La influencia de los sistemas ahorradores de agua en las instalaciones de evacuación
Jorge Tornero, director Técnico de Geberit S.A.U.27/07/2018 Los sistemas de evaluación para la edificación sostenible garantizan que los inmuebles ahorren entre un 30 y 70% de energía respecto a los convencionales. El agua contribuye de forma activa en la reducción del gasto energético, aportando cerca del 10% del total de los puntos evaluados, al emplear productos que reducen su consumo.
En el ámbito del cuarto de baño, los aparatos que influyen en la obtención de este tipo de certificados por su capacidad de ahorrar agua son: las cisternas e inodoros, los grifos para ducha, los grifos para lavabo y los urinarios. Para comprobar su eficiencia se comparan con productos que se consideran de consumo estándar:
- Inodoros: 6 litros para descarga simple o 6 y 3 litros para doble descarga.
- Urinarios: 2 litros por descarga.
- Grifo de lavabo para uso público: 1,9 l/m.
- Grifo de lavabo para uso no público: 7 l/m.
- Grifo para ducha: 9,5 l/m.
Sin embargo, para que los productos ahorradores de agua sean realmente eficaces en el conjunto de la instalación, se debe prestar especial atención al diseño y dimensionado de la red de evacuación. En algunas ocasiones, las características de funcionamiento de estos productos entran en conflicto con hábitos de instalación tradicionales, pudiendo provocar patologías que afectan al confort del usuario.
El caso más paradigmático es el de las cisternas e inodoros, que han experimentado una evolución considerable en las últimas décadas. Además de reducir notablemente el consumo de agua cada vez que se efectúa una descarga (Figura 1), también se han incorporado mecanismos que permiten discriminar descargas completas o parciales. Las cisternas ahorradoras de agua funcionan con volúmenes de 4,5 o 4 litros para la descarga completa y de 3 o 2 litros para la parcial. Pero esta reducción puede tener efectos negativos, si no se tiene en cuenta cómo funciona la instalación de forma global.
Figura 1
Recordemos que los sólidos procedentes de las aguas negras se desplazan por los colectores gracias a la pendiente del tubo y al caudal de agua, que les permite “viajar” flotando. El diámetro que históricamente se ha utilizado para este cometido es de 110 mm, incluso para descargas de 9 o 12 litros. Si se mantiene el mismo diámetro, pero se reduce drásticamente el volumen de agua a 4 litros, será muy complicado que los sólidos floten, corriendo un serio riesgo de sedimentarse y, por lo tanto, de que se produzca un atasco. Como solución, para mantener el mismo nivel de altura de agua (calado) en los colectores, se debería reducir su diámetro para conseguir el mismo efecto (Figura 2). En caso contrario, a pesar de emplear productos ahorradores de agua, estaríamos empeorando el resultado final de la instalación.
Figura 2
En el caso de las griferías, la introducción de aireadores que disminuyen el caudal no justifica el empleo de diámetros pequeños (usualmente de 32 mm) para dimensionar la tubería que desagua el lavabo. Conviene tener presente que el gran enemigo de las redes de evacuación es la aparición de un fenómeno físico, conocido como pistón hidráulico (Figura 3). Se produce cuando la tubería pierde la proporción correcta de aire y agua (aproximadamente 2/3 – 1/3), y se llena completamente de agua la sección del tubo. La consecuencia es que la presión se torna negativa y absorbe el agua que contiene el sifón, lo que provoca la aparición de malos olores.
Figura 3
Para garantizar un funcionamiento correcto, se deben emplear diámetros que permitan mantener las tuberías ventiladas, incluso al desaguar un lavabo lleno. En ensayos realizados en laboratorio, se ha comprobado que en instalaciones resueltas con diámetro 32 mm en las que se vaciaban los sifones, la sustitución por diámetro de 50 mm resolvió el problema al aumentar el porcentaje de aire (Figura 4).
Figura 4
El empleo de detectores de presencia para activar urinarios o grifos, es la mejor opción para los usuarios de baños públicos desde un punto de vista higiénico. Aunque las descargas se producen sin necesidad de tocar nada, los grifos tienen que estar conectados a una batería o a la red eléctrica para activar los sensores, lo que impacta negativamente en el ahorro energético. Actualmente se han desarrollado sistemas que eliminan estos consumos, incorporando un generador que se autoalimenta gracias al propio flujo de agua, que recarga una batería interna a coste cero (Figura 5).
Figura 5
Son productos considerados grandes ahorradores energéticos, que sólo necesitan estar instalados en lugares de pública concurrencia, para garantizar un número de descargas mínimas al día.
En resumen, la incorporación de productos capaces de ahorrar agua en proyectos de edificación requiere un punto de vista diferente por parte del proyectista. Una visión holística de las instalaciones permitirá, además de recortar el gasto energético, reforzar el confort de los usuarios.
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