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Enfermedad que provoca la muerte de parte de la hoja

La antracnosis del plátano

Javier Fernández Villameytide26/08/2002

Un limitado grupo de hongos actúa sobre un amplio abanico de frondosas, entre ellas el género Platanus. Ha adquirido gran importancia en nuestro país debido a los problemas que viene ocasionando sobre árboles urbanos.

En un sentido amplio, se entiende por antracnosis, toda enfermedad que provoca la aparición de zonas irregulares muertas en los márgenes de las hojas así como entre, o a través, de sus nerviaciones acompañadas de necrosidades a nivel de ramillas, yemas y brotes de últimos años.

La antracnosis es una enfermedad que lleva latente en España desde los años ochenta. Se trata de una afección fúngica provocada por un limitado grupo de hongos sobre un amplio abanico de especies de frondosas que ha adquirido gran importancia en nuestro país debido a los problemas que viene ocasionando de un tiempo a esta parte, de forma especial sobre árboles urbanos del género Platanus sp. Este género ha sido plantado de forma masiva en muchos municipios llegando a suponer el 25 % del total del arbolado urbano de alineación en ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla o Valencia, por delante de robinias y olmos, por lo que la preocupación de técnicos y responsables ante esta enfermedad va en aumento año tras año.

Son varios los géneros que provocan la enfermedad según el hospedante de que se trate. De esta forma, el causante de antracnosis sobre distintas especies de Quercus se atribuye a Gnomonia quercina, sobre olmos, el agente parece ser Asteroma inconspicuum mientras que sobre las especies de Platanus que nos ocupan, el hongo que desarrolla la enfermedad es el ascomyceto Apignomonia veneta.

A pesar de su amplio espectro de actuación, el alcance de los daños patológicos no parece ser el mismo en todos los casos. Así, parecen ser más preocupantes los ataques sobre sicomoros en Inglaterra, olmos y robles en zonas puntuales de Estados Unidos o plátanos en España según zonas.

A nivel de especie, en la península parece ser más delicado el Platanus hybrida Brot. en su variedad Platanus x hispánica. muy frecuente en nuestro paisaje urbano, frente a la especie P. orientalis del SO de Asia. En todo caso, los episodios en los que el ataque desemboca con la muerte del individuo, suelen ser esporádicos debido a las condiciones climáticas de nuestras latitudes. En la mayoría de los casos, resulta más preocupante el aspecto defoliado y retorcido en los extremos que adoptan los individuos repetidamente atacados.

Propagación

El hongo pasa el invierno en yemas y ramillas de últimos años de árboles infectados así como en las hojas caídas durante el último otoño en forma de micelio o peritecio. Durante la primavera, aprovechando las primeras lluvias, el hongo emite un gran número de esporas que son transportadas por el viento o las mismas gotas de lluvia sobre los nuevos hospedantes. Allí, gracias a la humedad de la estación, se establecen y germinan penetrando en el interior de las nuevas hojas y tejidos del follaje. En fresnos y nogales, el hongo vuelve a emitir una nueva remesa de esporas durante el verano incrementando su potencial de infección durante un mayor número de meses al año.

Parece bien contrastada la influencia de la temperatura ambiental sobre la propagación de la enfermedad. Se ha comprobado que las temperaturas medias diurnas inferiores a 21ºC favorecen el desarrollo de la misma, mientras que valores superiores a los 27ºC durante periodos superiores a los 3 días inhiben los ataques más virulentos.

Como se ha comentado más arriba, el hongo necesita también humedad para su establecimiento y germinación por lo que, a la vista de las observaciones realizadas en distintos países, puede concluirse que los años fríos y húmedos son los que más favorecen la expansión de la enfermedad mientras que los secos y calurosos controlan en gran medida el número de nuevas infecciones.

Síntomas y evidencias de infección

Los síntomas visuales se inician con la aparición de pequeños puntos necróticos sobre la superficie de las hojas que van aumentando su área siguiendo en algunos casos la nerviación de la hoja hasta unirse unos con otros provocando la muerte total del miembro foliar afectado.
En los estadios iniciales provocan un ennegrecimiento de la hoja similar a los efectos de una helada terminando con la muerte de la misma o su deformación permanente retorciéndose sobre sí misma.

