Madrid apuesta por un barrio verde con el proyecto Solana
En el norte de Madrid, entre Valdebebas y La Moraleja, se gesta Solana, un modelo de desarrollo urbano cuya planificación parte de una red ecológica continua que respeta y potencia los elementos preexistentes del paisaje: vaguadas, laderas, antiguos caminos y cursos de agua. El diseño prioriza la movilidad no motorizada, con rutas peatonales y ciclistas que atraviesan un entorno natural de más de 290.000 metros cuadrados de zonas verdes. Estos corredores están pensados como arterias de vida que favorecen el paseo, la actividad física, la conexión social y el acceso seguro a servicios y equipamientos, sin necesidad de recurrir al vehículo privado.
Las altas temperaturas, la contaminación del aire, la pérdida de biodiversidad y el estrés hídrico ya no son desafíos a futuro, sino realidades cotidianas que exigen respuestas estructurales. En este contexto, las propuestas urbanísticas más innovadoras no solo incorporan criterios ambientales, sino que colocan la naturaleza como base fundamental del modelo urbano. Uno de los enfoques más prometedores es el del ‘esqueleto verde’, una visión que plantea organizar la ciudad a partir de una red continua de corredores ecológicos funcionales. Esta nueva lógica de diseño no se limita a añadir zonas verdes como un complemento, sino que articula todo el espacio urbano desde ellas, según señalan en una nota de prensa fuentes de Solana.
Vegetación, agua y biodiversidad se convierten en infraestructuras esenciales capaces de sostener redes de movilidad lenta, gestionar el agua de lluvia de manera eficiente y reforzar la resiliencia climática. Este enfoque no solo mejora la calidad ambiental y el confort de los entornos urbanos, sino que redefine la forma en que las personas se relacionan con el espacio que habitan.
Uno de los enfoques más prometedores de las propuestas urbanísticas innovadoras es el del ‘esqueleto verde’, una visión que plantea articular todo el espacio urbano desde las zonas verdes.
Infraestructura verde como columna vertebral de la ciudad
El plan contempla la plantación de más de 4.500 árboles, con especies autóctonas adaptadas al clima mediterráneo, que contribuirán a la generación de microclimas urbanos, la captura de CO2 y la mejora de la calidad del aire. Además, esta vegetación estructural ofrece hábitats diversos que favorecen la regeneración de la fauna local, devolviendo a la ciudad funciones ecosistémicas hoy degradadas.
"Este modelo de desarrollo urbano supone un giro en la manera de concebir la ciudad: no tanto como una superficie impermeable e intensiva en recursos, sino como un ecosistema vivo, resiliente y conectado con su entorno". Más allá de la eficiencia técnica, la propuesta aspira a recuperar el vínculo emocional y funcional entre las personas y la naturaleza, transformando el espacio urbano en un lugar más humano, saludable y sostenible.
El proyecto que se está desarrollando en el norte de Madrid podría convertirse en un referente replicable para otras ciudades que buscan compatibilizar crecimiento y sostenibilidad. "Porque pensar en ciudades del futuro no es solo proyectar infraestructuras: es también imaginar territorios donde las personas, los árboles, el agua y el aire compartan un equilibrio regenerativo", concluyen en la nota de prensa.














































































