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Gran parte de las obras se efectúan en lugares donde hay algún tipo de arbolado

Problemas ocasionados por obra civil

Javier Fernández Villameytide04/03/2003

Una de las actuaciones más comunes hoy en día en cualquier población es la realización de obras civiles de instalación o mantenimiento de infraestructuras viarias o construcción de edificios. Por desgracia, gran parte de estas obras se efectúan en lugares donde se ha instalado previamente algún tipo de arbolado con el que interfieren en mayor o menor medida.

Una de las actuaciones más comunes hoy en día en cualquier población es la realización de obras civiles de instalación o mantenimiento de infraestructuras viarias o construcción de edificios. Por desgracia, gran parte de estas obras se efectúan en lugares donde se ha instalado previamente algún tipo de arbolado con el que interfieren en mayor o menor medida.

Debido a esta circunstancia y conscientes de los problemas que se viene ocasionando al arbolado urbano por este motivo a corto, medio e incluso largo plazo, el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas y Peritos de Agrícolas de Cataluña abordó la realización de un conjunto de normas y recomendaciones dentro de sus Normas Técnicas de Jardinería para la protección de cualquier tipo de ejemplar frente a los distintos daños de que pudieran ser objeto. Trataremos, a lo largo del presente artículo, hacer un breve repaso a las directrices básicas de este documento de gran valor como herramienta de gestión en el medio urbano.


Son muy diversas las causas de daño consideradas en la realización de obras en ambientes arbolados. La búsqueda de soluciones para cada una de ellas es tarea difícil, más aún, cuando las condiciones particulares de cada actuación no permiten la elaboración de procedimientos estándar para todos los casos. De cualquier forma, se ha hecho un esfuerzo considerable en este sentido a través de la "NTJ 03E" que resumimos a continuación:

Protección general de áreas de vegetación: Con carácter general, para cualquier tipo de obra, se recomienda la instalación de un cercado fijo con una altura mínima de 1.2 metros a unas distancias determinadas de la proyección de la copa según el tipo y porte del árbol. Como indicamos anteriormente, las características de muchas obras hacen inviable este tipo de infraestructuras de protección por lo que, en estos casos, la norma propone la eliminación de la capa superficial del terreno que se almacenará de forma conveniente manteniendo sus cualidades de aireación y eliminando las malas hierbas que pudieran formarse.

Protección específica contra contaminaciones químicas: En este caso concreto no se profundiza mucho en los detalles. Simplemente se especifica la prohibición de verter productos nocivos en las cercanías de los árboles tales como aguas residuales de construcción, lejías, colorantes, ácidos o cementos.

Protección específica contra el fuego: Se establece una distancia mínima de veinte metros a partir de la proyección de copa en el caso de árboles y cinco metros en el caso de arbustos para confeccionar fogatas o cualquier otro tipo de fuego.

Protección específica contra la acumulación de agua: Se prohíbe la construcción de desagües que viertan en la zona de influencia del sistema radicular sin especificar distancias mínimas.


Protección específica contra daños mecánicos: Se propone la instalación de un vallado similar al de protección general ya descrito anteriormente a una distancia de dos metros a partir de la proyección de copa, cinco metros en caso de árboles columnares ó 1.5 metros para palmeras con vistas a proteger tanto tronco como ramas y raíces de golpes y apisonamientos. Si las características de la obra no permitieran esas distancias, se propone la colocación de un cercado junto al fuste con acolchado interior y la sujeción de las ramas previa protección de los puntos de anclaje para dejar libre un camino de dos metros desde el suelo.

Protección de la zona radicular: Se prohíbe verter materiales en la zona de influencia radicular. Si las actuaciones de explanación obligaran a ello, se estudiará la especie concreta y el tipo de suelo para minimizar el impacto final. Previamente, se recomienda retirar a mano cualquier resto vegetal como hojas o ramas respetando en todo momento las raíces. Tampoco se permite la retirada de tierra en toda la zona radicular.


En el caso de realización de zanjas, no se permitirá en toda la zona de influencia radicular. Si fuera inevitable, se respetará una distancia mínima de 2.5 metros a partir del fuste (o dos metros en caso de palmeras) evitando seccionar raíces de un diámetro superior a los tres centímetros. Los cortes imprescindibles se realizarán de forma limpia y lisa manteniendo las raíces expuestas siempre húmedas mientras duren las obras.

Para la construcción de cimientos en zonas de influencia radicular, se evitará la realización de zapatas continuas frente a las de tipo puntual respetando unas distancias de 1.5 metros entre ellas y el fuste e intentando situarlas respetando las raíces principales que se determinen en su momento.

Para evitar sobrecargas temporales por el paso continuado de maquinaria pesada, se propone el aporte de una capa de, al menos, 20 cm compuesta por material de drenaje recubierta con tablas u otro material similar. Estas capas sólo podrán mantenerse a lo largo de un único período vegetativo siendo posteriormente retiradas a mano respetando en todo momento las raíces superficiales.


No se permiten los aportes de terreno en la zona de influencia radicular en capas superiores a 20 cm y siempre realizados con material permeable. Si el material fuese aislante, no podrá recubrir una superficie superior al 30 % de la zona radicular. En todo caso, se proponen otras medidas como la instalación de sistemas de ventilación o la protección de la zona inmediata al fuste del ejemplar.

Como puede observarse, este conjunto de normas y recomendaciones no suponen más que un remedio para conseguir el mal menor dentro de un conjunto de actuaciones gravemente dañinas para el arbolado. Los verdaderos esfuerzos, sin duda, deben efectuarse a nivel de planificación para evitar que todo tipo de infraestructuras compartan espacio con la zona de influencia de la vegetación arbórea evitando los problemas continuos que provocan su instalación y posterior mantenimiento, algo en lo que, aún, queda mucho por hacer en nuestras ciudades.