El modelo de autoconsumo compartido de Iberdrola se extiende por toda España con 1.000 Comunidades Solares activas
La transición energética no solo pasa por producir energía de forma más limpia, sino también por redistribuir el acceso a las tecnologías que lo hacen posible. En este camino, el autoconsumo colectivo se está consolidando como una alternativa viable, especialmente en entornos urbanos donde las posibilidades de instalar paneles solares en viviendas individuales son reducidas. Iberdrola, una de las compañías que ha apostado por este modelo desde su implantación en España, ha anunciado que ya suma más de 1.000 Comunidades Solares activas repartidas por todo el territorio nacional.
La compañía, que introdujo el autoconsumo entre sus clientes en 2015 y lanzó las Comunidades Solares en 2019, ha creado una red de instalaciones fotovoltaicas en cubiertas de edificios ya existentes —como colegios, iglesias, centros comerciales o naves industriales— que permite a los usuarios adherirse al consumo de energía solar sin necesidad de acometer obras, inversiones o disponer de espacio propio para la instalación.
Cada Comunidad Solar permite que los hogares situados en un radio de hasta 2 kilómetros puedan consumir electricidad generada localmente, contribuyendo a reducir la dependencia de fuentes fósiles y a aprovechar recursos renovables de proximidad. Según datos de la propia empresa, más de 3,5 millones de personas residen ya en zonas que disponen de alguna de estas instalaciones, aunque son algo más de 100.000 las familias que están activamente conectadas a este modelo de autoconsumo.
Distribución territorial y ciudades pioneras
Madrid encabeza la lista de comunidades autónomas por número de instalaciones, con 170 Comunidades Solares activas. Le sigue la Comunidad Valenciana, que cuenta con 148. En términos de potencial de acceso, Extremadura destaca como la región donde un mayor número de hogares —más de 19.000— puede beneficiarse de esta fórmula.
Entre las experiencias más representativas, Cáceres se convirtió en 2023 en la primera ciudad solar del país, tras habilitar el acceso universal al autoconsumo colectivo para sus habitantes.
Posteriormente, otras ciudades como Bilbao, Valladolid, Badajoz, Córdoba, Guadalajara y Huesca adoptaron modelos similares.
Estas instalaciones tienen también un impacto ambiental significativo. Según las estimaciones proporcionadas por Iberdrola, cada Comunidad Solar evitará la emisión de cerca de 640 toneladas de CO2 a la atmósfera en los próximos 30 años, contribuyendo a una mejora de la calidad del aire y a la descarbonización de los entornos urbanos donde se instalan.
Modelo de ahorro y accesibilidad
Además del modelo colectivo, Iberdrola también opera en el ámbito del autoconsumo individual, donde ofrece distintas soluciones como el Plan Solar, una tarifa específica para las horas sin sol, o el servicio Solar Cloud, que permite volcar los excedentes a la red eléctrica a cambio de una compensación económica o incluso derivarlos para su uso en otra vivienda del mismo titular.
Los porcentajes de ahorro en estos casos varían: hasta un 70% en viviendas unifamiliares, en torno al 50% en empresas y negocios, y aproximadamente un 30% en comunidades de vecinos. Este ahorro se basa en tres factores: el autoconsumo directo, la compensación por excedentes y los menores impuestos aplicables.
Una tendencia en expansión
Aunque Iberdrola ha sido una de las impulsoras de esta fórmula, no es la única empresa del sector que apuesta por el autoconsumo compartido. Otras compañías y cooperativas energéticas también están desarrollando iniciativas similares, lo que apunta a una consolidación del modelo en los próximos años.
Por el momento, con 1.000 instalaciones activas, la propuesta de Comunidades Solares se presenta como un instrumento eficaz para ampliar el acceso al autoconsumo y acelerar los objetivos de descarbonización, sin exigir al usuario inversiones ni infraestructuras propias. Un paso más en el camino hacia una energía más limpia, compartida y descentralizada.