Cuando el ataque es bastante generalizado, se produce una defoliación parcial o total del individuo acompañada de una segunda brotación si el fenómeno ha ocurrido al principio de la estación vegetativa. Parecen resultar más afectadas las zonas inferiores del individuo.

Aparte de los daños en el sistema foliar, se han descrito daños a otros niveles como pueden ser:

  • Muerte de ramillas de últimos años: Antes de la aparición de la hoja, asoman pequeños cuerpos de fructificación oscuros a través de la corteza provocando la necrosis de ramillas jóvenes así como el desarrollo de chancros en ramillas de más edad.
  • Es común el desarrollo de ramas retorcidas o en zig-zag por sucesivos ataques en el extremo de las mismas así como la aparición en dichos extremos de las llamadas "escobas de bruja" en forma de un conjunto de ramillas con origen en el mismo nivel de ramificación.
  • Muerte de yemas de brotación: Este problema ocurre de forma simultánea al anterior y provoca la pérdida de las yemas una vez que los chancros van alcanzando su posición de forma progresiva.
  • Muerte de nuevos brotes y hojas: De forma inesperada, las nuevas brotaciones del año afectadas mueren y detienen por tanto su desarrollo.
  • En un estado más avanzado, se produce la muerte de hojas nuevas y maduras a partir de esporas generadas en los chancros de ramas más desarrolladas.

Control de la enfermedad

En ámbitos forestales, el tratamiento y control de la enfermedad es de todo punto inviable por el alto coste de las correspondientes podas o desinfecciones.

Favorecer la circulación del aire parece beneficiar al árbol por la mayor rapidez con se secan las hojas tras un aporte en forma de lluvia inhibiendo la germinación de las esporas como se indicó más arriba. Este efecto puede conseguirse mediante ligeros aclareos de copa de coste variable según las condiciones de actuación y el número de individuos a tratar. Asimismo, debe evitarse la instalación de sistemas de riego que alcancen el sistema foliar.

Retirar los materiales donde descansa el hongo durante el invierno parece ser otra opción aconsejable en ejemplares ornamentales y viveros, en tanto en cuanto se disminuye la cantidad de esporas disponibles al comienzo de primavera. De esta manera, pueden barrerse las hojas caídas durante el último otoño y retirar las ramillas jóvenes afectadas durante el invierno quemando o destruyendo completamente estos restos posteriormente. No conviene retirar las hojas maduras antes de su caída por el debilitamiento que se provoca al individuo afectado.

La propagación por medios mecánicos relacionados con las herramientas de poda ha sido bien constatada por lo que resulta imprescindible una exhaustiva desinfección de las mismas previa a su utilización.

Para casos concretos como ejemplares recién plantados o repetidamente defoliados por la enfermedad así como en viveros, puede recurrirse a la aplicación de productos fitosanitarios de tipo foliar durante la primavera aprovechando la apertura de las yemas del año. Existen distintas mezclas y productos en proporciones variables según la especie tratada y las condiciones del entorno como benomil, metiltiofanato o miclobutanil. En cualquier caso, la realización de esta práctica no es aplicable en la mayoría de los casos por su escasa relación resultados/precio.

Como en tantos casos de infecciones y enfermedades, una buena práctica siempre consiste en mantener los individuos en buenas condiciones fitosanitarias para que sean capaces de hacer frente al problema con las mejores garantías. De esta forma, en ejemplares castigados por sucesivos ataques de antracnosis, puede ser beneficiosa la aplicación de un abono NPK completo del tipo 12-12-12 para reestablecer su vigor.

Asimismo, a nivel de planificación, la mejor garantía se basa en la elección de especies más resistentes en aquellas zonas donde se ha constatado un cierto riesgo de infección por este agente así como el mantenimiento de unas condiciones del entorno adecuadas para el correcto desarrollo del ejemplar sin ningún tipo de estrés.

Artículo aparecido en QEJ 95 (Mayo 2002)