La calidad alimentaria como generador de confianza
28 de julio de 2005
El consumidor quiere saber cómo se han procesado y obtenido los alimentos; y exige, cada vez más, una calidad integral del producto alimenticio que consume. En el 2005 todas las empresas alimentarias deberán contar obligatoriamente con un sistema de trazabilidad perfectamente implantado; y un plan de gestión de las situaciones de crisis alimentarias entre productores y distribuidores de alimentos
La calidad alimentaria como generador de confianza
Los poderes públicos deben garantizar la seguridad y la salud de los consumidores y por tanto la calidad de los alimentos como bienes básicos de la salud; y no sólo ellos sino que los agentes que intervienen a lo largo de la cadena alimentaria y los consumidores han de compartir esta responsabilidad.
En la situación actual el consumidor quiere saber cómo se han procesado y obtenido los alimentos; y exige, cada vez más, una calidad integral del producto alimenticio que consume, es decir, demanda que los productos sean por un lado sanos y seguros, pero que también sean producidos éticamente y de una forma respetuosa con el medio ambiente.
En este sentido, la industria debe orientarse hacia las nuevas demandas del consumidor; y ello va a requerir de un control integral de la producción, es decir, la trazabilidad del producto, en la que se deben tener en cuenta las condiciones higiénico-sanitarias de las explotaciones, identificación total de proveedores y alimentos, control de movimientos, muestras de granja, control de la alimentación animal, o etiquetado integral, entre otras.
En el año 2005 todas las empresas alimentarias deberán contar obligatoriamente con un sistema de trazabilidad perfectamente implantado; y un plan de gestión de las situaciones de crisis alimentarias entre productores y distribuidores de alimentos.
Calidad como alternativa de desarrollo
Para la Administración Española y Comunitaria las políticas de promoción de calidad de productos agroalimentarios se han convertido en una alternativa para el desarrollo del medio rural; y la propia comunidad científica sitúa la calidad en el centro del proyecto de conformación del futuro de la sociedad rural en el ámbito de la Unión Europea.
Así las políticas alimentarias se orientan hacia productos de alta calidad que satisfagan las exigencias de los consumidores y diversifiquen la oferta, ayudando a resolver los problemas de los mercados excedentarios.
Uno de los mecanismos básicos de esta política son las Denominaciones de Calidad, de las que España fue pionera al introducir en el Estatuto del Vino de 1932 el concepto de denominación de origen. Los sistemas de valorización y protección de las denominaciones geográficas y de las especialidades tradicionales en el marco de la política de calidad relativa a productos agrícolas y alimenticios son las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP), la Indicación Geográfica Protegida (IGP) y la Especialidad Tradicional Garantizada (ETG), creados en 1992 por la Comunidad Europea.
Agricultura ecológica
Como productos de alta calidad el Ministerio de Agricultura reseña los obtenidos por la agricultura ecológica, un sistema agrario que busca alimentos de máxima calidad, respetando el medio ambiente y conservando la fertilidad de la tierra, mediante la utilización optima de los recursos naturales.
El desarrollo de la agricultura ecológica en España mantiene una fuerte tendencia alcista, la superficie cultivada ha pasado de las 4.235 hectáreas inscritas en 1991 a las 485.140 de 2001; y los operadores de 396 a 16.576 en le mismo periodo. Sin embargo el consumo de estos productos es residual en España y la mayor parte de la producción se exporta, siendo Alemania el principal mercado europeo de productos biológicos.
Calidad: símbolo de distinción
Una de las premisas básicas del consumo, hoy por hoy, es que sólo desde una política de calidad se puede recuperar la certidumbre de que lo que se pone a nuestra disposición es seguro y no genera riesgos.
La calidad como símbolo de distinción no solo es asumida por los consumidores, los propios empresarios son conscientes de que producir y distribuir productos de calidad les sirve para diferenciarse de sus competidores en el mercado, y es además un derecho básico del consumidor que reconoce la legislación.
Las instituciones han de garantizar el cumplimiento de la regulación de la elaboración y comercialización y acercar su conocimiento a los consumidores para que tengan plena capacidad de elección.
Los españoles confían en sus alimentos
El 85,7 por ciento de los españoles considera que la calidad de los alimentos que se consumen en el país es satisfactoria, y un 81,3 por ciento opina que son seguros, según un informe realizado por Sigma Dos para la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) entre diciembre de 2002 y enero de 2003.
Los datos recogidos por Sigma Dos arrojan que el 78,1 por ciento de los españoles lee siempre o casi siempre la etiqueta antes de comprar y que el 53,4 por ciento afirma leer además la información nutricional de los productos.
En cuanto a los criterios de elección de compra, el 89,4 por ciento de los encuestados opina que la confianza en el establecimiento es muy importante y que el factor cercanía es importante a la hora de comprar productos frescos.
Añade que el 79,2 por ciento otorga mucha importancia a que la marca del producto inspire confianza y, de hecho, en los hogares se compra más en función de la marca que del precio.
El documento concluye que la información, la formación y la transparencia son constantemente demandadas en todo lo relacionado con alimentación y recomienda a la industria que reduzca el alto grado de atomización y sea más dinámica en lo relativo al comercio exterior.
En definitiva, que la calidad de los alimentos no debe entenderse separada de la seguridad y la confianza.
Fuente: TERRAAGRARIA.COM y ainia - tecnoalimentalia@ainia.es - www.tecnoalimentalia.com - www.ainia.es
