OPINIÓN
“La sensorialidad es igual a la identidad. Si ignoramos cómo una persona percibe el mundo corremos el riesgo de construir entornos bonitos, pero hostiles“

Entrevista a Verónica Martín, biointeriorista en A-Típic Biointeriors

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El diseño consciente pretende dar respuesta a todos los perfiles sociales. Bajo esta premisa nace A-Típic Biointeriors, un punto de encuentro donde arquitectura, o mejor dicho neuroarquitectura, interiorismo y comunidad científica se dan de la mano, para ofrecer espacios habitables y accesibles a personas con neurodivergencia. Colores, mobiliario, distribución espacial… son elementos que no solo pueden afectar a su sensibilidad, sino que la clave está en construir espacios saludables y personalizados atendiendo a sus necesidades particulares.

La arquitecta Verónica Martín de A-Típic Biointeriors
La arquitecta Verónica Martín de A-Típic Biointeriors.

¿Por qué nace A-Típic Biointeriors?

A-Típic Biointeriors nace de una historia muy personal. Empecé mi formación en diseño de interiores justo cuando me diagnosticaron esclerosis múltiple, con tan solo 18 años. En ese momento, mi preocupación principal era la accesibilidad física, ya que tenía movilidad reducida.

Con el paso del tiempo y al convertirme en madre, mis prioridades cambiaron. Un día, mi hija —que hoy sé que es autista, como su hermano y como yo misma— me dijo: “mamá, este sitio me grita, pero no habla”. Aquella frase cambió por completo mi forma de entender los espacios. A partir de ahí, me sumergí en el estudio de la neuroarquitectura, la accesibilidad sensorial y cognitiva, el perfil sensorial, la bioconstrucción y el biointeriorismo, buscando dar respuestas reales a las necesidades de mi hija… que luego descubrí que también eran las mías.

Así nace A-Típic Biointeriors: como un proyecto personal que hoy es profesional, con el objetivo de transformar los espacios en refugios amables, habitables y respetuosos con las particularidades sensoriales y emocionales de las personas neurodivergentes.

¿Dada su experiencia personal y profesional, ¿cuáles son los tres principios para la creación de entornos inclusivos y funcionales para personas neurodivergentes? ¿Cuáles son los errores más comunes que se deberían evitar en cualquier proyecto?

A menudo usamos la palabra ‘inclusivo’ sin pensar en lo que realmente implica. Para muchas personas neurodivergentes este término nos recuerda que hemos sido —o seguimos siendo— excluidos de muchos espacios. Por eso, desde A-Típic Biointeriors preferimos hablar de accesibilidad, porque va más allá de incluir: significa permitir habitar con dignidad, sin dolor ni esfuerzo extra.

Si tuviera que quedarme solo con tres principios clave para diseñar entornos accesibles y funcionales para personas neurodivergentes, serían estos:

1. Accesibilidad cognitiva: Todo espacio comunica y, para que esa comunicación sea eficaz, debemos hablar el mismo lenguaje. Muchas veces necesitamos apoyos visuales como pictogramas, códigos de color, señalética clara... Si no, nos sentimos desorientados, como si nos moviéramos por un país cuyo idioma no entendemos.

2. Accesibilidad sensorial: Nuestra percepción del entorno es más intensa y cada estímulo (luz, color, sonido, olor, textura…) puede regular o desregular nuestro sistema nervioso. No es lo mismo un olor a lavanda que a romero, un azul pastel que un amarillo brillante. Diseñar con conciencia sensorial es diseñar para la calma, la atención, el bienestar.

3. Materialidad neuroafín: No solo importa el color, sino el material que lo contiene. Pintar una sala de azul relajante no sirve de mucho si usamos pintura plástica que genera electricidad estática, mala calidad del aire o incomodidad táctil. El cuerpo también escucha. Necesitamos materiales nobles, vivos, naturales, sin tóxicos, que respeten el sistema nervioso.

Y si hablamos de errores, para mí el más grave y común es asumir que todos percibimos el entorno igual. Nada más lejos. Cada persona tiene un perfil sensorial único. Lo que para una persona es neutro, para otra puede ser una agresión en toda regla. Diseñar sin tener en cuenta estos matices puede acabar creando espacios que literalmente duelen.

¿En el diseño de espacios para personas neurodivergentes, la flexibilidad y adaptabilidad son clave? Se basa en principios de la neuroarquitectura, ¿por qué?

