Los contactos entre cazadores y Gobierno alertan al colectivo senderista
La polémica sobre los usos del monte y el conflicto con la caza ha vuelto a saltar al plano público después de que el pasado viernes 3 de enero EL PAIS publicara Prohibido pasar: zona de caceria, en la que se advertía de los contactos entre cazadores y Gobierno en vistas a una nueva ley de montes.
En esta reunión la Real Federación Española de Caza (RFEC) defendió la prohibición de acceso a los montes públicos en las zonas y los días en los que se organicen monterías o batidas arguyendo motivos de seguridad. Obviamente la sugerencia ha levantado ampollas entre otros colectivos de personas que se desarrollan en el entorno natural como senderistas o seteros.
Entre las reacciones, la asociación Red Montañas ha decidido poner en marcha una petición de firmas en el portal Change en la que se pide al ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que exija a la RFEC el mantenimiento de una página web en la que se informe de todas las actividades cinegéticas.
Postura de Red Montañas ante el ataque de los cazadores al art. 45 de la Constitución
- RedMontañas somos una entidad anticaza, aunque asumimos que en ciertos casos pueda ser necesario el control de determinadas especies en función de los daños económicos o ecológicos que puedan producir. Aún en estos casos, a menudo es posible intervenir sin cazar, mediante medidas encaminadas a restaurar el equilibrio (siempre relativo y mutable) de los ecosistemas, por ejemplo en los sistemas presa-predador o en casos donde existan agentes naturales de control. Y en última instancia, incluso en aquellos casos en que matar con un arma de fuego pueda ser realmente necesario, la caza comercial no es de ningún modo el mejor sistema para efectuar un control preciso y que siga criterios científicos, ya que ni los cazadores tienen los conocimientos necesarios, ni las prescripciones técnicas de las batidas se cumplen siempre, entre otras cuestiones.
- En las sociedades occidentales no es necesario cazar para vivir. Disfrutar matando parece una afición sórdida y anticultural cuando existe un espectro tan amplio de actividades con las que disfrutar de la naturaleza, en las que realizar ejercicio físico o incluso en las que canalizar el hipotético instinto cazador del ser humano.
- Admitimos que la caza mueve mucho dinero. También, mucho dinero negro, que jamás se incorpora a la economía social. Eso sí, en el curso de los eventos cinegéticos y su entorno se cierran muchos grandes negocios. Negros, muchos de ellos.
- Las monterías y batidas son, de todas las modalidades de caza, probablemente las menos 'deportivas' y no es creíble que nadie argumente que en ellas se disfruta de la naturaleza, el silencio, etc. Sus participantes acuden en todoterrenos, se les abren las barreras de las pistas forestales, y ellos se quedan sentaditos en los puestos con el rifle listo, mientras los perros y los ojeadores les traen las víctimas a su alcance. ¿Cazar, o 'asesinar' animales?
- Precisamente porque las batidas y monterías son absolutamente incompatibles con cualquier otra actividad pacífica de recreo en la naturaleza, debido a su peligrosidad y al riesgo de accidente mortal, son ellos quienes deben poner de su parte, y no los demás. La solución en ningún caso puede ser prohibir la entrada, privando al resto de la sociedad de su derecho al libre disfrute del medio natural. Nuestra propuesta es que sean ellos quienes tengan la obligación de planificar y anunciar convenientemente y con tiempo suficiente sus actividades (fecha, municipio y ámbito territorial, horarios, etc...), en un medio centralizado y único, de fácil consulta por todos los usuarios. De este modo cada cual podrá adaptar su actividad y evitar conflictos, del mismo modo que casi todo el mundo consulta la meteorología antes de salir a la montaña, etc.
En otras palabras: que la federación de caza se gaste la pasta en una aplicación informática que funcione perfectamente; que las batidas y monterías se programen desde principio de temporada para que todo el mundo sepa a qué atenerse, y listo. Eso es lo que tiene que imponer a los cazadores la Ley de Montes.