La carga normativa y burocrática ponen en riesgo el futuro de la ganadería extensiva
Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía ha presentado el estudio ‘Impacto de la burocracia normativa en la ganadería extensiva de los países mediterráneos de la Unión Europea. Situación en España’ en el que destaca que la desaparición de la ganadería extensiva se debe no sólo a la falta de rentabilidad y la crisis económica sino también a la enorme carga normativa y burocrática que afecta al sector. En ocasiones, la presión es tan grande -ha recalcado- que resulta imposible el conocimiento exhaustivo de las obligaciones de los ganaderos, lo que provoca desmotivación, abandono de la actividad y despoblamiento, afectando a la conservación y sostenibilidad de los territorios.
Como soluciones, el estudio propone llevar a cabo un análisis pormenorizado del sector; potenciar la formación, la investigación y la transferencia de conocimientos; promover políticas de desarrollo de la ganadería extensiva; destinar más fondos de desarrollo rural; crear una Comisión Permanente de Expertos, y, sobre todo, diseñar un plan para garantizar el relevo generacional, mediante un plan de prácticas en explotaciones ganaderas, proyectos de utilización de recursos naturales, etc., ya que la tasa de paro juvenil ronda en estas zonas rurales cerca del 50% en la actualidad, según ha informado Jorge Díaz, coordinador del proyecto.
En el estudio han colaborado diferentes departamentos de la organización, junto a la Federación Andaluza de Agrupaciones de Defensa Sanitaria Ganadera (FADSG). A través de esta investigación se ha llevado a cabo un análisis en profundidad de los entornos rurales tradicionalmente ligados a la actividad de la ganadería extensiva, así como de la evolución de sus censos, tanto ganaderos como de población.
Jorge Díaz ha explicado que se ha analizado la evolución de los censos ganaderos tanto en España como en Francia, Italia, Portugal y Grecia, desde el año 2008 hasta 2013, observándose acusados descensos, principalmente en porcino ibérico, con una pérdida del 57,44% de la cabaña, y en ovino, del 22,81%.