La neuroarquitectura es una herramienta valiosísima, sobre todo porque parte de estudios científicos que han medido las respuestas —conscientes e inconscientes— de las personas a diferentes entornos. Nos da pistas objetivas sobre cómo ciertos estímulos afectan a nuestro cerebro y eso es una base muy útil para diseñar.

Sin embargo, debemos tener cuidado: muchos de estos estudios se basan en promedios. Y la media, aunque orientativa, no representa a todo el mundo. Por ejemplo, hay estudios sobre el color que muestran que el amarillo genera irritabilidad en muchas personas autistas —lo cual tiene sentido evolutivo, ya que es un color de alerta en la naturaleza: serpientes, avispas, ranas venenosas…— pero también hay personas autistas que necesitan ese color para activar o regular su atención, yo misma, por ejemplo. Por eso, además de apoyarnos en la neuroarquitectura, en A-Típic Biointeriors siempre trabajamos con perfiles sensoriales individuales. Lo que para uno es un refugio, para otro puede ser una amenaza. Así que, la neuroarquitectura es maravillosa para espacios de pública concurrencia, en la que no tienes un único perfil de usuario, pero en viviendas, por ejemplo, debemos personalizar un poco más.

Y en cuanto a la flexibilidad, es un concepto interesante pero no universalmente positivo. Hay perfiles —como personas con TDAH o altas capacidades— que necesitan espacios versátiles, con movimiento, cambios, dinamismo. Para ellos, la flexibilidad espacial puede ser terapéutica. Pero en cambio, para muchos autistas o personas altamente sensibles lo contrario es lo ideal: necesitamos estructura, jerarquización clara del espacio y previsibilidad. Saber que cada zona tiene una función concreta y estable nos aporta calma mental y seguridad.

Así que, sí, la adaptabilidad es clave, pero no como una receta universal, sino como un marco que debe responder a la necesidad individual de cada persona o perfil. Y eso es lo que hace la diferencia entre diseñar de manera igualitaria o equitativa.

En este sentido, ¿cómo aborda la integración de la sensorialidad (iluminación, texturas, mobiliario…) en sus proyectos y qué materiales son los más recomendables en estos casos?

Vivimos a través de los sentidos. Son nuestro primer lenguaje con el mundo, lo que configura nuestra historia, nuestras memorias y emociones. Por eso, en diseño neuroafín, la sensorialidad no es un extra: es el punto de partida.

Para integrar adecuadamente la dimensión sensorial en mis proyectos parto siempre del perfil sensorial del usuario. Utilizo el modelo Dunn, que contempla cuatro tipos, aunque para hacerlo comprensible suelo agruparlos en dos grandes bloques: hipersensibilidad e hiposensibilidad.

Cada uno de estos perfiles percibe el entorno de manera radicalmente distinta. Por ejemplo, una persona hipersensible a nivel visual necesita luz cálida, difusa e indirecta, sin brillos ni contrastes agresivos. Si no, puede saturarse y entrar en colapso o desconexión. Pero una persona hiposensible, en cambio, buscará luz intensa, sombras marcadas, focos directos, porque necesita más estímulos para sentirse conectada con el entorno. Lo mismo ocurre con los demás sentidos: auditivo, olfativo, táctil…

Por eso, en A-Típic Biointeriors realizamos siempre un perfil sensorial individual antes de diseñar, para saber cómo crear espacios que realmente nutran a esa persona.

En cuanto a los materiales, no existe un ‘diccionario de materiales neurodivergentes’. No hay soluciones universales, sino elecciones basadas en la sensibilidad concreta del usuario.

Por ejemplo, para un perfil táctil hipersensible priorizamos materiales suaves y cálidos: madera pulida, algodón orgánico, lana merino, arcilla, lino lavado… que aportan calma y confort. En cambio, una persona hiposensible necesita más contraste y textura, por lo que optamos por cal texturizada, madera sin tratar, yute, cáñamo, cerámica porosa… materiales con carácter, que inviten al contacto.

La sensorialidad es igual a la identidad. Si ignoramos cómo una persona percibe el mundo, corremos el riesgo de construir entornos bonitos, pero hostiles.

¿La incorporación de agentes científicos y sanitarios desde la fase de diseño es vital en estos proyectos?

