Mesa redonda sobre incorporación de nuevos profesionales
Formación y relevo generacional, necesidades urgentes que requieren implicación entre industria y administración
Una de las grandes preocupaciones del sector de la construcción –y de la mayoría de sectores de la actividad industrial- es la falta de relevo generacional y de nuevos trabajadores formados en una especialización, sobre todo en el ámbito de la instalación. Esta fue una de las áreas temáticas del II Congreso de la Ventana, la Fachada y la Protección Solar, promovido por Asefave y celebrado en Madrid los días 13 y 14 de noviembre.
En el transcurso de la mesa redonda ‘Incorporación de nuevos profesionales’, moderada por Manuel Medina, director para España y Portugal de ISO Chemie se analizaron las principales causas de esta problemática y posibles soluciones. Participaron en esta mesa redonda: Enric Gres, director de marketing y producto de Tremco CPG Europe; José Manuel Torres, Key Account Manager para el canal Windows and Industry en Soudal Química; Inmaculada Jiménez, profesora del Centro de Formación Profesional Tecnológico Industrial de León, y Belén Marcos, coordinadora de la Delegación de Sevilla de Andalucía Acoge.
El diagnóstico de la situación por parte de los participantes no dejaba lugar a dudas: el sector de la construcción —y especialmente el subsector de la ventana y la envolvente— afronta una situación estructural que amenaza su capacidad de crecimiento. Los participantes coincidieron en que el problema no es solo atraer nuevos profesionales, sino articular un sistema formativo realista, accesible y conectado con las necesidades de empresas y trabajadores.
700.000 vacantes en la Construcción
El debate se abrió con una cifra alarmante: en estos momentos hay más de 700.000 vacantes sin cubrir en la construcción. El dato evidencia que existe un desequilibrio preocupante entre una demanda que se expande y una oferta laboral incapaz de seguir su ritmo. Factores como el envejecimiento de la mano de obra, la jubilación de perfiles cualificados y una imagen social poco atractiva del oficio dificultan la llegada de nuevos trabajadores. Enric Gres señaló que “apenas uno de cada diez estudiantes opta por la FP vinculada a la construcción”, una elección condicionada tanto por percepciones sociales desfasadas como por la falta de itinerarios formativos completos”.
Desde el ámbito educativo, Inmaculada Jiménez se mostró moderadamente optimista en el sentido que “se están incrementando las solicitudes de alumnado que quieren iniciar ciclos de formación profesional, no solo en el ámbito de la construcción, sino en todos los ámbitos. Crece el interés por estudiar ciclos técnicos, incluso entre personas adultas que quieren reorientar su carrera profesional”. Reconoció, sin embargo, que ese impulso no está alcanzando al sector de la ventana porque no existe una presencia real del oficio en la formación reglada. “No hay itinerarios claros ni estándares de competencia que definan qué debe saber un instalador, un técnico de mantenimiento o un responsable de control de calidad. Esta ausencia contrasta con el marco europeo, donde ya existen definiciones profesionales como la de “instalador de ventanas” recogidas en el catálogo ESCO, Clasificación Europea de Capacidades, Competencias, Cualificaciones y Ocupaciones.
La falta de estándares también tiene consecuencias directas: las formaciones internas de las empresas no son reconocibles académicamente, los trabajadores no pueden acreditar su experiencia fuera de su región y la movilidad laboral se ve obstaculizada. Para revertir la situación, Jiménez explicó que el sector debe dirigirse al Ministerio de Educación con propuestas sólidas que permitan desarrollar nuevas cualificaciones, ahora denominadas ‘estándares de profesionalidad’. Paralelamente, las comunidades autónomas deberán implantarlas tanto en FP inicial como en formación para el empleo.
En este punto, surgió uno de los consensos de la mesa: el sector debe organizarse para entrar en el sistema educativo, porque solo así podrá construir un itinerario continuo desde FP Básica hasta Grado Superior. La nueva ley de FP abre la puerta mediante módulos optativos, pero requiere compromiso, recursos y colaboración entre administración, centros y empresas. Los centros de FP, como el de León, ya han iniciado trabajos en esa línea, en colaboración con Asefave y empresas del sector, preparando materiales didácticos, vídeos y contenidos formativos que permitan a los profesores enseñar técnica y práctica de instalación.
La perspectiva empresarial permitió completar el diagnóstico. José Manuel Torres y Enric Gres coincidieron en que encontrar instaladores cualificados es extremadamente difícil. Muchas empresas dedican recursos a formar a nuevos trabajadores que después abandonan, lo que genera pérdidas económicas y complica la planificación de obras. Además, una mala instalación —y no un mal producto— está detrás de muchos problemas que se achacan erróneamente al fabricante.
