Phoenix roebelenii, la gran enana

Esta palmera de pequeño porte fue introducida y ampliamente distribuida por Europa a mediados del siglo XX. Su ya larga trayectoria en paisajismo la consolida como una protagonista indiscutible que merece siempre un lugar singular en el jardín.

La Phoenix roebelenii es una pequeña palmera procedente de las orillas del majestuoso río Mekong en Indochina. Fue descrita por primera vez en 1889 por un botánico alemán llamado Carl Roebelen, experto coleccionista de orquídeas quien la recolectó por primera vez tras una visita a Laos. Por desgracia en su primer encuentro no pudo conseguir ni flores ni frutos, pues estos servían de alimento tanto a monos, gatos salvajes y otros animales ribereños que las acumulaban por cientos en sus madrigueras.

La Phoenix roebelenii fue introducida y ampliamente distribuida por Europa a mediados del siglo XX, hoy se encuentra con mucha facilidad en cualquier "garden center", tanto como planta de interior como de exterior, debido a su fácil reproducción y popularidad entre los viveristas. Y es que las "robelinis" son unas palmeras muy versátiles en cuanto a su hábitat y ecología. En su lugar de origen estas palmeritas colonizan, en pequeñas agrupaciones familiares, las áreas rocosas del río.

Pueden sobrevivir a ligeras heladas; personalmente he podido comprobar como palmeras en cultivo desde pequeñas han sobrevivido tras quemar sus hojas más de un invierno consecutivo a temperaturas de hasta - 5ºC, si bien estas heladas no fueron mas allá de un par de noches.

Descripción

La Phoenix roebelenii es una palmera a pequeña escala en todos sus aspectos. Tiene un delgado tronco de crecimiento sinuoso rematado en su extremo por pequeñas y gráciles hojas plumosas dotadas en su base de largas y agudas espinas. Los restos de estas hojas no son persistentes en el tronco y tras unos pocos años se desprenden junto a los cedazos que producen los tejidos que se entremezclan en el cogollo dejando unos característicos tocones que permanecen adosados al tronco "erosionándose" con el paso de los años hasta quedar reducidos a una pequeña cicatriz que permanece inseparable del falso tronco.

Los individuos originarios del río Mekong son de tronco muy delgado y hojas poco vigorosas y vistosas mientras los que se cultivan son de tronco mucho mas robusto y hojas muy compactas, frondosas y lustrosas. Esta serie de características tan diferentes puede que se deban a que las "robelinis" de cultivo tienen unas condiciones óptimas para su desarrollo mucho mejores de las que gozan los individuos en su lugar de origen y por ello muestran una aspecto mas sano que sus compañeras vietnamitas. Otra teoría defiende que, probablemente la palmera que se cultiva y que hoy esta más extendida, sea un híbrido mejorado que se obtuvo en su día y que se ha ido reproduciendo hasta la fecha de hoy. Dada la "promiscuidad" del género Phoenix yo me inclinaría por creer esta última teoría.

Uso en Jardinería

Esta pequeña palmera tiene un amplísimo abanico de posibilidades paisajísticas. Como todos sus colegas de género, dan un excelente resultado en grupos (muchos viveristas las cultivan así) de dos tres y cuatro troncos, pues de forma natural no reproduce hijuelos en su base. Son muy decorativas presentadas como ejemplares solitarios en contenedor, perfectos para decoración de porches y patios, pues toleran estos microclimas perfectamente, siempre y cuando estemos en un clima templado. Tienen una gran longevidad plantadas en jardineras en el interior si bien estas plantas aunque vayan muy bien a la sombra, requieren gran numero de horas e intensidad de luz.
En la actualidad esta palmera se esta cultivando cada vez mas en la península, aunque el área de cultivo se limita a la España cálida y sobre todo en las Islas Canarias, donde es profusamente cultivada hace ya algunos lustros.

En definitiva, la Phoenix roebelenii es una de las palmeras más completas que hoy tenemos en el mercado, su ya larga trayectoria en nuestro paisajismo la consolida como una protagonista indiscutible que merece siempre un lugar singular en nuestro jardín por pequeño que este sea.

Artículo aparecido en QUEJ 95 (Mayo 2002)