Sin duda. La incorporación de estos perfiles desde la fase inicial del diseño no es un lujo, es una necesidad. Cuando hablamos de ‘científicos’ nos referimos principalmente a toda la base de conocimiento construida a través de estudios y publicaciones de papers sobre neuroarquitectura, psicología del espacio, percepción, cognición y entorno. Estas investigaciones nos ofrecen datos fiables, patrones generales y evidencias neurofisiológicas que nos permiten tomar decisiones de diseño con una base real, especialmente en espacios públicos o compartidos. No diseñamos desde la intuición estética, sino desde la comprensión profunda del impacto ambiental en la salud y la conducta de cada persona.

Pero esto, aunque es fundamental, no es suficiente. Por eso en A-Típic Biointeriors contamos con un profesional sanitario en el equipo: un psicólogo especialista en neurodesarrollo que colabora estrechamente con nosotros y que tiene dos roles dentro del estudio. Para empezar, el de revisión de los perfiles sensoriales y cognitivos de cada cliente porque, aunque yo me he formado intensamente, no soy psicóloga, y hay detalles que requieren una lectura profesional especializada. Y, por otro lado, el acompañamiento emocional durante el proceso de reforma, que a menudo resulta desregulador para las personas neurodivergentes. Piensa que una obra transforma lo que para muchos es su única zona de seguridad: su hogar. Cambia el olor, los sonidos, la rutina, las personas que lo transitan, incluso el polvo o el caos visual pueden ser fuente de ansiedad. Y esto se aplica tanto a pequeños como a adultos.

Por eso, nuestro psicólogo realiza una sesión mensual con los clientes durante toda la obra, para acompañarlos emocionalmente. Este servicio no solo mejora la experiencia del proceso, también garantiza que cuando llegue el momento de habitar el nuevo espacio, este sea verdaderamente terapéutico y no un detonante de trauma.

Podríamos decir que el diseño verdaderamente neuroaccesible se construye desde el trabajo conjunto entre interiorismo, psicología, ciencia, bioconstrucción, geobiología y mucha escucha activa.

Dos proyectos accesibles donde la elección de los colores, materiales, distribución....

Dos proyectos accesibles donde la elección de los colores, materiales, distribución... se adapta a las necesidades particulares de personas con neurodivergencia.

Es una interiorista con condición neurodivergente, ¿qué mitos o percepciones erróneas sobre el diseño para la neurodiversidad le gustaría desmentir en la industria de la arquitectura y la construcción?

Uno de los grandes mitos que me gustaría desmentir es el del ‘diseño universal’ como solución definitiva. Se nos vende como una fórmula mágica para incluir a todo el mundo, pero muchas veces acaba siendo tan genérico que no incluye realmente a nadie. Porque diseñar ‘para todos’ sin considerar las particularidades es, en el fondo, diseñar desde la norma.

Y la norma, ¿quién la decide? Casi siempre, el cuerpo normotípico, neurotípico, sin diversidad funcional ni sensorial. Así que acabamos con espacios que tienen rampas, pictogramas o braille —lo cual está genial, ojo, no se me malinterprete aquí— pero que no van más allá. ¿Dónde queda la luz que no deslumbra? ¿Dónde está el mobiliario que no genera ruido visual ni táctil? ¿Dónde están los entornos que no agreden emocionalmente?

Diseñar para la neurodiversidad no es un extra. Es una mirada distinta. Porque no todas las discapacidades se ven y no todo lo que se ve debería considerarse una discapacidad si el entorno supiera adaptarse. Cuando el espacio es respetuoso, muchas de nuestras ‘dificultades’ simplemente desaparecen. No es magia, es diseño consciente.

También me gustaría desmontar la idea de que el diseño para personas neurodivergentes tiene que ser aburrido, monocolor o sin carácter. Podemos diseñar con belleza, con identidad, con emoción… pero partiendo siempre de la percepción sensorial y cognitiva real de quien va a habitar ese espacio.

Y como profesional neurodivergente, otro mito que me pesa es que seamos menos válidas, menos funcionales o menos profesionales. Yo no diseño a pesar de mi neurodivergencia. Diseño gracias a ella porque me permite ver el mundo desde una perspectiva que no está en los libros, pero sí en la piel, en los nervios, en la emoción. Y eso no se puede copiar.

Ojalá en la industria de la construcción y el diseño dejemos de ver la accesibilidad como un cumplimiento normativo y empecemos a verla como un acto de respeto, sensibilidad y justicia espacial.