Por ello, las compañías han reforzado su compromiso formativo: ofrecen cursos técnicos, formación práctica y asesoramiento a toda la cadena de valor, desde prescriptores hasta instaladores. “La parte práctica es indispensable; es lo que va a conseguir que nuestro objetivo acabe siendo un éxito”, indicó Torres.
Sin embargo, remarcaron que esta responsabilidad no debería recaer exclusivamente en la industria y apelaron a una colaboración más estrecha con las administraciones y un reconocimiento oficial de estas capacitaciones, como ocurre en otros países europeos. “Hemos intentado de forma reiterativa abrirnos, ser propositivos y ofrecer nuestro conocimiento”, señaló en este sentido Enric Gres.
Integración, inclusión y diversidad
La mesa abordó también un aspecto crucial para el futuro del sector: la integración laboral de las personas migrantes. Belén Marcos, desde Andalucía Acoge, explicó que “cada vez más jóvenes migrantes desean incorporarse a la construcción. Sin embargo, encuentran importantes barreras de acceso a la formación pública cualificada”. Esto provoca que, aun teniendo motivación e incluso experiencia previa, terminen trabajando en empleos poco especializados que no permiten su desarrollo profesional. Los programas de su entidad —financiados por el SEPE, el Fondo Social Europeo y otras instituciones— se centran en formación técnica, orientación laboral y colaboración con empresas para diseñar perfiles que respondan a necesidades reales. “Pero para que el sistema funcione -subrayó-, es imprescindible flexibilizar los requisitos formativos y mejorar la accesibilidad”.
En este contexto, el arraigo por formación se presenta como una herramienta clave. Esta figura jurídica permite regularizar a personas en situación administrativa irregular mediante la matriculación en determinadas formaciones oficiales. Aporta un permiso de trabajo desde el inicio del proceso y abre la puerta a una integración real. No obstante, solo son válidas ciertas formaciones —FP postobligatoria, certificados de profesionalidad del SEPE o cursos vinculados a ocupaciones de difícil cobertura—, lo que limita su alcance en oficios como la instalación de ventanas, donde aún no existe una oferta formativa reglada adecuada. La mesa recordó además que muchas personas migrantes llegan con titulaciones superiores o profesionales ya obtenidas en sus países, y que la falta de reconocimiento oficial de esas competencias supone una pérdida de talento para el sector.
Un elemento que generó especial interés fue la diversidad creciente del alumnado. Según Torres y Gres, las formaciones prácticas se han enriquecido con la llegada de profesionales de distintos países, cuyos enfoques y experiencias previas aportan soluciones novedosas. También se destacó un cambio en el comportamiento del alumnado: hoy buscan estudiar y trabajar cerca de su territorio, lo que el sector puede aprovechar reforzando la oferta formativa local. En cuanto a la incorporación de mujeres, la tendencia es positiva en puestos técnicos, pero aún muy escasa en trabajos de instalación.
Impulso a la formación, pero con el respaldo de la administración
Mirando hacia el futuro, los ponentes coincidieron en que la construcción industrializada y la construcción modular pueden ser un elemento de atracción para las nuevas generaciones, al asociarse con innovación, precisión y tecnología, alejando la imagen tradicional de obra física intensiva. También apuntaron que el sector ofrece grandes oportunidades económicas: quien se forma bien y se especializa como instalador o montador puede desarrollar una carrera sostenible y rentable.
El cierre de la mesa dejó una conclusión clara: la solución pasa por colaboración, coordinación y reconocimiento. La industria debe seguir impulsando formación, pero necesita el respaldo del sistema educativo y de la administración. Los centros requieren recursos para crear contenidos y capacitar al profesorado. Las entidades sociales necesitan un marco flexible que permita a las personas migrantes acceder a una formación de calidad. Y el sector debe asumir el reto de definir sus competencias y reclamar su espacio en el catálogo oficial de titulaciones.
Si todos los actores trabajan juntos, se abrirá —como afirmó Torres— una “ventana de oportunidad muy grande” para transformar la carencia actual de profesionales en un motor de crecimiento, competitividad y cohesión social. El reto está sobre la mesa, y las bases deben empezar a construirse.





















































































