El almacenamiento solar: un concepto clave en el escenario energético del futuro

Se ha hablado mucho de la energía fotovoltaica, del autoconsumo solar, las baterías, de los contratos de compra-venta de energía (PPA)… realmente, cualquier contenido o tema de debate relacionado con estos conceptos, se puede simplificar en una única idea: el almacenamiento solar es uno de los avances más prometedores en la lucha contra el cambio climático, proporcionando una solución vital para una de las mayores limitaciones de la energía solar: su intermitencia.

Recientemente, la organización no gubernamental World Economic Forum ha publicado la vigésima edición del Informe de Riesgos Globales 2025, explayándose en los riesgos a los que se enfrentan las naciones en tres marcos temporales, y la conclusión está clara, uno de los mayores desafíos es la escasez de suministro de energía. Según este organismo, ante el aumento de la demanda mundial de electricidad, una combinación energética diversa es esencial para garantizar un suministro fiable, asequible y sostenible. Optimizar la infraestructura existente y escalar las tecnologías de energía limpia son pasos cruciales para esta transición energética.

No puedo estar más de acuerdo.

La transición hacia energías renovables es uno de los retos más importantes del siglo XXI. La dependencia de los combustibles fósiles está dejando una huella ambiental devastadora y el cambio climático nos exige encontrar soluciones limpias y accesibles y, entre las energías renovables, la solar es, sin lugar a dudas, una de las más atractivas, no solo por su capacidad de producción a gran escala, sino también por su disponibilidad global.

El sol es una fuente de energía inagotable y gratuita, sin embargo, uno de sus mayores inconvenientes es su generación intermitente, lo que significa que la energía generada durante el día no puede ser utilizada de inmediato por todos los usuarios. Aquí es donde entra el almacenamiento solar, una tecnología que puede cambiar las reglas del juego.

El almacenamiento solar, a través de sistemas de baterías o soluciones más avanzadas como las de hidrógeno, permite a los usuarios almacenar la energía generada por los paneles solares durante el día para usarla en un momento posterior. Esto no solo mejora la eficiencia de los sistemas solares,  sino que también ofrece una mayor independencia energética y permite una integración más efectiva de la energía solar en las redes eléctricas.

Además, el almacenamiento solar podría ser la clave para la descarbonización de sectores difíciles de electrificar, como el transporte o la industria pesada, al proporcionar una forma más eficiente de capturar la energía solar en formas que se pueden utilizar de manera flexible y a lo largo de todo el día.

En el año 2015, las Naciones Unidas adoptaron un conjunto de 17 Objetivos Globales (ODS) como llamamiento universal para garantizar la protección del planeta y el fin de la pobreza, fijando a los países un plazo de 15 años para acometer tal empresa.

El Objetivo 7 pretende garantizar el acceso a una energía limpia y asequible, clave para el desarrollo de la agricultura, las empresas, las comunicaciones, la educación, la sanidad y el transporte. Y añade el documento: para garantizar acceso universal a electricidad asequible en 2030, es necesario invertir en fuentes de energía limpia, como la solar, eólica y termal. En la actualidad, nos encontramos a sólo 5 años del 2030 y esto nos hace plantearnos, de nuevo, la relevancia de contar con sistemas de almacenamiento de energía para garantizar la descarbonización del sistema eléctrico y la transición energética, brindando la posibilidad de ser flexibles en la gestión de la demanda de energía, pudiendo almacenarla durante periodos de baja demanda y suministrarla durante periodos de alta demanda.

Sin embargo, aunque esta tecnología tiene un enorme potencial, no podemos, ni debemos, obviar los retos a los que nos enfrentamos, entre los que destacan: desafíos regulatorios y políticos, efectos adversos sobre la viabilidad de la red eléctrica, durabilidad, eficacia y reciclaje de las baterías a largo plazo, costes elevados y desigualdad en el acceso a las tecnologías más innovadoras de almacenamiento o la implementación de soluciones de almacenamiento de energía a gran escala que requieren sistemas eficientes y rentables.

Pero la sostenibilidad del almacenamiento solar no se mide solo en términos de la energía que puede generar, sino también de la capacidad de las tecnologías para evolucionar, reducir su impacto ambiental y volverse accesibles para más comunidades. Es necesario seguir invirtiendo en investigación y desarrollo para mejorar. Para ello, los gobiernos, las empresas y las organizaciones internacionales deben colaborar en la creación de infraestructuras eficientes y escalables. Además, es fundamental que las políticas públicas fomenten la justicia social, garantizando que la transición hacia un futuro solar sea inclusiva y accesible para todos, independientemente de su nivel socioeconómico.

El almacenamiento solar tiene un potencial revolucionario para transformar nuestro sistema energético, reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y ayudar a la transición energética. No obstante, este  potencial viene acompañado de una serie de desafíos económicos, ambientales y sociales que deben ser abordados de manera urgente. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que el almacenamiento solar sea una solución solo para los privilegiados, mientras que las desigualdades energéticas crecen aún más.

El futuro del almacenamiento solar depende no solo de los avances tecnológicos, sino también de cómo decidimos gestionar los recursos, las políticas públicas que implementemos y el compromiso que tengamos con la ‘salud’ ambiental.

En Greenvolt Next hemos aportado nuestra experiencia con un sistema de gestión inteligente que permite a las empresas controlar eficientemente la carga y descarga de sus sistemas de almacenamiento, maximizando así los ahorros en la factura energética. Con esta tecnología, las empresas pueden alcanzar ahorros de hasta un 70% en comparación con los costes de la energía de la red y representa un paso significativo hacia adelante en nuestro compromiso de ofrecer soluciones innovadoras y sostenibles a la industria española.

Por el recurso solar que disfrutamos en nuestro país, el reto al que nos enfrentamos se podría resumir en un concepto: Transición. Para pasar de depender de la importación de energía a ser reconocidos como uno de los máximos exportadores de energía solar del mundo.