Hay dudas, todavía hay dudas. ¿El Reach afecta también a la baba de caracol? Es que claro, tras jornadas y jornadas informativas, quedan siempre lagunas difíciles de resolver. Si el Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas es algo a lo que debe someterse este magnífico producto cosmético es materia para aguerridos estudiosos. Esto de la baba de caracol es una moda ya imparable. En fin, la publicidad le llama baba, pero otros le llaman moco de caracol y, al parecer, es lo mejor de lo mejor para la piel. Para la piel del ser humano no para la del caracol, que puede incluso hasta renegar de su propia baba, si no acomplejarse por ese rastro tan evidente de su paso por el mundo. Los que la venden, la baba, el moco, insisten en la autenticidad de la misma, lo cual hace pensar que hay babas, mocos, en el mercado, que son falsas, tipo blandiblup, suponemos. Y la verdad, darse baba en la cara ya da un poquito de cosa, pero darse blandiblup, pues es ya del género tonto. Si también en esto de las babas han llegado las copias no tardará en invadir nuestras calles el top baba. Ahora a romperse la cabeza, porque claro, póngase a comprobar el agente de turno si la baba en la manta es copia ilegal, copia legal o ni lo uno ni lo otro, simplemente baba original de caracol.
En cuclillas, frente a la manta... “yo pa' mi que es baba de verdad”. Y el vendedor, con cara de santo, que sí que sí, que es original y está al corriente del pago a la SGAE. Que incluso se lleve usted, agente, una muestra para su señora de usted, que es improbable que la necesite, pero que, es un poner, tal vez tenga una amiga más avejentada. Sea, pero antes la paso por el Reach, vaya a ser que encima me la líen.
Se entiende que los mocos originales de caracol no deben sufrir por la llegada del Reach, pero tanta oferta, tanta rebaja como la que está dispuesta a admitir la industria del babeo, hace pensar que tal vez sí, que simplemente quieren quitarse el excedente de moco del mercado antes de que algún avispado desconfíe y la analice. Seguro que hay por ahí mucha mala baba.
Sirvan estas líneas para poner sobreaviso a los que gustan de cuidarse la piel. Ojo con la baba, con el moco, vaya, que no podemos venderla como nos sale de las narices.