funcionalidades de las capas internas, y aunque tradicionalmente su gran virtud ha sido la impermeabilidad, en estos últimos años los principales fabricantes de textiles técnicos están para ganar, sobre todo, transpirabilidad (algo de lo que hasta hace poco adolecía).
Los tejidos más utilizados suelen combinar delgadas membranas, que se presentan recubiertas de materiales impermeabilizantes como el caucho, el cloruro de polivinilo (PVC), poliuretano (PU), de elastómero de silicona, fluoropolímeros o la cera. Estas membranas tienen una gran cantidad de poros diminutos que permiten la expulsión del vapor de agua, producto de la sudoración, mientras nos protegen de los elementos exteriores como la lluvia o el viento.
Para situaciones de frío o en las que vayamos a estar parados, necesitaremos que nuestra tercera capa contenga algún tipo de relleno que nos aporte un extra de calor. En este sentido ha ganado mucho protagonismo la utilización de la pluma o imitadores sintéticos, cuya gran virtud es su capacidad para almacenar el calor.