¿Qué desafíos normativos o de construcción ha encontrado al intentar implementar diseños innovadores que se apartan de los estándares convencionales y cómo los ha superado?

Hasta ahora he tenido bastante suerte con la normativa, sobre todo porque mi trabajo se ha centrado principalmente en viviendas privadas, clínicas y espacios terapéuticos, donde el marco regulador es algo más flexible. Pero eso no significa que no me haya encontrado con obstáculos.

Uno de los más frustrantes es que muchas viviendas, aunque cumplen la normativa, no están pensadas para ser vividas con salud y confort. Me he encontrado con pasillos largos y estrechos que crean una sensación de túnel, o con puertas mínimas que apenas permiten una circulación fluida, ventanas a patinejos interiores sin luz ni ventilación real… Todo eso pasa la inspección técnica, pero no pasa la inspección sensorial ni emocional.

Y lo peor es que, en muchas ocasiones, el presupuesto no permite modificar estructuras, así que te ves diseñando dentro de un contenedor que ya viene condicionado por decisiones hechas desde la economía, no desde el bienestar. Es una pena que las casas se sigan concibiendo como productos de inversión o transacción en lugar de como refugios para la vida real, para las personas, con todas sus particularidades.

Creo que como profesionales del diseño y la construcción tenemos una responsabilidad ética: cumplir la normativa, sí, pero también superarla cuando se queda corta para garantizar salud sensorial, accesibilidad cognitiva y verdadera habitabilidad. Porque una casa que no acoge, que agrede, que impide regularse o descansar, no es un hogar. Es una jaula bonita.

Así que sí, he encontrado barreras. Y mi forma de superarlas es poner al usuario en el centro, aunque el plano diga otra cosa. Escuchar su cuerpo, su percepción, su necesidad. Y desde ahí, buscar soluciones creativas, acompañar los procesos con honestidad y luchar para que algún día las normativas incluyan también lo invisible: el silencio, la calma, la luz amable, los espacios que no abruman.

¿La tecnología y los sistemas de conectividad contribuyen a mejorar la autonomía y el confort en personas neurodivergentes?

Sin duda, la tecnología puede ser una gran aliada para mejorar la autonomía, la seguridad y el confort en personas neurodivergentes, la uso y me encanta. Hay sistemas que facilitan muchísimo la vida cotidiana: desde vitros que se apagan solas por seguridad, hasta asistentes de voz que permiten comunicarse sin necesidad de lenguaje verbal, o botones de emergencia que simplifican pedir ayuda sin generar ansiedad.

Pero —y este ‘pero’ es importante— también tenemos que pensar en los efectos que estos sistemas pueden tener sobre nuestra salud física y sensorial. No todo lo que es útil es necesariamente saludable. Muchos perfiles neurodivergentes son sensibles a los campos electromagnéticos y una sobreexposición puede afectar al sueño, al sistema nervioso, al nivel de carga corporal…

Por eso, en A-Típic Biointeriors integramos la tecnología desde una mirada biocompatible. Apostamos siempre que se puede por conexiones por cable en lugar de wifi, instalamos desconectores de red automáticos o manuales por la noche, para garantizar un descanso profundo y libre de interferencias, y evitamos acumulaciones de dispositivos cerca de zonas de sueño o regulación sensorial.

Nuestro enfoque es claro: sí a la tecnología, pero desde el respeto a los cuerpos, a los ritmos y a la salud energética del espacio. Se trata de abrazar el progreso sin renunciar al bienestar.

¿Nos podría indicar un caso de éxito o un proyecto que sirva de paradigma de esta arquitectura inclusiva?

Uno de los proyectos que más me marcó fue la reforma del dormitorio de un niño autista de 8 años y perfil sensorial hipersensible. La familia acudió a mí porque no podía dormir solo, sufría crisis nocturnas constantes y había mucha tensión familiar porque los papás ya querían dormir ellos dos solos después de 8 años, pero cada noche había conflicto.

A través del perfil sensorial detectamos que el problema no era emocional, sino ambiental: La luz del techo y la mesilla eran blancas, textiles sintéticos que le irritaban, su habitación estaba llena de cosas, pero llenísima, y con colores demasiado estimulantes, los que los adultos detectamos como ‘color infantil’.

Cambiamos la iluminación por una de espectro cálido regulable, utilizamos materiales naturales (algodón, madera, pintura mineral), y reorganizamos el mobiliario para generar una zona de seguridad clara y contenida. También se integró una tienda sensorial de retiro dentro de la habitación, para momentos de autorregulación….

El resultado fue casi inmediato: empezó a dormir solo durante toda la noche por primera vez en su vida. Y con eso, cambió la dinámica de toda la familia. Es diseño sensible, centrado en la persona. Es como un ejemplo muy muy sencillo, pero que llama la atención de, a veces, haciendo cosas muy fáciles, tienes un impacto increíble.

Con A-Típic Biointeriors ha conseguido ‘revolucionar’ el sector del interiorismo, no solo en nuestro país sino fuera de nuestras fronteras. ¿Qué áreas de investigación o desarrollo considera más prometedoras en el campo de la arquitectura y el diseño de interiores, para seguir avanzando en la creación de espacios accesibles?

Creo que estamos solo empezando a entender el verdadero impacto que tienen los espacios en nuestro sistema nervioso, nuestras emociones y nuestra conducta. Por eso, apostamos por seguir profundizando en tres líneas de investigación que considero estratégicas para el futuro:

1. Neuroarquitectura aplicada específicamente a neurodivergencias. Aunque ya tenemos bases científicas, aún falta investigación adaptada a perfiles sensoriales concretos: cómo responde un niño con TDAH a la geometría de un aula, cómo afecta la reverberación a una persona autista en una sala de espera, qué tipo de distribución espacial mejora la autorregulación emocional en adultos altamente sensibles...

2. Materialidad consciente y saludable: estudiar y validar científicamente los efectos de los materiales naturales (como arcillas, cal, maderas sin tóxicos, fibras naturales...) no solo en términos de sostenibilidad, sino en su interacción con la piel, el olfato, el sistema límbico y la calidad del aire interior.

3. Y, por último, algo fundamental: intersección entre diseño, psicología y salud pública. Tenemos que dejar de ver el diseño como un lujo estético y empezar a integrarlo como una herramienta de prevención, cuidado y bienestar. El diseño del entorno debería estar al mismo nivel que la nutrición o el descanso dentro del concepto de salud integral.

Las personas no son las que deben adaptarse al espacio. Es el espacio el que debe adaptarse a la forma en que cada persona percibe el mundo. Ese es el verdadero cambio de paradigma que ya hemos empezado… y que va a llegar muy lejos.

¿En qué nuevos proyectos estás trabajando actualmente, y cómo sigue creciendo su compromiso con la neurodiversidad?

En este momento estoy trabajando en varios proyectos preciosos de diseño biointeriorista aplicados a la neurodiversidad, tanto en viviendas particulares como en oficinas y centros terapéuticos. Pero hay uno muy especial que quiero compartir.

Junto con Juan y Sergio —dos personas neurodivergentes maravillosas, como yo—, hemos creado una plataforma que nos hace una ilusión inmensa: www.atipicos.org. Es un espacio vivo de divulgación, conexión y apoyo entre personas neurodivergentes, profesionales, familias, asociaciones y empresas con mirada neuroinclusiva.

Aunque aún está en fase de desarrollo, ya se puede hacer el preregistro en la web y empezar a descubrir de qué va. Nuestra idea es abordar temas vitales para nuestro colectivo: vivienda, salud, educación, emprendimiento, ocio accesible… y, sobre todo, generar comunidad.

Queremos que esta plataforma sea un punto de encuentro donde las personas neurodivergentes podamos sentirnos vistas, representadas, apoyadas y conectadas. Y dónde encontrar recursos y profesionales que realmente entiendan nuestras necesidades, sin juicios, sin filtros, desde la empatía y la escucha activa.

Es más que un proyecto: es un movimiento que nace desde dentro, hecho por y para nosotras. Y está a punto de ver la luz. Me emociono solo de pensarlo.

Hoy ya no concibo diseñar sin mirar más allá de los planos. Porque todas las personas merecen un lugar donde poder ser sin filtros. Y eso, a veces, empieza por una simple pregunta: ¿cómo percibes el mundo?

“Las investigaciones científicas nos ofrecen datos fiables, patrones generales y evidencias neurofisiológicas que nos permiten tomar decisiones de diseño con una base real, especialmente en espacios públicos o compartidos”
“Muchas viviendas, aunque cumplen la normativa, no están pensadas para ser vividas con salud y confort”
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